Maraton capitulo 5/5.
Capítulo 31.
{La noche más larga.}
Yull.
5 de enero del 2010.
Escuchaba los gritos de mis padres como si estuvieran discutiendo al lado mío, y no en la oficina de mi papa. Como era costumbre.
Salgo de mi habitación. Encontrándome con el chico que me sigue a todos lados desde que tengo uso de razón, Zacarías o como a mí me gusta llamarlo Zack.
— ¿Qué haces aquí? — grite, ya que mis papas hacían demasiado ruido. Lo tomo de la mano y lo meto a mi habitación.
Él quedo frente a mí. Soy más alta que él, en realidad soy más alta que todos en mi salón.
— Le dije a mi papa que quería verte — responde. Haciendo que sus mejillas se coloren de un rojo. Mama me explico que eso hacen los chicos cuando les gustas.
Pongo mi mejor sonrisa coqueta, pongo mis manos sobre sus hombros. Y de una forma brusca y desprevenida uno sus húmedos y finos labios con los míos.
Zack permanece duro durante unos segundos, hasta que sus manos me toman por las caderas, pero siempre teniendo espacio entre nosotros.
Hago lo mismo que veo hacer a mis padres. Acabo de darle mi primer beso a un chico, con once años. Seguro mis amigas morirán de la envidia.
— ¡Ay me mordiste! — me quejo separándome de Zack.
Él se ríe, haciendo que yo también lo haga.
— ¿Ahora somos novios? — pregunta el pestañeado con rapidez. Haciendo que sus lindos ojos azules brillen.
—No, somos chiquitos. Aparte mi papa no me deja tener novios.
Hace un puchero, pasa un brazo sobre mis hombros. Lo miro con una sonrisa y lo vuelvo a besar, estos besos son muy babosos.
— Pero no se deberían enterar — murmura contra mi boca.
—Mmmm.
La puerta de mi habitación se abre, haciéndonos separar.
— Ah, Zack estas aquí — dice mama. Ella esta vestida como todos los viernes en la noche. Tiene un hermoso vestido de coctel negro lleno de brillos. Su cabello está atada en una hermosa cola de caballo negra. Tan fina y delicada, pero algo me llamo la atención.
Su mirada, su mirada no es la misma. Sus ojos tienen algo que me eriza la piel, me hace sentir miedo.
— Hola — saluda Zack.
—Yull, vístete bien. Hoy vienen los amigos de tus padres y tienes que ir con nosotros.
— ¿Zack puede venir? — pregunto tomando su mano.
— Claro, su padre también vendrá con nosotros.
Mamá nos mira una vez más y sale de la habitación. Suelto a Zack, pero como de costumbre el me sigue. Voy hacia mi gran armario en busca de que ponerme. Cuando veo que Zack tiene intenciones de entrar le pongo una mano en su cabeza.
— Alto ahí vaquero — dije. Él sonríe de forma traviesa.
—Oh está bien.
Casi una hora después viajaba en el auto de mi padre, quien iba serio como siempre. Mama iba en el asiento del lado. Con la ventanilla abierta haciendo que el humo de su cigarrillo se pierda en la noche.
Zack iba con su padre. Miro mis lindos botines negros.
— Cierra esa ventanilla Lucia — se queja papa.
— Deja de hablar — pide ella. — Tu voz me da jaqueca.
— ¿Qué dijiste? — pregunto. Estaciono el auto de golpe, le arrebato el cigarrillo de la mano. Aun encendido se lo pego como si fuera un sticker, en su brazo. Mamá pego un grito de dolor. — ¿Te duele? — pregunta con una sonrisa.
Siento el miedo recorrer mi cuerpo.
— Damián basta — suplica.
El machaca el cigarrillo en el brazo de mama. Dejando una marca negra y con feo olor.
Mama lloraba en silencio. Papá se limpió la mugre de los dedos, para seguir manejando como si fuera lo más normal del mundo.
Mama lloraba en silencio. ¿Por qué deja que la golpee?
¿Acaso eso es lo que se debe hacer? ¿Tengo que dejar que me lastimen y así voy a tener amor? Yo no quiero ese amor. No quiero eso.
Baje mi vista hacia el suelo del auto. No me di cuenta cuando llegamos.
Bajo del auto y me encuentro con Zack. Él me sonrió, camino hacia mí y se puso a mi lado.
— Zacarías — lo saluda mi padre.
Lo mira con algo de miedo. Pero le devuelve el saludo.
— ¿Qué esperas Damián? Vamos a inaugurar la Rosa negra — dice feliz Sebastián, el padre de Zack.
Seguimos a los adultos hasta el nuevo local de mi padre.
Nunca imagine que sería así, el lugar era demasiado raro. Se escuchaban sonidos como los que hacían mis padres después de pelear.
Por instinto tome la mano de Zack, pero el a ver que mi papá lo observaba me soltó. Fruncí el ceño, confundida.
Los grandes hablaron entre ellos un rato. Yo me estaba aburriendo demasiado, quería estar en mi cuarto viendo mi película favorita.
— Damián, viejo amigo — dice un hombre de la edad de mi papa. Tenía el pelo negro, ojos grises y daba mucho miedo.
— Bidel ¿Qué te parece el lugar? — pregunto papá.
— Un lugar bastante sofisticado, pero le hace falta carne fresca — admite. — ¿Me entiende no?
De pronto los ojos grises de ese hombre, me miran. Una sonrisa macabra aparece en sus labios.
— ¿Quién es esta hermosura? — pregunta intentando tocar mi cara. Pero mamá se le pone al medio esquivando su asquerosa mano. Él la mira furiosa.
— Ella es nuestra hija — dice molesta. — No se atreva a tocarla.
Papá la miro con tanta rabia y furia, que me dio miedo. Quería decirle que no importaba, que no tenía miedo. Con tal de que papa, no la mire de esa forma.
— Lucia, acompáñame — pide mi padre, tomándola del brazo. — Discutiremos eso luego Bidel.
Ese tal “Bidel” se me quedo viendo con la misma extraña sonrisa.
Sentía miedo, no sabía porque. Pero ese hombre me hacía sentir insegura.
Claro que en ese momento, no sabría que él. Se convertiría en el dueño de mis pesadillas.
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Editado: 26.01.2022