Los corredores estaban vacios, ni un alma caminaba por alli y era mi oportunidad para escapar.
Me adentre al baño de hombres y abrí la ventana, el baño de hombres estaba en el segundo piso pero al lado de la ventana se encontraba una escalera de escapé para incendios que se extendía hasta el suelo, nadie sabía que alli habia una y ese era mi escape favorito para irme de la clase de historia.
Coloque mi pierna derecha primero sujetandome de las bisagras de la ventana y mi pierna izquierda en el peldaño de la escalera y luego mi pierna derecha en el peldaño de abajo y así sucesivamente, bajandocon rapidez, pero no contaba con que mi falda quedé enganchada en los ultimos escalones, coloque toda mi fuerza en sujetarla y jalar, tanto que no me di cuenta cuando la falda azul se rasgo haciendome caer al suelo-gracias al cielo el colegio estaba rodeado de un césped suave para amortiguar el golpe en mi espalda y contaba con un pantalon debajo de mi falda.
Me levante sacudiendo el pasto y algo de tierra de mi uniforme, mire a ambos lados, y lo único que escuche al salir corriendo fue a mi profesor gritando mi apellido-¡¡¡Slim!!!vuelve aqui pequeña sin vergüenza!!!- ya era la septima vez que me escapaba de su clase.
...
En cuanto sali de los terrenos del colegio, camine despacio por el estacionamiento y sali de alli directo a mi hogar.
El colegio San Andres era claramente para personas adineradas y mis padres me inscribieron aqui desde mis doce años, al parecer este colegio era el más nuevo y con grandiosas referencias de sus amistades, por lo que yo, María Angelica Slim, se inscribió logrando tener las notas más altas junto a dos de sus amigos, pero en mi último año decidí que queria tener la libertad de poder elegir y romper unas cuantas reglas, además mis padres estan de viaje por tres meses-estoy aprovechando el tiempo que estaré sola en mi casa.
Llegue al portón de mi casa-mejor dicho mansión-salude a nuestro portero Maximo-se encarga de abrir el porton principal ademas es mi complice al escapar de casa por las noches-Entre en casa y fue cuando me olvide de mi mochila en la escuela-tonta.
_¡¡Maria Slim!!_la voz de Gulpi, nuestra ama de llaves, me congelo justo en el momento en que estaba abriendo la puerta de la entrada_¡¡¡como se te ocurre escaparte del colegio!!! ¡¡¿Que dirá tu madre?!! ¡¡¡Que le dire a tu padre!!!
_bueno...le dire que me sentí mal y me vine a casa_le respondí cabizbaja, el problema ahora era como lograria recuperar mi mochila, tal vez le llame a Gaston para que la esconda.
_Angélica...tal vez ahora nadie va a regañarte, pero en cuanto lleguen tus padres...¡¡¡se va a armar tremendo lio!!!_levanto la voz haciendo señas con la mano de que seguro me van a quitar todo excepto mi alma, mientras se hiba a la cocina.
Subí a mi cuarto rapidamente.
Mi cuarto siempre fue grande,al entrar se puede ver un pequeño living y por una puerta a la derecha nos dirigia a mi cama, luego a la izquierda se podía ver mi escritorio junto algunos retratos de mi familia y algunas fotos mias de niña, cuando me adoptaron y una puerta al costado de mi cama se encontraba el baño.
Me tire en el sillon frente al televisor del cuarto, mirando el techo blanco, en donde colgaba una lampara blanca que me aportaba luz. Mi madre regresaría en cuanto terminara de diseñar los planos de los hoteles y mi padre regresaría en cuanto terminara de preparar todos los papeles con respecto a la construccion del hotel-es decir papeles legales del terreno, contrato de cada trabajador, el seguro que se haria cargo de cada desastre que ocurriera-o sea dentro de unos meses si todo salía bien.
Últimamente estaba deprimida, era la primera vez que mis padres se hiban de casa por mucho tiempo, además mi padre, Eduardo Gilberto Slim, estaba cada vez más alejado de mi, como si ya no le importará, según mi madre es por la presión de los negocios, pero él jamás se había comportado de esa manera conmigo y mi madre, Maria Jimena López de Slim, siempre estaba conmigo al llegar a casa, además siempre salíamos de compras o pasear y sin falta nuestras caminatas por el parque al atardecer los dias sábado.
Los extrañaba y mucho, siempre estuve tan apegada a ellos en cuanto me adoptaron,las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos marrones y bajaron por mis mejillas, que ahora se encontraban enrojecidas, jamás pase tanto tiempo sin tener a mis padres cerca y aún a mis dieciocho años los necesitaba, realmente los necesitaba.
Me levante y me cambie el uniforme por ropa simple, un pantalon azul y una remera blanca lisa, me calze mis pantuflas de conejito, me seque las lágrimas y me mire en el espejo del baño, mi cabello marron ondulado me llegaba a la cintura, mis ojos enrojecidos, mi piel blanca me pedia urgente un bronceado.
Habia cambiado tanto a como era de niña, ahora tenia padres, amigos y sobre todo confianza en mi misma, tenia la vida que cualquier adolescente desearia.
Baje por las escaleras una vez me relaje y desaparecieron los rastros de mi depresión, fui directo a la cocina, Gulpi tendria la cena lista.
_creí que estarías meditando_ mencionó Gulpi una vez me vio entrar a la cocina, siempre cenamos en el comedor, pero ya que estoy sola y nadie me acompaña a cenar en la mesa, es mejor canar junto a los trabajadores de casa.