CAPITULO 2
<<Todo era oscuro y nebuloso. La niebla se arremolinaba alrededor de sus pies, y un frío penetrante le calaba hasta los huesos.
-Alexander -, susurró una voz etérea, resonando en la quietud del sueño. - He estado esperando por ti. - el escritor se quedó inmóvil, tratando de identificar la fuente de la voz. La oscuridad lo envolvía como una manta pesada, y la niebla a su alrededor se espesaba de manera inquietante. A pesar del temor inicial, había algo en el tono de esa voz que lo atraía irresistiblemente.
-¿Quién eres?- preguntó, su voz temblando ligeramente. - ¿Por qué estoy aquí?-
-No temas. -, respondió la voz con una suavidad que lo tranquilizó. - Estoy aquí para ayudarte. Soy tu musa, la inspiración que has estado buscando.
La sensación de desconcierto aumentó. ¿Una musa? La idea era tan antigua que parecía fuera de lugar en su vida moderna. Pero en ese momento, en la bruma de aquel sueño, todo parecía posible.
-Te he visto en mis sueños -, continuó, sus palabras vacilaban. - Siempre en las sombras, siempre fuera de mi alcance.
-Sí -, dijo la voz, con una nota de melancolía. -Mi destino es estar a tu lado, guiarte y susurrarte historias. Pero hay cosas que no puedes saber, aún. Solo debes confiar en mí.-
-He estado tan perdido. Las palabras no fluyen como antes. Necesito tu ayuda...
-Y la tendrás-, prometió la voz. -Déjate llevar por mis palabras y las historias se revelarán a ti.
La bruma a su alrededor comenzó a disiparse lentamente, revelando un entorno nebuloso que se transformaba en un paisaje de colinas ondulantes y un cielo estrellado. A lo lejos, pudo vislumbrar una figura indistinta, pero antes de poder acercarse, el sueño comenzó a desvanecerse. >>
Cuando abrió los ojos, se encontró de nuevo en su habitación, el libro descansando en su pecho. La habitación estaba en penumbra, solo iluminada por la luz suave de la luna que se filtraba a través de las cortinas. Se sentó en la cama, tratando de retener la sensación del sueño, las palabras de la musa resonando en su mente.
<<-Alexander...He estado esperando por ti.>>
La voz de aquella musa era tan vívida, tan real, que por un momento consideró la posibilidad de que hubiera algo sobrenatural en todo esto. Pero luego, su mente racional se impuso. "Es solo sugestión," se dijo a sí mismo, intentando disipar la bruma del sueño. "Me dormí después de leer ese libro. Es natural que mi subconsciente mezcle las cosas."
Se levantó de la cama, dejando el libro en la mesilla de noche. Sus pensamientos estaban nublados, pero había una brizna de inspiración que no podía ignorar. Se dirigió al baño, se lavó la cara con agua fría, cuando alzó la cabeza, por un momento, no eran sus ojos grises los que le devolvían la mirada. Tuvo que volver a refrescar su cara con agua otra vez para disipar aquella visión.
Mientras se secaba el rostro con una toalla, una idea comenzó a formarse en su mente.
Después de una ducha rápida y un café negro, se sentó en su escritorio, listo para escribir. Abrió su ordenador y comenzó a plasmar las ideas que habían invadido su mente durante la noche. Las palabras fluyeron con una facilidad asombrosa, como si estuvieran siendo dictadas por una fuerza invisible. La historia que emergía era una tragedia épica, una narrativa de amor centrada en una musa olvidada, inspirando desde las sombras.
<<Una noche, cuando la desesperación alcanzó su punto álgido, Kallias decidió alejarse de su hogar. Caminó sin rumbo fijo, guiado solo por el brillo plateado de la luna llena. Sus pasos lo llevaron a las ruinas de un antiguo templo dedicado a las musas, un lugar que había sido olvidado por todos excepto por los más devotos soñadores y desesperados. Las columnas caídas y las enredaderas que cubrían las piedras parecían murmurar secretos del pasado. Kallias, sintiéndose abrumado por la belleza melancólica del lugar, cayó de rodillas y comenzó a rezar, suplicando a las musas por una chispa de inspiración.>>
Sintió un eco de su propia frustración en Kallias. Se frotó los ojos cansados y respiró hondo, sintiendo una extraña mezcla de alivio y tensión al ver cómo la historia comenzaba a tomar forma.
Un escalofrío recorrió su espalda mientras describía las ruinas del templo. Recordó sus propios paseos nocturnos por la ciudad, buscando desesperadamente algo que encendiera su creatividad.
<<Fue entonces cuando la vio. Emergiendo de las sombras como un espectro, una figura etérea se presentó ante él, una musa, cuya presencia irradiaba una luz tenue y misteriosa, apareció entre las columnas derruidas. Sus ojos, profundos, tan negros como el oceano en calma en una noche sin luna, reflejaban siglos de sabiduría y un dolor indescriptible.
Su voz, cuando finalmente habló, era como un susurro de viento a través de las hojas, una melodía suave que resonaba en lo más profundo del alma de Kallias.
-He visto tu sufrimiento, Kallias,- dijo aquella visión preciosa, con una voz que parecía contener todas las penas y esperanzas del mundo. -He sentido tu lucha y tu anhelo por la grandeza perdida. He decidido compadecerme de ti y ofrecerte mi ayuda. Permíteme ser tu guía, y juntos encontraremos las palabras que te han abandonado.->>
Alexander hizo una pausa, dejando que la voz de su sueño resonara en su mente. La musa parecía tan real, tan tangible, que casi podía escuchar sus susurros en el aire tranquilo de su estudio. Tomó un sorbo de café, intentando disipar la sensación de que algo más allá de su comprensión estaba guiando su mano.
<<Kallias, embelesado por la belleza sobrenatural de aquella musa y la promesa de recuperar su talento, aceptó su oferta sin dudar. Desde ese momento, las palabras comenzaron a fluir de su cálamo con una facilidad y una belleza que nunca había experimentado antes.