Mi Mitad

Capítulo 21 "Algo extraño en ella"

¡MIS TINTAS! ¿Cómo están? Espero que bien. Les traigo un informe. La historia va a estar pausada hasta el 19 de julio, día que salgo de vaciones. ¿Por qué? porque estoy en temporada de solemnes y exámenes, y ya saben, en la univerisdad no se puede estudiar un día antes porque no funciona, así que les dejo este capítulo antes de irme. Si puedo subiré capítulos antes de tiempo, pero si no nos veremos a partir del 19 de julio.

Espero que comprendan que tengo una vida aparte de esta y una carrera de Medicina veterinaria que sacar adelante.

Lxs quiero, y muchas gracias por leer y comentar. Espero que les guste el capítulo y nos estaremos viendo muy pronto.

Besos, I.
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Dracul 


¿Que si me siento como un acosador? Por su puesto. Estoy siguiendo a la tal Michaella desde que salió de la oficina de Jason. ¿El por qué? Bueno, esa chica tiene un aroma bastante extraño, de alguna forma hay algo en ella que no es normal. 
Trago saliva al imaginarme la respuesta de mi pregunta. Una chica que ni ha cumplido los 16 años y que ya tienen tanto potencial físico y ese aroma tan extraño…si tengo razón, entonces me imagino que entrará en negación de forma inmediata y puede hasta que me trate de matar. 
Levanto la cabeza, sorprendido de que mi pecho chocara con la espalda de Michaella, retrocedo un paso y la miro. Esta se da media vuelta y me mira con severidad.  
— ¿Qué estás haciendo? 
—Lo siento, me distraje pensando —contesté con sinceridad. Michaella achica los ojos y se cruza de brazos. 
—No seas imbécil, me refiero a ¿Qué estás haciendo siguiéndome? —sonreí burlón. 
—Oh, te has dado cuenta.  
Michaella se mantuvo en silencio asesinándome con la mirada. No sé si es porque está enojada por lo que acaba de pasar o es simplemente porque no le caigo bien. Puede que por las dos. De todas maneras, no me conoce como para que le caiga mal, por otro lado, soy vampiro y por esa razón no creo caerle bien.  
Si lo que estoy pensando es cierto, entonces esto costará más de lo que creí. 
— ¿Qué quieres? —preguntó. Alcé una ceja. 
— ¿Por qué crees que quiero algo?  
— ¿Me estás diciendo que eres un acosador que sigue a las personas solo por gusto? Si es así, entonces no me hace gracia que yo sea el objetivo y te recomiendo que dejes de hacerlo, no estoy de humor para juegos —volví a sonreír totalmente a gusto con la situación. 
—Tienes una lengua filosa —acepté en voz alta— no combina para nada con tu apariencia. 
—Lo sé —finalmente se dio media vuelta, dejó caer sus manos a cada lado de su cuerpo y comenzó a caminar con la intención de alejarse de mí. 
Metí mis manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón y comencé a seguirla nuevamente. Sabía que eso la fastidiaría, quería ver hasta dónde aguantaba su paciencia. Con la vista fija en ella comencé a pensar en todas las posibilidades del porqué encontraba a esta chica tan extraña. 
No podía ser solo porque sus palabras no combinaran para nada con su apariencia dulce y juvenil. Tampoco podía ser el hecho de que me sorprendiera de cuánta paciencia estaba teniendo conmigo hasta ahora, llevo como 20 minutos siguiéndola de cerca, sé que ella lo sabe, pero aun así no me dice nada, Cassie o Spens ya me hubieran golpeado. 
10 minutos después de pensar en varias posibilidades, ninguna encajó tanto como la que tengo en mente desde que la vi por primera vez.  
Pestañeo al darme cuenta de que las voces de las personas se silenciaron, miro a mi alrededor y me sorprendo al ver que en algún momento de mi seguimiento llegamos al bosque, alejados de la gente. Más me sorprendo cuando miro al frente y la figura de Michaella ya no está, me paro en seco. 
— ¿Michaella? —pregunto al viento.  
Miro a todos lados y no hay ni un solo rastro de ella, sin embargo, solo por su aroma tan extraño, sé que está cerca. Trato de visualizarla, pero simplemente no puedo, todo lo que veo son árboles y tierra. Me doy media vuelta esperando verla a mi espalda, pero no ocurre.  
— ¿Dónde está? —susurré. 
De pronto, un peso que vino desde arriba me derribó e hizo que mi cuerpo chocara contra el duro piso y mi cara se enterrara en la tierra. Levanté la cabeza, me limpié los ojos con las manos y volteé a ver a Michaella, que estaba encima de mí con el rostro serio. 
—Eso fue genial, no había visto que estabas arriba —ella puso los ojos en blanco y se acomodó arriba de mi espalda. Me podría parar, pero estoy seguro de que de alguna forma mi rostro volvería a tocar la tierra. 
—Ya basta de juegos, dime qué quieres de una buena vez —apreté los labios y decido picarla un poco más. 
—Sabes, tienes mucha paciencia, cualquier otro ya me hubiera golpeado hace mucho tiempo. 
—No me tientes que aún puedo hacerlo —amenazó— sobre todo si no me dices de una buena vez qué quieres. 
—Está bien, te lo diré, pero… —carraspeo— ¿No crees que sería mejor si hablamos de frente? —Michaella pareció pensárselo. Al final salió de mi espalda y retrocedió hasta sentarse en un tronco caído. De un salto me paré y me limpié la ropa y la cara. Suspiré y miré a la chica— ¿Debería presentarme primero? —Michaella alzó una ceja y me miró fastidiada— sí, es una idea absurda, ya me conoces —sonreí. La verdad es que quería fastidiarla. Me encanta que, hasta el momento, a pesar de todo, aún no haya perdido la paciencia, quiero ver hasta dónde llega. Soy un curioso. 
—Ve directo al grano, Dracul Sans —la mención de mi nombre y apellido fue, más bien, para hacerme saber que ella ya me conoce y que no está hablando con un completo desconocido. 
—Está bien, pero necesito que dejes tu mente abierta a cualquier probabilidad —asintió— ¿Lo prometes? —colocó los ojos en blanco. 
—Que infantil. 
— ¿Si o no? 
—Está bien, lo prometo ¿Puedes ir al punto ya? —sonreí abiertamente y la apunté con el dedo divertido. 
— ¿Estás perdiendo la paciencia? —pregunté viendo cómo mis esfuerzos daban resultado. Las manos de Michaella se hicieron puños, apretó los labios, respiró hondo y se levantó de su lugar. 
—No tengo tiempo para esto —dijo dándose media vuelta para irse. Apreté los labios reprimiendo una risa de satisfacción. 
—Michaella… —me interrumpió. 
— ¡No! —gritó de repente asustándome. Inmediatamente borré mi sonrisa y la miré sorprendido— ¿¡Te crees que estoy de humor para estar aguantando tus estúpidas bromas!? —se volteó y me miró. Su rostro estaba rojo de enojo, su entrecejo estaba totalmente fruncido, su mandíbula apretada, y algo curioso que solo he visto en ella, sus labios estaban fruncidos— ¡No sé si te has dado cuenta, pero mi situación ahora no es muy buena! —respiró profundo y me miró directamente a los ojos. Supe que me había pasado cuando sus ojos se cristalizaron, podía ver las lágrimas acumularse, pero ella se esforzaba por no dejarla salir— ¡El chico que me gusta encontró a su estúpida Mate y me dejó por ella! ¡Cometí un error imperdonable! ¡CASI PIERDO MI TRABAJO! ¡Me siento engañada, usada, enojada conmigo misma, traicionada y estúpida! —me mantuve en silencio. Michaella pareció darse cuenta de que estaba hablando sin pensarlo mucho y que me estaba revelando sus sentimientos sin poder evitarlo. La vi respirar hondo, su mentón tembló, pasó sus manos por su cabello y se calmó, un poco. 
—Michaella… —volví a llamarla, pero ella volvió a interrumpirme. 
—Y luego vienes tú y juegas así conmigo —dijo con la voz ya más calmada, en realidad se ve abatida. Negó con la cabeza— ya basta, no tengo porqué aguantar esto —comenzó a caminar en dirección contraria a mí. Tragué saliva. 
—No eres como los otros ¿Cierto? —se paró en cuanto mis palabras la alcanzaron. Se dio media vuelta con el entrecejo aún fruncido. 
— ¿Qué me quieres decir con eso?  
—Que no eres normal, Michaella —dije acercándome lentamente hasta ella— hay algo en ti que es diferente, algo que estás tratando con todas tus fuerzas de ocultar y negar que está ahí. 
—No sé de qué estás hablando —dijo una vez que me encontré a un par de pasos de ella— ¿Acaso vas a seguir jugando? 
—No estoy jugando —respondí con seriedad— eres diferente ¿No es así? —Michaella se mantuvo seria mirándome, no se inmutaba, no sé si es porque realmente no sabe de lo que estoy hablando o es simplemente porque sabe ocultar muy bien sus sentimientos. 
—Repito, no sé de qué me estás hablando, Dracul. 
—De que tienes una muy literal sed de sangre —nada, ni un solo músculo de su cara se movió. Sé que ella sabe qué estoy tratando de decirle y me sorprende que no haya estallado nuevamente como hace un rato. 
—Mira, Dracul, creí que habías entendido que no estoy para tus estupideces, no ahora. ¿Te crees que voy a dejar que me digas que soy un puto chupasangre y que no haré nada? —me quedé quieto en  mi puesto con la mirada fija en ella. Por fin puedo ver algo de movimiento en ella. Michaella volvió a apretar los puños y a fruncir el sueño— Mi padre es un licántropo, mi madre fue una licántropa, yo soy una licántropa, así que realmente no entiendo por qué dices una estupidez como esa ¿Es que acaso estás demente? —esta vez no me gritó, pero pude ver claramente su enojo.  
Michaella volvió a retomar el rumbo que llevaba antes para alejarse de mí, pero que ni crea que lo voy a dejar, así como así. Miré el árbol que está justo a mi costado, pensé en un plan rápido y me armé de valor para hacerlo. 
Suspiré.  “Esto va a doler”, pensé. 
Cerré los ojos con fuerza, alcé mi mano y con fuerza y rapidez pasé la palma de mi mano por las astillas del árbol. Me quejé cuando estas rompieron mi piel y se incrustaron en ella.  
Miré mi mano sangrante antes de girarme a ver a Michaella. Esta se había dado media vuelta y me miraba con el ceño fruncido. Si esta chica sigue haciendo ese gesto le saldrán arrugas antes de tiempo. 
—Lo siento, soy algo torpe —sonreí inocente— es algo profunda y tardará unos minutos más en sanar. Sabes, la madera nos hace algo de daño —volví a sonreír.  
Esta mierda duele y estoy rezando porque valga la pena. La chica puso los ojos en blanco y comenzó a caminar nuevamente, pero esta vez aumentó el paso.  
Sin tener intensiones de dejarla escapar me apresuré a llegar a ella, cuando estuve a su lado le mostré mi mano, que aun sangra y duele. 
—Se ve mal ¿No? —pregunté con inocencia— ¿Qué opinas? 
—Opino que eres un imbécil que se hirió a sí mismo para demostrar algo que no es cierto. Ya te lo dije, Dracul, soy una licántropa, ni enterrándote una estaca vas a lograr que haga algo que no hago —respondió sin siquiera mirarme.  
Me paré y la seguí con la mirada. ¿Puede que realmente esté equivocado? Michaella no ha mostrado indicio alguno de querer chuparme toda la sangre, la poca que tengo y que estoy perdiendo quizás por nada. Y pensando más a fondo, según me dijo Spencer, ella a estado metida en la guerra casi toda su vida, ha tenido que ver y oler sangre en cada una de esas batallas y jamás a intentado beber la sangre de alguien más, sobre todo la de los cazadores, que más que mal, son humanos de igual forma. 
La sangre humana es casi como nuestra manzana prohibida, tiene un aroma más dulce que el chocolate, la manera en la que el cuerpo humano esparce tal cantidad de sangre por el cuerpo es la que nos atrae, el palpitar del corazón, la hinchazón de las venas y arterias, el color rojo vivo, todo eso nos atrae y es muy difícil combatir con ello. Al final uno se acostumbra a dejar pasar esos detalles que nos llaman a morder.  
Pero con Michaella es diferente, ni yo estoy seguro que podría dejar pasar esa oportunidad cada vez que había una batalla. Sin embargo, así como nosotros nos acostumbramos a la presencia de esa manzana, ella se pudo haber acostumbrado a dejar pasar esas señales que encienden la necesidad de chupar sangre hasta que ya no haya más. 
Veo a la chica alejarse cada vez más y más de mí. No volvió a mirarme, no volvió a hablar, simplemente seguía caminando hacia quién sabe dónde.  
—Muy bien, solo me queda una cosa por intentar —susurré más para mí que para alguien más.  
Miré mi mano y con toda la valentía aplasté contra ella todas las astillas que hasta ese momento mantenían mi herida abierta. Apreté los labios aguantando un quejido, si antes la herida ya era algo profunda, ahora lo era más. La sangre comenzó a salir más fuerte y mi garganta se secó. 
Necesitaré una buena merienda después de esto. 
Respiré hondo y con una velocidad, propia de mí, agarré a Michaella por detrás. Apegué su espalda a mi pecho y estampé mi herida en su boca. La chica inmediatamente comenzó a agitarse para liberarse. Sus gritos salían ahogados debido a mi mano en su boca. Recibí patadas, golpes, incluso sentí que me mordió la mano para que la soltara, pero lo único que consiguió fue que mi herida sangrara más y que mi agarre se endureciera.  
Michaella se mueve con fuerza, pero yo tengo más, así que por más que se esfuerce, no podrá soltarse si yo no quiero.  
Finalmente comenzó a quedarse quieta, la miré esperando su siguiente movimiento. Aprieta fuertemente mi muñeca derecha con amas manos, su respiración se agitó de sobremanera, sus inhalaciones y exhalaciones son cortas, como si no quisiera percibir el olor de algo. Sus ojos se concentraron en mi mano que aún tapa su boca y su cuerpo tiembla delante del mío.  
Me quedo ahí, quieto, esperando, no me atrevo a moverme ni un solo milímetro, sé que si me muevo ella nuevamente se dará cuenta de lo que hace y se comenzará a mover para soltarse. Al final, sé que estoy a punto de lograr mi objetivo cuando Michaella respira profundo inhalando el aroma de mi sangre, la veo tragar y cerrar los ojos deleitándose con el aroma. Unos segundos después su boca se abre y comienza a chupar la sangre con fervor. 
Me quejo levemente cuando siento un ligero dolor en la palma de mi mano. Ella simplemente chupa la sangre, pero las astillas se me entierran cada vez más. Sin embargo, la dejo hacer lo que quiera. Aligero la presión de mi agarre y me relajo al momento en el que ella lo hace. Chupa la sangre casi de manera desesperada, con ambas manos trata de acercar todo lo que puede mi mano a su boca, su respiración es agitada y fuerte, sus ojos siguen cerrados y yo me esfuerzo por no pensar que esto es más excitante de lo que me esperaba. 
Casi un minuto después Michaella abre los ojos de golpe y se separa de mi con fuerza. Retrocede hasta apoyarse en un árbol a unos metros de mí. Me da la espalda así que no veo su cara, pero aún puedo escuchar su respiración agitada. 
Miro mi mano y con rapidez empiezo a sacar las malditas astillas que han mantenido abierta mi herida. Unas duelen más que otras, pero finalmente cuando ninguna está incrustada siento que el ardor de antes desaparece y la herida tiende a cerrarse, costará algunos minutos, pero dentro de un rato será como si no hubiera pasado nada. 
— ¿Qué hiciste? —sentí la voz de Michaella desde la distancia. La miro y me siento mal al instante— En todos estos años jamás había perdido la cordura ¿Por qué contigo sí? —la pregunta fue ella con seriedad, pero no puedo dejar de pensar en que esto le debe estar doliendo más de lo que demuestra. 
Sus labios están manchados de sangre, desde aquí puedo ver como tiembla, sus ojos están colmados de lágrimas y lo único que puedo ver en su rostro es miedo. Está aterrada. 
Tragué saliva y comencé a acercarme con lentitud. 
—Es normal, soy un príncipe, Michaella, mi sangre es más tentativa, después de la humana, la mía es casi irresistible. Al principio pudiste resistirte porque estabas acostumbrada a hacerlo, sin embargo, cuando no tuviste otra cosa que oler, otra cosa que saborear, cediste. 
— ¿Cómo lo supiste? —a casi dos pasos de distancia de ella me detuve. 
—Por dos cosas. Uno, no es normal que una chica que ni si quiera ha cumplido los 16 tenga tanta habilidad como la tienes tú, a menos que seas una cazadora, cosa que definitivamente no eres. 
— ¿Y por qué no pude serlo? 
—Por tu aroma, que es la segunda razón por la que lo supe —Michaella retrocedió y se sentó en el suelo. Me vi tentado a abrazarla cuando comenzó a sollozar, pero no me atreví a moverme, esta chica cambia muy fácil su temperamento, puede que si me muevo ahora salga corriendo o puede que simplemente no haga nada. 
—Todo este tiempo, desde que tengo memoria, he estado tratando con todas mis fuerzas ocultar esto, me obligué a acostumbrarme a la sangre, nunca fue una necesidad tan grande que no pudiera aguantar —sollozó— ¡Y luego llegas tú y lo arruinas todo! —soltó con enojo. Sé que realmente no está tan enojada conmigo, sino que está aterrada por la situación, supongo que no sabe qué hacer— No sé qué soy ¡No entiendo por qué me pasa esto! Mis padres son licántropos de sangre pura ¿¡Por qué!? —levantó la cabeza y me miró. Sus labios siguen manchados de rojo y sus mejillas están enrojecidas y húmedas— ¿Por qué soy así? 
—Michaella… —suspiré— quizás hay algo que no sabes sobre tu familia ¿Le has preguntado a tu padre? 
—Claro que no, desde que me di cuenta de que era diferente evité el tema a toda costa. Mis padres nunca supieron que yo era así y jamás les pregunté algo a ninguno de los dos. 
—Quizás deberías hacerlo —Michaella me miró incrédula. 
— ¿Acaso estás loco? 
—Mira, lo único que sé es que debe haber algo y los únicos que pueden saber qué es son tus padres —ella suspiró— Michaella, si te digo que todo estará bien ¿Me creerás? —negó con la cabeza. 
— ¿Por qué te creería? —me encogí de hombros. 
—No creo que tengas otra opción —volvió a negar con la cabeza. 
—Dracul ¿Qué soy? —apreté los labios. 
—Una híbrida. 
 




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