Mi miedo más Grande (#02 Saga Miller)

03| Perfección

Capítulo 03.

|Aarón Miller|

Miro asombrado por donde se fue el elfo y me desconcierta que no me haya insultado, pero lo que más me tomó por sorpresa fue que me tocara, aún siento mi camisa hundida por su mano que apoyó en mi pecho cuando chocó conmigo, su mirada pasmada cuando vio que era yo me desconcertó y divirtió.

—¿Qué le hiciste?

Volteo y veo a mi hermano que tiene una mueca de decepción, arqueo una ceja.

—¿Ah?

Me hace una señal para que pase al departamento, lo hago y me sigue, vamos al salón y vemos a los amigos de él, Aurora, Evan y Alura.

—Hola —saluda.

—¿Por qué se fue Fabianne? —pregunta Alura, un poco desconcertada.

—¿Qué hacía aquí? —pregunto sentándome al lado de Andrew en el sofá.

—Es mi prima —responde la rubia.

Asiento.

—Se fue por este idiota —Andrew me señala, lo miro, ofendido.

—¿Qué hice yo? —pregunto inocentemente.

—No sé, pero le hiciste algo a Fabianne y está muy cabreada y triste.

—¿Triste? —bufo, burlón —ese elfo rubio no tiene sentimientos —bromeo, pero nadie ríe.

Siento las miradas de los tres amigos de mi hermano, los miro con una ceja arriba.

—¿Qué le hiciste a Fabi? —pregunta la rubia fingiendo un tono divertido.

—Mmmhhh, se quedó pintando un cuadro de no sé qué y no le dije que la clase había terminado, no llegó a biología y tuvo una falta, no es gran cosa.

Alura me mira con pánico, niega con la cabeza.

—Su madre no va a pagar más la clase de pintura —dice alarmada.

Alzo mis cejas.

—¿Por qué?

—La condición para que estuviera en esa clase era no tener ni una sola falta o tardanza.

Me encojo de hombros.

—Bueno, así aprenderá a no meterse conmigo —ruedo los ojos —no es tan grave, aparte le da igual.

—Realmente no la conoces —la miro.

—Claro que la conozco, Fabianne De la Torre, la chica perfecta con vida perfecta.

Me mira fijamente y ríe, divertida.

—Claro —se levanta y se va.

Miro a Andrew que se mantuvo observándome en silencio.

—Tienes que disculparte con ella. —me dice en voz baja.

—Ni muerto.

—Eres muy analítico —me susurra —metete en la cabeza de Fabianne, investígala y ahí recién vas a poder decir que la conoces, antes no —aconseja —la estas tratando muy mal cuando no te ha hecho nada.

Bufo.

—Claro que me hizo algo.

—¿Qué hizo?

—Me dijo que soy insensible —digo con tono resentido.

Arquea una ceja, divertido.

—Lo eres.

Gruño y dejo de mirarlo.

¿Por qué tanto revuelo por alguien tan plana e insignificante?

No me pierdo las miradas que me echan los amigos de Andrew en lo que dura la tarde, siento como si supieran cosas que yo no y la curiosidad me pica.

Cuando llegamos a casa estoy cansado, en la tarde tuve entrenamiento de futbol, me acuesto a dormir y doy vueltas intentando conciliar el sueño, pero no puedo, el comentario de Andrew se me quedó en la cabeza.

¿No conozco a Fabianne?

Puede que nunca hayamos hablado como tal, pero sé quién es y tengo mi opinión propia, no deseo saber cómo es su aburrida vida perfecta. Me jodió que me dijera que iba a alejar a cualquier chica de mi por Amy y sí, tal vez debería tener un poco más de consideración por los sentimientos de la castaña que si se enamoró de mí, pero no voy a dejar de hacer lo que me apetezca por ella. No pienso cambiar mi forma de pensar por mi ex, qué ridiculez.

Sacudo mi cabeza y me estiro para tomar el frasco de píldoras, arrojo una a mi boca y no tarda en hacerme efecto. Me quedo dormido.

¿?¿?¿?

Sábado, 12-09-2015.

Ladeo la cabeza y cierro el libro que estaba leyendo.

Leer siempre ha sido una parte importante de mi vida, desde que a los 8 años tomé un libro por primera vez de la biblioteca del despacho de papá. Había libros de cálculo, y de medicina, pero tenía una pequeña parte de libros de astrología, clásicos literarios y libros de ficción.

Recuerdo haber tomado orgullo y prejuicio, me fascinó como una autora de esa época podía plasmar tan bien sus ideas, tal vez no fue el libro con el que debí comenzar en el mundo de la lectura, pero me encantó la facilidad con la que lo leí y para mi edad entendí muy bien el contexto del libro y la época. Me gustó y seguí leyendo sin parar.

Me devoraba los libros en menos de 2 días, no despegaba los ojos de las letras, había veces en las que me los devoraba en horas, mis padres y hermanos se sorprendieron de verme tan chiquito y leer tanto, pero es un mundo que al entrar ya no se puede salir. No tardé en acabar los libros de la biblioteca de papá que podía leer, ya que había muchos que tenían contenido adulto y no eran para un pequeño de 8.

Me fueron comprando libros y hoy en día la mitad de mi cuarto está con libreros, la pared que tengo al lado de la cama tiene 3 libreros y en otra pared donde está mi escritorio hay dos libreros repletos, ya casi no tengo espacio. Mi cama está en medio y las paredes son de color rojizo y negro. Estoy intento leer digitalmente, aunque amo los libros en físico, me voy a quedar sin paredes como siga llenando estanterías.

—¡Aarón! —el chillido de Alessandra llega antes de que ella abra mi puerta, la miro mal.

—¿Qué? —espeto.

—¡Mamá no me deja salir!

—¿Y?

—¡Dile algo!

—Seguramente hiciste algo —jadea, ofendida.

Alzo una ceja.

—No.

La miro fijamente hasta que se desmorona por la presión.

—P-Puede que haya roto el elefante de cristal.

Entre abro la boca.

—¡Pero fue sin querer!

—¡¿Rompiste el elefante de cristal de la abuela Débora que cuesta 2 millones de dólares?!

—¿Sí?

Río, incrédulo, me mira con sorpresa, nunca río.

—Estas castigada de por vida. —sentencio.



#2873 en Joven Adulto
#3488 en Thriller
#1883 en Misterio

En el texto hay: familia, amor, enemiestolovers

Editado: 08.06.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.