Mi mundo.....eres tú

CAPÍTULO 2

_ No lo malinterpretes. Déjame que te diga qué clase de cariño siento por ti. Mi familia la conformábamos 4, mis padres, mi hermano menor y yo. Cuando tenía 15 y él 10, mis padres murieron en un accidente automovilístico. Fue horrible en todo sentido. No solo tuve que asumir el rol de cabeza de familia siendo solo un adolescente, sino también el rol de padre y proveedor. Tuve que comenzar a trabajar para mantenernos sin descuidar mis estudios ni los de Keitaro …… Así se llamaba él _.

_ ¿Se llamaba? _ pregunté con curiosidad.

_ Tengo 35 años, Kei, y desde los 23 que soy enfermero. Nunca creí que mi vida seguiría el rumbo de la medicina. Mis aficiones tenían más que ver con el deporte que con la salud …… eso hasta que Keitaro murió repentinamente de un ataque al corazón cuando tenía 13 años. Lo hizo frente a mí. Comenzó a quejarse de un dolor en su brazo y a los pocos minutos cayó desplomado al suelo. Yo no sabía qué hacer. Solo pedí ayuda a mis vecinos y ellos llamaron al 119 para que una ambulancia viniera por él, pero cuando ésta llegó, ya era tarde. Escuché a un paramédico decir que si hubiera recibido primeros auxilios la probabilidad de que hubiera muerto era casi nula, sin embargo yo no supe hacer nada por mi hermanito. Me prometí en ese momento que dedicaría mi vida a tratar de salvar a otros como no pude hacerlo con Keitaro. Por eso cuando te conocí, lo vi a él en ti. Si no hubiera muerto tendría tu edad. El enorme cariño que siento por ti es resultado del cariño que no pude darle a él. Quise cuidarte como no pude hacerlo por él. Sé que es injusto que te vea como un reemplazo de Keitaro y más aún el haberte llamado de la misma forma, pero es lo que necesitaba hacer. Tú me necesitas, pero yo también. ¿Puedes convertirte en mi hermano? _ y cuando me lo pidió con lágrimas en los ojos sentí su sinceridad. No me importó ser simplemente un sustituto, mi actual condición no me permitía ser exigente con las relaciones ni sus motivaciones. Shota tenía razón. Él decía necesitarme, pero yo también lo necesitaba.

_ Por supuesto, Shota. Con gusto seré hermano para ti _.

_ Gracias, Kei, muchas gracias _ me dijo y luego me abrazó con cariño fraternal.

 

 Salir del hospital después haber estado más de un año en él fue caótico. Todo a mi alrededor era abrumador. Si es que alguna vez viví en una ciudad no lo recordaba en lo más mínimo. Cada cosa que veía me era absolutamente desconocida y aunque Shota tenía la paciencia de decirme qué era cada cosa por la que yo le preguntaba, muchas veces me quedaba con la duda con otras para no molestar. Aun así, día tras día, iba adquiriendo más conocimiento. Aprendí a manejar los artefactos eléctricos, a comprar en el supermercado, a pagar cuentas, a hablar por celular, a navegar por internet, a tomar el autobús y el metro, incluso se me daba bien cocinar. Esto último fue lo más raro, porque sabía perfectamente bien preparar comidas sin haber visto ninguna receta. Quizás mis recuerdos estaban volviendo de a poco y decidieron partir por mi parte culinaria.

El lazo que creamos Shota y yo se hizo más fuerte cada día. Cuando volvía del hospital se dedicaba a seguir con mis terapias aunque ello significara dejar de lado su cansancio. Y sus esfuerzos tuvieron resultados, al fin logró que dejara la silla de ruedas. Ahora caminaba con ayuda de una muleta. Lo hacía lento, pero para mí, era el mayor de los logros. La parálisis de mi cara aún persistía y eso me retraía de hacer cosas tan simples como reír. Sabía lo ridículo que me veía sonriendo con la mitad de la boca, así que evitaba todo aquello que pudiera arrancarme una risa. Lamentablemente Shota se deleitaba en verme sufrir y hacía hasta lo imposible por hacerme reír solo para fastidiarme.

Nunca logró hacerme reír.

Nos sentíamos como verdaderos hermanos.

Un día llegó con una gran sorpresa para mí, algo que nunca pensé que Shota me daría. Eso solo hizo que mi cariño y gratitud por él aumentara mucho más.

_ Ábrelo, Kei. Es para ti _ extendió un sobre hacia mi mano y lo abrí con un poco de torpeza aún de mi lado izquierdo.

_ ¿Qué significado esto? _ odiaba no poder expresar bien en palabras las ideas de mi mente. La boca seguía adueñándose de las palabras a su antojo.

_ Es un papel de adopción. Desde que despertaste del coma, hace casi un año, no has logrado recordar tu nombre y aún no tienes apellido. Para efectuar trámites, para sacar permiso de conducir, para abrir una cuenta bancaria o firmar un contrato de trabajo, debes tener un nombre, un apellido y una tarjeta de identificación. Es por eso que te ofrezco que oficialmente seas mi hermano, que ahora tu nombre completo sea Keitaro Takamura. Solo tienes que firmar el papel y lo presentamos en el ayuntamiento. Claro … eso si tú lo deseas. ¿Qué me dices? ¿Quieres ser mi hermano ante la ley?

Lo miré a los ojos y no pude evitar que lágrimas arrancaran de los míos. La emoción me desbordaba. Ese hombre que nunca antes me había visto antes de lo que me pasó, cuidó de mí, se preocupó de mi recuperación, me dio cobijo, alimentos, cariño, amabilidad, protección, amistad y ahora quería brindarme el profundo lazo de la hermandad. Yo quería a ese hombre con todo el corazón. Era la única familia que tenía en esos momentos y agradecía al cielo que lo hubiese puesto en mi camino. Me sequé lo ojos. No tenía duda alguna cuál sería mi respuesta.

_ Por supuesto que querer tu hermano _ le contesté y con cariño me abrazó agradeciéndome el que haya aceptado, cuando era yo el agradecido por su propuesta.




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