CHARITY
Había sido una semana maravillosa, la luna de miel perfecta. No sé en qué momento las cosas cambiaron. En realidad no fueron las cosas las que cambiaron, sino Kei. Algo sucedió en Ganryū-jima que lo cambió del cielo a la tierra. No supe si fue algo que hice o algo que dije pero su actitud evasiva conmigo se hizo absolutamente evidente, aunque él intentaba disimularlo.
De la nada comenzó a rehuir mis besos y abrazos con excusas tontas como que estaba sudado o que no se había lavado los dientes, etc. Al principio quise creerle, pero cuando la cosa se hizo más repetitiva, no pude menos que reclamarle.
_ ¿Qué es lo que te sucede, Kei? Has estado distante conmigo desde que volvimos de nuestra luna de miel. No se supone que esto deba ser así. Estamos recién casados y eso debería evidenciarse en nuestra forma de actuar el uno con el otro. Mientras yo me desvivo tratando de acercarme a ti, tu solo huyes y me repeles como si yo fuera un vil mosquito del cual solo quieres deshacerte _.
_ Creo que estás exagerando. Estoy igual que siempre, es solo que el trabajo se ha hecho pesado estos días y estoy cansado, nada más _ Seguro pensaba que yo era estúpida. Como si me fuera a creer semejante insensatez.
_ Entonces, pruébame que no estás molesto conmigo besándome _ le dije para desafiarlo. Por unos segundos lo pensó, pero luego se acercó a mí con furia y me besó de la misma manera. Era un beso extraño, que me transmitían sensaciones que Kei nunca me había hecho sentir. Había rabia y aspereza en aquel beso, pero luego se tornó en posesivo y demandante, como tratando de darme una lección. Me alejé de él y me di cuenta de que me había hecho sangrar el labio por el sabor a hierro que sentí en mi boca. Mis ojos se nublaron y él al verme, simplemente tomó su chaqueta y salió del departamento. Esa noche me dormí entremedio de lágrimas sin saber si había vuelto o no.
KOJIRO
No pensaba que me sería tan difícil la convivencia con Chary después de enterarme de la verdad de mi pasado. Me hubiera gustado tomar mis cosas e irme lejos de ella, pero no podía hacerlo. Por un lado no quería sentirme como un cobarde ante Musashi cuando éste se diera cuenta de que ya no estaba a su alcance, pero por otro, no quería alejarme de Chary porque aunque me pesara, la odiaba y la amaba a partes iguales. Detestaba ver la supuesta ignorancia que demostraba respecto a mi identidad y la de ella. La llamaba por su nombre. Dejé de usar apelativos amorosos porque me parecían hipócritas. Para mí ella seguía siendo la maldita hechicera que hizo que yo viajara a este mundo. Era cierto que ya no la condenaba por la muerte de Ozuru porque entendí que fue en defensa propia, cosa que el criado de Takana nunca me dijo.
Pero aún la culpaba por todo lo que me había tocado vivir. Recordaba vez tras vez la pesadilla que me reportó el vivir a diario con las secuelas del coma, así como con la lástima y la burla de la gente que me veía o me escuchaba hablar. Por mucho tiempo solo quise morir. No tener idea de quién era, ni de dónde venía ni por qué estaba aquí me ocasionaba un desasosiego profundo. Para mí ella era la gran culpable. Ella y su maldita magia me habían arrastrado hasta donde estaba. No podía, ni quería perdonarla. Tampoco ella había pedido mi perdón ni mucho menos reconocía nada. A ratos creía que de verdad era ajena a todo conocimiento y era eso que lo que me retenía a veces de sacar todo a la luz de una buena vez.
Cada día se me hizo más pesado estar ante ella porque quería lastimarla tanto como ella me había lastimado a mí, pero luego la veía tan triste por mi indiferencia que no sabía qué hacer.
Cuando me enfrentó a raíz de ello y me desafió a besarla, dudé si debía hacerlo o no. Sin embargo no podía permitir que sus dudas hacia mi actitud siguieran haciendo mella, así que opté por hacerlo. La besé con furia. Quería demostrarle que conmigo no se juega, que no era estúpido como ella pensaba. Pero a medida que transcurrían los segundos, dejé a un lado la ira y sentí que la pasión me envolvía, y es que besar a Chary siempre tuvo ese efecto en mí. Sus besos tienen el poder de hacerme olvidar todo y estaba a punto de conseguirlo cuando recobré el sentido volviendo a demostrar furia y desdén en aquel acto tan carnal. No me di cuenta de que había sido muy bruto hasta cuando se alejó repentinamente de mí y pude ver su labio sangrar y sus ojos cubiertos de lágrimas. De pronto me sentí un canalla porque a pesar de toda la rabia que yo pudiera sentir, jamás trataría de hacerle daño de esa manera. Me sentí podrido por dentro y solo atiné a tomar mi chaqueta y huir de delante de ella.
Salí a emborracharme porque creía que lo único que podía embotar mis sentidos lo suficiente como para no seguir pensando en su traición era el alcohol. No recuerdo a qué hora volví al departamento ni cómo lo hice dada la condición de ebriedad en la que me encontraba, pero una vez dentro me fui a la que había sido mi habitación antes de casarnos y ahí me quedé dormido hasta el día siguiente.
CHARITY
Las semanas siguientes fueron una sucesión de malos ratos junto a Kei. No podía entender qué fue de aquel hombre del que me había enamorado. Para mí era otro, uno muy cruel y dañino. Veía en sus ojos ira y decepción por algo que yo no sabía y cada vez que trataba de averiguarlo, se iba por la tangente evadiendo el tema. Cada vez las cosas se estaban saliendo más de control.
Un día me desperté a mitad de la noche y lo encontré revisando mi teléfono. No sé qué esperaba encontrar porque yo no escondo nada. Sé que eso debía hacerme sentir tranquila, pero lejos de eso estaba enojadísima. Era una clara violación a mi privacidad y él ni siquiera se inmutó cuando lo enfrenté.