Mi milagro de navidad

Capítulo 4

Escucho un pequeño quejido y abro los ojos levantándome del asiento de inmediato. Un fuerte dolor atraviesa mi cuerpo y tengo que doblar un poco la columna.

Dormí en el asiento frente a la cama de la chica y la observé por toda la noche.

La fiebre volvió a subir en la madrugada y tuve que ponerle paños de agua tibia sobre su frente, la mantuve vigilada y dándole el medicamento para que la fiebre no volviera a subir. Menos mal que el resto de las horas ha estado dormida y tranquila y solo ha empezado a removerse de la cama hasta este momento.

Me acerco y unos ojos color verdes intensos me ven a través de su tupida pestaña. La observo mirarme con sorpresa de arriba abajo y frunce el ceño hasta que su mirada se vuelve de pánico.

― ¿Quién es usted? ― Observa la habitación ― ¿Qué hago aquí? ―Se cubre con el cobertor y se sienta en la cama ― ¡Sally!

―Cálmate por favor.

― ¿Quién eres? ―Puedo escuchar el pánico en su voz.

―Yo...

La puerta se abre y Sally entra corriendo hacia su hermana, se sube a la cama y se tira sobre ella.

― ¡Estás bien! ― Grita la pequeña-

―Sally―Murmura antes de abrazar a su hermana y besa su cabello.

Su mirada viaja hacia donde estoy parado y toma a su hermana y la pone detrás de su cuerpo.

―Quédate ahí Sally, voy a sacarte de aquí.

― ¿Por qué nos vamos a ir? ―Pregunta la pequeña asomándose por su hombro.

―Porque... porque no sé dónde estamos.

―Estamos en casa de Max.

― ¿Quién es Max?

―Él―Sally me señala y cruzo mis brazos con una pequeña sonrisa.

¿Por qué sonrió? Nunca lo hago.

― ¿Quién es usted? ―Me pregunta y no puedo dejar de mirar sus ojos, me siento hipnotizado al ver su belleza.

―Soy Max―Respondo como si nada.

―Mi amigo―Dice la pequeña.

―Sally, ¿Qué has hecho? ―Saca a su hermana de su espalda y la pone de frente.

La niña muerde sus labios y baja su rostro.

―Déjame explicarte―Le digo no queriendo que regañe a la niña.

Betty ingresa con una bandeja llena de comida y sonríe al ver a la chica.

―Me alegro de que estés despierta―Dice y luego me mira ―Y tú deberías darte un baño, mira como estás―Escucho una pequeña risa y bajo mi mirada viendo la camisa y el pantalón completamente arrugados.

Siento mi rostro arder.

―Iré a darme un baño.

Salgo de la habitación sintiendo el deseo de volver.

Me doy un baño rápido y me pongo algo de ropa en tiempo récord. Llamo al banco y les informo que no iré y que cancelen todo hasta nuevo aviso.

Salgo de mi habitación y a medida que me acerco escucho unas pequeñas risas que hace que cierre los ojos disfrutando como si fuese la mejor melodía que he escuchado en mi vida.

Al entrar ella deja de reír por lo que le dice Betty y su hermana y me mira.

― ¡Max! ―Grita Sally se levanta encima de la cama, extendiendo sus brazos lista para saltar.

― ¡Sally! ― Su hermana grita y antes de que salte la tomo entre mis brazos.

― ¿Vez? Te dije que él me cuidaría, me lo prometió―Dice Sally mirando a su hermana.

―Sally, ¿Por qué no me acompañas a la cocina y me ayudas a escoger que preparar para el almuerzo?

― ¡Sii! ―Chilla Sally y se remueve para que la suelte.

La bajo con cuidado y observo como toma la mano de Betty y ambas salen dejándonos a su hermana y a mí solos en la habitación.

Nunca me he sentido tan nervioso en mi vida.

He cerrado negocios multimillonarios.

He creado empresas.

Me he reunido con jeques, presidentes, reyes y príncipes. Nunca me había sentido tan nervioso como en este momento.

Me doy la vuelta y observo al ángel que yace sentada apoyando su espalda con el espaldar de la cama.

― ¿Cómo te encuentras? ―Pregunto rompiendo el silencio.

―Bien―Pone un pequeño mechón de su cabello detrás de la oreja bajando su mirada ―De hecho, Sally me contó todo lo que pasó y... quería agradecerte por todo―Susurra nerviosa ―También disculparme por lo que hizo, yo...

Me acerco sentándome a su lado y tomo su mano sintiéndola cálida.

―No hay nada que disculparse, lo paso debía pasar, ya que eso me llevo a ti― Sus orbes bajan a nuestras manos unidas y luego las sube hasta encontrarse con mi mirada y con disimulo quita su mano de la mía.

Siento como si me hubiesen dado un golpe en el pecho.

―Lo siento, si buscas algo de mí no lo vas a tener―Dice en tono serio.

Ya no está sonriendo como lo hacía cuando llegue, más bien parece decepcionada.

― ¿Qué? ―No entiendo lo que acaba de decir, ¿Por qué el cambio de humor?

―Mira, te agradezco todo lo que hiciste por mi hermana y por mí y te prometo que cuando consiga trabajo te devolveré todo el dinero que has gastado. Nosotras nos iremos de inmediato y...

― ¡No! ―Siento pánico al escuchar que quiere irse ―No, por favor―Digo con más calma.

― ¿Disculpa?

―No puedes llevarte a Sally―Hablo un poco atropellado ―Y tú tampoco te puedes ir, no te has recuperado y...

―Ya me siento mejor―Interrumpe.

―El médico dijo que debías guardar reposo y alimentarte bien.

―Repito, ya me encuentro mejor―Dice con dureza ―Además, ni mi hermana ni yo somos su responsabilidad y...

―En esos te equivocas―Interrumpa.

― ¿Qué? ―Me observa como si estuviera loco.

―Te equivocas, tú y tu hermana son mi responsabilidad.

―No lo somos―Contradice.

―Lo son.

― ¿De qué estás hablando? ―Dice un poco alterada ―No tienes responsabilidad sobre nosotras―Habla con más calma.

―Lo tengo―Me mira como si estuviera loco ―Se lo prometí a Sally.

― ¿Le prometiste?

―Sí, le prometí que las cuidaría―digo mirándola a los ojos ―A las dos―Abre la boca para replicar y yo la detengo ―Y yo cumplo mis promesas.

Me doy la vuelta y salgo de la habitación.

Necesito darle espacio para que entienda que no están solas.




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