Capítulo 23.
{Alegría pasajera.}
William.
Cabizbajo y sin mucho ánimo, me encamino a mi último entrenamiento de natación. Sé que es temporal, pero al mismo tiempo sé que no poder competir en las regionales, ni mucho menos clasificar para los juegos olímpicos.
Al llegar al establecimiento me encuentro con el resto del equipo sentado en la gradas, hablando y riendo.
— ¡Hey! Will, cariño acércate — grito Leticia. Tenía puesto un conjunto deportivo rosa.
— Hola — saludo acercándome.
Noto que Lucia tiene el mismo conjunto deportivo, solo que el suyo es de color celeste. Sonrió divertido.
— ¿Gemelas fantásticas? — pregunto burlón.
Gabriel y Bruno se ríe. Las mellizas me miran con cara de pocos amigos, para luego golpearme en el brazo.
— ¡Que agresivas!
— Y vos, un tonto — comenta irritada Lucia.
Tomo asiento junto a Gabriel.
— ¿Así que fuiste parte de una pelea? — indaga curioso.
¿Cómo es que se enteró de eso? Ni siquiera vamos al mismo colegio.
Su pregunta capto la atención de los otros tres. Quienes me miraron con mucha curiosidad.
— ¿Cómo es que sabes eso? — pregunto. — Es decir, ni siquiera vamos a la misma escuela.
— Pero existen las redes sociales, bobito — comenta obvio. — Vi un video en Facebook de ti peleando con un chico. Nunca pensé que fuera de esos chicos que se meten en peleas.
— ¿De qué pelean hablan? — pregunta Lucia. — Nunca me entero de nada.
— Ey, si cuenta William — pide Leticia.
Ruedo los ojos, no es algo de lo que este orgulloso. Pero para ser sinceros, estoy feliz por el resultado.
— Bien, el chico es un idiota. Trato como basura a Yull, la sobrina de Agustín. Entonces primero la defendí en una fiesta… Salí menos lastimado esa vez.
— Para, para — me interrumpe Gabriel. — El video que vi yo, era de día. Es decir ¿No es la primera vez que peleas? — niego con la cabeza. Todos hacen una exclamación de sorpresa. — Wow, no me lo creo. En serio, jamás pensé que fueras de esos con poca paciencia y ganas de golpear a todo lo que se te cruza.
— No, te confundís. Solo pelee dos veces y las dos veces fue contra Zack.
— ¿Las dos veces por Yulliana? — pregunta Lucia.
— Sí.
— ¿Por qué? — esta vez quien pregunto fue Bruno, quien se había mantenido al margen todo el rato.
— Es que Zack, le faltó el respeto. Y eso es algo que no soporto, nadie le puede hablar así a una chica. Mucho menos a ella.
Todos me observan atentos.
— ¿Y porque la defiendes tanto? — pregunta Gabriel totalmente intrigado.
— Porque ella me importa.
Lucia y Leticia, se llevan las manos a la boca. Pero antes dicen un pequeño “oh”
— ¿Pero no tenías novia? — pregunta Bruno. — Digo, hablas como si ella fuera más que una amiga.
Me rasco la nuca, por alguna tonta razón. Me sonrojo, me sonrojo como un niño pequeño.
— Si, estaba de novio. Pero terminamos, y ahora salgo con Yull.
La cara de todos es de sorpresa.
¿Qué? ¿Enserio era tan improbable que ella se fijara en mí? Es decir ella es popular por así decirlo. Y yo, bueno… Soy un chico decente.
Pero al ver que no dicen nada. Lucia es quien señala hacia atrás de forma disimulada. Me doy vuelta. Encontrado me al profesor Agustín Valverde, mirándome con una ceja alzada.
Gabriel palmea mi hombro.
— Valiste verga, amigo — murmuro.
Bruno me lanza una mirada de simpatía.
— Bueno, a ver si dejan de hablar sobre sus vidas — dice. Cruza sus brazos sobre su pecho. — Vallan a cambiarse. Tenemos un evento de acá a unas semanas.
Con miedo y obediencia. Hacemos caso a lo que él dice.
Al pasar por su lado, el entrenador me toma del brazo. En un agarre firme, el cual me pone nervioso.
— Después del entrenamiento quiero que hablemos.
***
Estaba fusilado. No sentía mis brazos, mis piernas ardían. Estaba exhausto.
Al parecer el entrenador hablaba enserio con “entrenamiento duro y exhaustivo”. Con demasiada pereza, termino de cambiarme en el vestuario.
— ¡Dios! me duele todo el ser humano — se queja Gabriel.
— Esta vez, no estas exagerando.
Estiro mis brazos, buscando que así estén menos tensos. Pero solo alivia por unos segundos el dolor.
— Eso pasa, cuando te coges a la sobrina del entrenador — dice Bruno pasándose la remera sobre la cabeza.
— No hables así de ella — espeto molesto. — Salgo con ella, no implica que tengamos relaciones.
Gabriel y Bruno se miran entre sí. Luego sueltan una risotada.
— Tienes a la chica más hermosa. Y no las has probado.
— Eso William, no es por ser babosos ni nada. Solo no entiendo ¿Cómo no te han explotado las bolas? — pregunta Gabriel.
Suelto una pequeña risa, ya que ellos no me lo preguntan con malicia. Sino en un tono compinche y juguetón. Aunque no salgamos a menudo, somos equipo y somos amigos.
— No estoy desesperado por estar con ella de esa forma. Es más, empezamos a salir hace poco...
— ¿Estas segura de que no eres gay? —pregunta burlón Bruno.
— Idiota — murmuro tirándole con una toalla. — Es que no soy así. No soy de ir y coger al mes o a la semana de salir. Soy más del tipo romántico…
Mis amigos empezaron a reírse como locos. Claro, me había olvidado de que hablo con dos simios.
— Jode, ¿Sos de eso que lo hacen lento y romántico? — se burla Gabriel. Bruno no para de reírse a carcajadas. Esta doblado con las manos en sus rodillas.
— ¿Vos sos del que lo hace rápido y en dos minutos? — pregunto con el mismo tono de burla.
Gabriel deja de reír y me mira molesto. Bruno sigue riendo, ese chico. Tiene unos pulmones excelentes, cinco minutos enteros riendo sin parar.
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Editado: 26.01.2022