Mi milagro de navidad

Capítulo 3

No pasa mucho tiempo cuando Carlos ingresa con su maletín. Le indico lo que sucede y cuando llego a la habitación, Betty sale diciendo que le dio un baño y aún sigue inconsciente. Carlos entra dejándome afuera, puedo sentir el escrutinio de la mirada de mi ama de llaves.

―Puedes ocuparte de la niña―Le digo sin dejar de mirar la puerta.

―Por supuesto.

Observo la hora de mi reloj y ya son un poco más de las 6 pm.

―La niña necesita alimentación, un baño y ropa―Le digo antes de darme la vuelta y mirarla ―Dile a Royer que se encargue de conseguir ropa para ella y su... hermana.

―Sí, señor―Observo una sonrisa en sus labios antes de darme la vuelta y esperar.

No sé cuanto tiempo pasa y se me hace eterno hasta que Carlos abre la puerta y me deja ingresar a la habitación.

Me acerco despacio y siento una corriente pasar por mi cuerpo que hace que me falte el aire por un momento. De nuevo ese pinchazo en mi pecho y llevo la mano a mi corazón sintiendo que late con fuerza.

― ¿Estás bien? ―Pregunta Carlos acercándose a mi lado.

―Yo soy el que debería preguntar ¿Cómo está ella?

―Se encuentra un poco deshidratada y la fiebre ha comenzado a bajarle, le di medicamento y saque una muestra de sangre, debería guardar reposo y...

Su voz se apaga en mi cabeza y un silencio me acompaña a medida que me acerco a la mujer que está tendida en la cama de huésped.

Por un momento pensé que era más joven, como una adolescente, pero lo que tengo delante es toda una mujer.

Debería decir un ángel.

Su cabello está esparcido como ricitos de oro a los lados de la almohada, su rostro limpio se muestra tan perfecto con una pequeña nariz y unos labios en forma de corazón. Sus largas pestañas y párpados cerrados ocultan el color de sus ojos.

Mis manos pican por querer tocarla y me siento a un lado de su cuerpo que está cubierto por una colcha hasta debajo de las axilas.

― ¿Va a estar bien? ―Pregunto con voz ahogada.

―Debe permanecer en cama y tomar los medicamentos―Dice Carlos, mi médico privado ―También es importante la alimentación, se nota que está bajo de peso.

Aprieto mi mano en forma de puño para detener el deseo de tocarla.

Necesito distancia.

Me levanto de la cama y le hago señas a Carlos para que salga de la habitación. Por alguna razón no quiero a ningún hombre al lado de este hermoso ángel.

Es tuya.

No sé por qué mi mente juega con ese tipo de pensamientos, nunca me había sentido así.

Salimos y le pido que revise a la niña, aunque se ve que está de buena salud, quiero descartar algún problema más adelante.

Cuando entramos a la habitación asignada a la pequeña, ella luce una camisa que cubre su cuerpo, le queda muy grande y llega más debajo de sus pies.

―No encontré que más que ponerle, Royer ha salido a comprar la ropa y mientras le puse una camisa de él.

Betty y Royer son esposos y llevan mucho tiempo casados y nunca pudieron tener hijos, siempre ha permanecido a mi lado.

Él es tipo grande, al igual que yo.

Me pregunto por un momento que le ha puesto a la hermana de la niña, espero que no sea una de las camisas de Royer.

― ¿Me va a sacar sangre? ― Sally hace una mueca de horror y se oculta detrás de mis piernas.

―Necesito tu sangre para saber si tienes anemia o alguna enfermedad.

― ¿Para qué?

―Para saber si está enferma y poder curarte.

― ¿Cómo a mi hermana?

―Sí, ella ya está siendo atendida y curada.

―Está bien, soy valiente.

Betty la ayuda a subirse a la cama y la niña me mira por un momento.

― ¿Puedes tomar mi mano? ―Dice su pequeña voz ―Le tengo miedo a las agujas, pero mi hermana siempre ha dicho que uno encuentra valentía al lado de otra persona quien sostenga tu mano y como ella no está.

Me acerco a la pequeña y ella toma mi mano y oculta su rostro con mi pecho.

―Puedes terminar ya―Digo en forma dura.

No sé por qué me siento molesto y más aún cuando escucho la niña quejarse.

Después de sacar sangre, termina de revisar a la niña y sale de la habitación informando que mañana a primera hora tendremos los resultados. Betty lo acompaña a la puerta mientras yo llevo a la niña a ver a su hermana.

― ¿Se pondrá bien?

―Sí.

― ¿Lo prometes?

―Sí.

La niña camina hacia la cama de su hermana y levanta la cobija para acostarse al lado de ella.

― ¿Qué haces? ―Pregunto acercándome.

―Voy a quedarme a su lado―Dice.

―Tú tienes tu cama, deberías dormir en tu habitación y dejar que tu hermana duerma sola.

― ¿Por qué? ―Pregunta y siento un poco de irritación por sus preguntas.

Yo tampoco entiendo el por qué no quiero que duerma con ella.

Betty ingresa y le pido que se lleve a la niña a dormir. La niña niega y se abraza hacia el cuerpo inconsciente de su hermana.

― ¿Y si despierta y me necesita? ―Pregunta Sally.

―Yo me quedaré junto a tu hermana y la cuidaré―Le digo y siento la mirada de sorpresa de Betty.

―Pero...

―No hay peros, si no haces caso no te...―Pienso un momento ―No te compraré una muñeca.

― ¿Me vas a comprar una muñeca?

―Sí.

― ¿Por qué? ―Resoplo ante su pregunta sintiendo que la poca paciencia que tengo se desvanece.

―Vamos pequeña, es mejor que dejemos descansar a tu hermana. Vas a ver que mañana estará mejor y despierta.

Betty ayuda a la niña a salir de la cama y toma su mano para caminar.

― ¿Lo prometes? ―Es lo último que escucho antes de cerrarse la puerta.

Me acerco a la chica, luce un poco mejor de lo que la vi hace unos momentos. Me quedo contemplándola, toco su frente y siento que la temperatura ha bajado. Mis dedos bajaron hasta su nariz y sigue hasta sus labios donde los rodeo antes de bajar hacia su mandíbula.

Tomo su mano entre las mías y una sensación cálida fluye por mi pecho.




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