Capítulo 32.
{¿Me querrías si te dijera toda la oscuridad que hay dentro de mí?}
William.
— ¡YUYU! — el grito de Azucena me saco de mis pensamientos. Se removió en mis brazos. Con delicadeza la deje sobre el suelo.
La pequeña pelinegra salió corriendo a los brazos de Yull. Su madre…
Yull la tomo del suelo y se la llevó al pecho. Abrazándola con fuerza, hasta sentía sus sollozos.
Miro a mi mama, quien sostenía una de las manos de Yull entre las suyas. Ella me hace una seña para que me acerque. Con cuidado lo hago, no quiero arruinar el momento.
Azucena acaricia el cabello de Yull. Mientras ella esconde su cabeza en el cuello de la pequeña. Como si eso la tranquilizara.
Luego levanta la cabeza y me mira, esos ojos azules. Destilan tristeza, miedo y temor.
Siento la sangre hervir. De pensar que ese canalla la lastimo. A mi cabeza llegan las palabras del entrenador. Llegan vagos recuerdos de Yull, de años anteriores. Cuando faltaba por semanas, cuando iba más maquillada. Recuerdo a Keity decir “Ella solo quiere presumir, usa demasiado maquillaje. Parece un payaso.”
Ahora que lo pienso ¿Si solo se maquillaba para tapar los golpes?
— No me mires así — se queja.
— ¿Así como? — pregunto enarcando una ceja.
— Con lastima — completa mamá. — Ella no quiere lastima, ella quiere la sostengas. No la mires como si se fuera a romper.
Miro a mi madre, noto que tiene la misma mirada que Yull.
— Pero, si no la miro con lastima — me defiendo. — Solo me siento enojado — concentro mi mirada en Yull —, de no poder protegerte de todo lo que te hace daño.
Ella me dedica una mirada triste y resignada.
— Es que, no deberías protegerme. No deberías protegerme de alguien que debería cuidarme.
— Tampoco deberías batallar con eso sola.
Mamá nos mira.
— Los dejare solos — anuncia. — Les aviso cuando este la comida.
Acaricia la mejilla de Yull. Luego la cabecita de Azucena. Quien parece muy cómoda en los brazos de Yull.
<< ¿Quién no lo estaría?>>
Podría declarar monumento nacional los abrazos de Yull.
Mamá acaricia mi mejilla. Me mira a los ojos transmitiéndome paz.
Cuando ella sale de la sala. Tomo asiento al lado de Yull.
Por instinto tomo su mano, entrelazando sus dedos con los míos. Sintiendo su palma contra la mía. Suelto un suspiro.
— ¿Qué? — pregunta.
— Te extrañe demasiado — confieso.
Eso pareció sorprenderla. Ya que su boca se abre con genuina sorpresa. Para esbozar una hermosa sonrisa.
—Yo te extrañe más — asegura. — Los necesitaba tanto. Ustedes dos son mi foco de esperanza — sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas. — Pensé que estaba perdida, quería tirar la toalla. Quería simplemente que la oscuridad me consumiera.
Al entender a que se refería. Sentí miedo. No ella nunca debería considerar eso como una opción.
— Ven — le pido.
Me acomodo en el sillón. Apoyando mi espalda en el respaldar, abrí mis brazos para que ella se metiera entre ellos.
Su espalda se acomodó en mi pecho. Rodeo con mis brazos a ambas. La cabeza de Yull apoyada en mi hombro. Beso su cabeza.
— Pero cuando pensé que me consumía. Los vi, los vi a ustedes. Pensé “No puedo dejar a quienes me hacen feliz” — su voz es temblorosa. Azucena, pone una mano en la cara de Yull. — Aunque avecés no lo demuestre o no lo diga, los quiero. Los quiero tanto, son mi esperanza. La luz en la oscuridad, lo que me hace sentir humana y feliz.
Mi corazón bombeaba con fuerza en mi pecho. Por un lado me duele, me duele su dolor. Recibiría toda esa oscuridad, con tal de que ella no sufriera.
No paso por alto, sus palabras. << Los quiero>>
— Nunca pienses en rendirte. Ni siquiera la consideres una opción — hablo. Mientras la estrujo más contra mi pecho. — Yo te quiero muchísimo. Tal vez no pueda protegerte de todo lo malo. Pero estoy aquí para ayudarte, porque no solo soy tu novio. Soy tu amigo, soy alguien en quien puedes confiar.
— Pero te eh mentido.
— Tenías razones para hacerlo.
— Esas razones no son válidas.
— ¿Por qué no?
— Porque tenía miedo de que ya no me quisieras, cuando supieras todo lo que escondo.
— ¿No te das cuenta de que ya caí por ti? — pregunto algo sorprendido. Ella gira su cabeza y me mira. — Estoy enamorado de ti — confieso.
— ¿Cómo? —cuestiono incrédula.
Beso su frente.
— Como cualquier hombre, se enamora de la mujer correcta. Loca y perdidamente. Me has cautivado en cuerpo y alma.
Ella se ríe llorando.
— No lo entiendo.
— ¿Qué no entiendes? ¿Cómo soy tan romántico? Pregúntale a Nicholas Sparks.
La hago reír. Me doy puntos por eso. Quiero verla reír todos días. Quiero que sus ojos se achiquen por la risa y se humedezcan por las carcajadas.
— No, no entiendo cómo puedes amar a un desastre como yo. No conoces ni la mitad de mí. No sabes sobre mis demonios, ni mis miedos. Ni siquiera fui sincera acerca de Azucena.
— No conozco todo sobre ti. Pero estoy dispuesto a descubrirlo. Quiero saber todo de ti y que sepas todo de mí. Quiero que te enamores, como yo me enamore de ti.
Ella lleva mi mano a su boca para besar mis nudillos.
— Te besaría los labios, pero la posición me lo impide — asegura riendo. — Baje la guardia contigo. Pensé que nunca sentiría esto por alguien. Sentir amor y seguridad con un hombre. Amar es algo tan nuevo para mí — dice acariciando mi mano. —Pero siento tanta emoción, al pensar que puedo sentir tanto por alguien, por ti. Siento algo demasiado parecido al amor y quiero que ese sentimiento crezca.
Ella se incorpora con Zu, todavía en sus brazos. Quien se había dormido, se veía demasiado tierna en sus brazos.
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Editado: 26.01.2022