Mi Mitad

Capítulo 12 "La Luna, la Mate y la madre"

Mis tintas! Hoy vengo feliz, acabo de pasar un ramo que tenía peligrando :') de la felicidad decidí actualizar hoy y quizás suba dos capítulos durante la semana.

Como siempre, gracias por leer y comentar, l@s quiero y nos vemos.

 

Besos, I.

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Gabriela

Corrí, corrí tan rápido como podía. No me importaba pasar a rasguñarme con las ramas de los arbustos y árboles, no me importaba dejar atrás a Trevor que me gritara que lo esperara y que le explicara qué estaba pasando, no me importaba nada, solo quería llegar.

Maldije a quien fuera el fundador de la manada por haberla hecho tan internada en el bosque y al fundador del pueblo vampírico por haberla hecho tan lejos de la manada.

El pulso se me acelera a cada gran paso que doy, no estoy segura de si aumenta porque estoy corriendo o por lo desesperada que me encuentro por llegar.

Todo el día pasó como normalmente pasaba, Spencer me llamó para decirme como estaban las cosas, Trevor resolvía cosas del pueblo y Alessia estudiaba en su cuarto. No hubo nada fuera de lo común, así habían sido las cosas desde que llegamos y realmente no me molestaba que no hubiera nada nuevo, a veces las cosas nuevas no son buenas.

Pero a medida que el sol se encondía y la luna, ahora llena, aparecía, mi cuerpo se fue relajando de una forma descomunal. Me sentía tan relajada, tan en paz que simplemente me mantuve mirando el atardecer desde el balcón de mi cuarto.

No me puse a pensar por qué sentía tanta paz, realmente no me importaba, esa paz era única, tan diferente a las que he sentido antes, era casi como si inconscientemente supiera que el mundo estaba haciendo su trabajo, que las personas que alguna vez me hicieron daño estaban pagando. Todos los meses, sin falta, esa paz me invadía y nunca pregunté por qué, simplemente la disfrutaba pesando en ella como un regalo de la diosa Luna.

Fui estúpida, soy estúpida.

— ¡Gabriela, por la mierda! —gritó Trevor llegando a mi lado. No lo miré, sabía que quería que le explicara qué estaba sucediendo, pero en este momento no tengo cabeza para pensar en otra cosa que no sea llegar a la puta manada de Jason.

 “La luna está hermosa hoy”, había dicho Trevor cuando entró en nuestro cuarto y me abrazó por la cintura. Le sonreí, “Sí, una espectacular, brillante y gigante luna llena”, contesté.

“Estúpida, estúpida ¡Estúpida!”, pensé.

“No te culpes”, me dijo Kaila haciéndome gruñir.

“¡Claro que es mi culpa!”, solté.

Hasta esta noche no había caído en la cuenta de lo que significaba. Estaba durmiendo tan plácidamente, tan relajada que nada podía alterarme. Los brazos de Trevor alrededor de mi cintura pegándome a su pecho hacía que la paz que ya sentía aumentara. Pero, por alguna razón, abrí mis ojos, me removí en mi lugar, estiré mi brazo, tomé el celular y miré la hora, doce y media. Bostecé, me di media vuelta, me acurruqué al lado de Trevor y volví a cerrar los ojos para dormirme. No fue hasta que un mal presentimiento comenzó a crecer en mi pecho que volví a abrir los ojos. Me pregunté a dónde había ido esa paz, qué era eso que había apagado la paz en mi interior, qué era lo que me estaba manteniendo despierta.

Sin poder volver a dormirme, me despojé de las mantas de la cama y de los brazos de Trevor, y caminé al balcón, abrí las puertas, caminé hasta el barandal y miré la luna. Blanca, hermosa, brillante, pero ocultaba algo. Arrugué mi frente abrazándome a mí misma, apreté los puños sintiéndome cada vez peor, mi corazón se aceleró y estrujó, mi garganta se apretó y mi mandíbula se tensó, en ese momento supe que algo no estaba bien.

“Cariño”, dijo Trevor llegando a mi espalda, no me volteé y seguí mirando hacia afuera. “Amor ¿Qué ocurre?”, dijo dejando sus manos en mi cadera y mirándome con preocupación, negué con la cabeza. “No sé…algo, algo no está bien, Trev”, contesté sin mirarlo. Nos quedamos callados mirando alrededor en búsqueda de algo fuera de lugar, pero no había nada, todo estaba en calma, ni un ruido, nada, todo en paz, demasiada para mi gusto.

“Gabi”, susurraron en mi mente, me espanté, conocía esa voz, pero la negué, no podía ser cierto, él ya no tenía esa facultad, dejó de tenerla en ese preciso momento en el que me engañó. Me abracé con más fuerza, “Mi amor”, dijo Trevor, se notaba que estaba preocupado, yo no decía nada, mi comportamiento no era normal, es lógico que estuviera preocupado. “Ayúdame”, volvió a susurrar, esta vez con desesperación, con lamentación, rogándome por ayuda. Me comencé a hiperventilar, era él, era Jason, no sé cómo lo había hecho, no sé qué había pasado, pero su voz estaba en mi cabeza. “Mamá”, susurraron. Contuve el aire y el miedo me recorrió la espina dorsal dejándome estática en mi lugar, era la voz de Spencer. “Gabriela, háblame ¿Qué pasa?”, rogó Trevor tomándome de los hombros y girándome hacia él. Mantuve mi mirada en la luna tratando de entender qué estaba pasando. “Gabi, la luna”, dijo Kaila en mi cabeza, su voz era de nerviosismo y de sorpresa. En ese momento lo entendí, por un momento me quedé completamente sorprendida, luego el terror se abrió paso entre mis sentimientos y finalmente fue ese sentimiento el que me hizo moverme “Mierda”, fue lo único que dije luego de salir corriendo con Trevor detrás de mí.




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