Noviembre es una época difícil para mí, en especial porque me recuerda que un noviembre toda mi vida cambió. Mis padres murieron en un accidente de tránsito y mi hermana y yo no solo quedamos huérfanas, sino que terminamos en un hogar de acogida mientras decidían qué hacer con nosotras.
Fue difícil, perdí a mis padres cuando tenía solo 16 años y como ya casi era una adulta era difícil que alguien me adoptara, pero con mi hermana era diferente, con ella si era fácil la adopción, puesto que ella tenía 2 años y un bebé es lo que desea una familia.
Cuando me di cuenta de que mi hermana estaba en el programa de adopción supe que debía darme prisa o nunca la volvería a ver, ella era lo único que me quedaba de mi familia. Así que reuní el coraje y tomé a mi hermana y huimos de esa casa y empecé a andar por las calles hasta que una mujer se apiadó y nos dejó quedarnos a mi hermana y a mí en su casa, lo que no sabía es que sería uno de mis primeros infiernos.
La mujer aparentaba ser dulce y que solo quería el bienestar para mí y la pequeña, pero sus intenciones eran otras y solo me utilizó para ser su sirvienta esclavizando a trabajar desde las cuatro de la madrugada hasta las doce. Soporte y soporte por mucho tiempo hasta que volví a huir de nuevo con mi hermanita cuando cumplí los dieciocho. Una tarea difícil con una niña pequeña.
Aprendí a desconfiar de las personas por el hecho que solo querían aprovecharse de mi situación y utilizar a mi hermana con sus manipulaciones. Lo peor es que empecé a llamar la atención de los hombres y eso terminó de complicar mi vida. Las mujeres para las que trabajaba me hacían la vida imposible, ganándome insultos, golpes, maltrato y humillaciones. Tuve varios intentos de abuso y eso me hizo decidir que era mejor vivir en la calle que terminar abusada por alguno de esos hombres o peor aún, mi hermana.
Empecé a mendigar, a utilizar trapos para ocultar mi rostro y el de mi hermana; así fueron pasando los meses y con ellos los años. Hemos recorrido refugios, albergues y al final encontré un sótano abandonado donde pude instalarme con mi hermana para tener por lo menos un techo, lo difícil era el invierno cuando el frío calaba nuestros huesos.
Ahora estaba empezando a sentir las bajas temperaturas y debía tener todo listo para la llegada del invierno. Debía proteger a mi hermana a cualquier costa.