Capítulo: 14
{Maravilla de ojos verdes.}
Yull
¿Pero qué carajo hace el nerd aquí? Se supone que se pasaba viernes, sábado y domingo estudiando, y no de fiesta.
¿Y hacia donde carajos estamos yendo?
Ah cierto, ya me acorde.
A buscar como secar la remera, que sin querer le manche con cerveza, me doy vuelta para ver si me sigue, y si él está detrás mío mirando hacia abajo.
Debo admitir que se ve guapo así vestido. La remera blanca marca muy bien su torso. Sus piernas se ven tan perfectas en ese jeans negro. Todo en él grita “Soy perfecto pero no me doy cuenta.”
¿Qué demonios estoy pensando? Seguramente los golpes y la mota. Tienen algo que ver con lo que ahora pienso. Si seguro es eso.
Llegamos a los cuartos de arriba. En donde la música no era tan alta, por suerte. Tanto barullo lastimaba mis odios. Entramos a la habitación de Zack, ya que tengo la llave de la misma.
Él se mete conmigo al cuarto. Si fuera otra situación y otra persona completamente distinta. Pensaría que tendría sexo.
Pero no es William, el chico que por primera vez en mi vida. No me mira como un pedazo de carne. Lástima que solo eso soy.
Le doy una sonrisa de oreja a oreja. Y él me mira extrañado.
— Sácate la remera así veo si le puedo quitar la mancha— ordeno. Él se encoje de hombros y hace caso a mi petición.
Se saca la remera flexionando los brazos. No puedo evitar recorrer todo su cuerpo, sin ningún tipo de timidez. Quién diría que debajo de esas camisas sueltas y eso zapatos de anciano. Se esconde el cuerpo tonificado de un muy sexy y atractivo rubio.
Aunque siendo honesta, marcado o no. Este chico sigue siendo sexy, demasiado sexy. Muerdo mi labio con impaciencia. Si estoy un minuto más con él aquí, terminare besándolo. Y no quiero eso, no hoy.
Tomo la prenda en mis manos y paso al baño con rapidez. Me alejo antes, de que mis muy dañados impulsos me hagan hacer algo.
La prenda olio a él, un aroma agridulce como si fuera la mezcla de limón y jabón de la ropa.
Mojo la remera con el agua fría, empiezo a refregarla con el jabón. Intentando duras penas sacar un poco la mancha.
— ¿Por qué bailaste como una stripper? — pregunta de la nada.
Miro hacia mi costado. William estaba parado en el marco de la puerta. Sus brazos cruzados sobre su pecho y sus lentes en la punta de su nariz. Todo en la grita “Cómeme”.
Me di cuenta que pase muchos segundos observándolo. Así que pongo una cara neutra y me encojo de hombros.
— Porque tuve ganas.
<< O por que no te quedo otra opción. >> Esa es mejor respuesta que la que salió de mis labios.
— ¿No te molesta las cosas que te dicen? ¿Cómo te miran los chicos? ¿O lo que piensan de ti?
Me quedo pensando molesta. Las preguntas del nerd, me están haciendo enojar. Mi sien late con fuerza.
Él no tiene idea de lo que pase y se cree con el derecho de hacerme estas preguntas estúpidas.
— ¿No te molesta hacer tantas preguntas nerd? — interrogo enojada.
Tallo con más fuerza su remera. Siento mis ojos picar.
Creo que voy a llorar. No quiero hacerlo.
¿El cree que no sé qué todos me miran de forma lasciva? Lo es desde que me crecieron los pechos. Y Damián me lo recuerda cada vez que me ve.
— La verdad nunca sé que pensar de ti — responde finalmente.
Me quedo mirándolo.
¿Qué pensara él de mí? ¿Acaso me importa lo que un chico como el piense de mí?
Su vida debe ser perfecta de esas. En las que su madre lo besa y su padre le da palmadas en la espalda, felicitándolo por ser tan inteligente. Él no va a entender me nunca. Y lo que piense de mi me tiene sin cuidado.
Hace tanto me dejo de importar, lo que los demás opinen. Al fin y al cabo, solo yo sé lo que soy.
— Nerd, vivimos en un país libre. Puedes pensar lo que quieras de mi — espeto irritada. — Al fin y al cabo, me tiene sin cuidado.
— Bueno, tampoco es para que te enojes — comenta malhumorado. — Solo tenía una idea de ti y ahora no se ni siquiera como describirte.
— Pregúntale a tu novia. Ella tiene varios adjetivos para describirme.
Sé que di en el blanco. Y él se quedó callado.
¡Al fin! No quiero escucharlo. No quiero que me diga como pensaba que yo solo era una adolecente hormonal y ahora soy toda una puta.
La verdad tengo tan presente esa palabra cuando dicen mi nombre.
¿Acaso él pensara que no sé cómo me dicen a mi espalda? No soy tonta. Sé que tengo mi reputación y me tiene sin cuidado.
Termine de lavar la remera y la estruje, estaba muy mojada pasaría unas cuantas horas hasta que se secara.
— Tu remera estará lista en unas horas. Creo que es mejor que esperes — digo encogiéndome de hombros.
Suelta un suspiro frustrado. Me mira a mí y luego a la prenda.
— Me la pondré así. Tengo que irme.
Aparentemente el hecho de nombrar a su novia. Hace que quiera huir lejos de mí. Eso es interesante.
— Pero te hará frio y te enfermaras.
— ¿No es acaso que te tengo sin cuidado? — pregunta enarcando una ceja molesto.
La verdad la mayoría de las personas (excepto niños) me tienen sin cuidado. ¿Por qué me importa si se enferma o no?
— Lo que pienses de mí. Me tiene sin cuidado.
Él simplemente asintió. Acomodo la remera para ponérsela.
<< Sí que es terco el nerd. >>
Me acerco a él e intento quitarse la de las manos. Pero por un error de cálculo, él se resbala tirándome al piso con él.
El golpe más fuerte se lo llevo él. Ya que su cuerpo amortiguo el golpe.
Quede arriba de su firme pecho. Él tenía sus manos En mis hombros, la presión era débil. Pero ardían como el demonio. Internamente insulte al causante de esos hematomas.
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Editado: 26.01.2022