Después de ocho largas horas de viaje por fin llegue ¿Quién diría que viajar en tren es tan agotador? Tome mi mochila en donde llevaba todo lo necesario, o al menos lo necesario para mí, unos dirían que para irse de viaje es importante la ropa, un cepillo de dientes y una que otras cosas personales, pero no para mí, yo prefiero cargar mi computadora, mis herramientas y claro mi daga, entre otros.
—Humm —Exclamó preguntándome donde podre quedarme hoy.
Otros hacen un plan de viaje antes de ir a un lugar, pero en cuanto a mí.... Bueno, solo digamos que no se me da muy bien eso de planear cosas y gracias a eso ahora estoy perdido. Creo que estoy en los barrios altos ya que no veo más que mansiones enormes con coches de marca en sus estacionamientos.
—Maldición —Es lo único que puedo decir en voz baja. Estoy perdido y como si fuera poco el sol está golpeando con intensidad. Saco el celular de mi bolsillo para mirar la hora y veo que marcan las doce, eso explica por qué el sol golpea con tanta intensidad.
Perdido y con calor decido preguntar a alguien por un motel cercano para hospedarme, pero para mi suerte no hay a mí alrededor así que decido acercarme a una lujosa mansión que se encontraba en frente mío, golpeo la puerta y una mujer de cabello castaño tez blanca y una vestimenta un tanto elegante para mi gusto abre la puerta.
—Oh ¿viene por lo del empleo?
—¿Eh? —Es lo único que logro articular ante la confusión de lo que esta mujer habla.
—Sí, a lo del empleo para guardia personal —¿Un empleo de guardia personal? —Yo… —Justo cuando iba a responder que solo buscaba una dirección una idea se me cruzo por la mente «¿Claro porque no?» No iba a robarles ni nada por el estilo, pero si pagan bien qué más da después de todo creo que ha de ser mejor que mi empleo anterior.
—Por supuesto —Respondo—, vengo por el empleo.
La mujer me mira de pies a cabeza dedicándome una extraña mirada para después hacerse a un lado para que yo pueda entrar.
—Por favor sígame.
Caminamos por un pasillo en el cual hay varias cosas que parecen ser muy caras como unas pinturas, floreros, e incluso una pequeña escultura de metal abstracta posada en una mesa de cristal. Llegamos a lo que parece ser la sala en donde hay una mujer que parece no estar contenta con mi presencia a lo que hago caso omiso.
—Por favor tome asiento —Me dice la mujer, aunque ahora que la veo de cerca parece ser una mujer de edad mayor, lleva una blusa roja un pantalón que parece ser de paño color negro y tacones negros.
—Así que dígame señor…
—D. —Respondo.
—¿D?
—Ese mismo. —Ella pone una cara de sorpresa para segundo arrugar levemente su ceño al pensar que la estoy tomando del pelo.
—Bien señor D, dígame ¿alguna vez ha hecho trabajo de guardia?
—No. Nunca, esta es la primera vez.
—¿Tiene experiencia con los cuidados médicos de una persona? —¿Médicos? No lo entiendo, a que se refiere con “médicos” a lo cual contesto con una pregunta.
—¿Médicos? —Pregunto. Parece ser que mi pregunta le molesto pues note nuevamente como frunció el ceño por un instante.
—Se trata de un caso de Flowfer, una enfermedad aún desconocida en sí. Pero primero debo saber ¿Cómo se enteró usted de este empleo señor D?
—Internet —Respondo casi instantáneamente manteniendo la calma, pero aun así lo que dijo me dejo algo en claro y es que no buscan un guardia personal sino una niñera personal ¿Acaso los hospitales no dan esas clases de servicios?
—No, no tengo experiencia alguna con cuidados médicos —Parece ser que esa respuesta le desagrado en su totalidad pues fue lo único que pude notar en su rostro, debe de estar pensando que la estoy haciendo perder su tiempo.
—Bien iré al grano señor D, ¿Por qué piensa usted que debería contratarlo?
Esa pregunta sin duda alguna no me la esperaba de su parte, pero aun así respondo.
—Me especializo en protección personal, análisis de situación de cualquier caso ya sea de emergencias y en lo personal me considero muy bueno para adaptarme a cualquier situación —Respondo con toda la calma del mundo, sus intentos de intimidación con su actitud y apariencia puede que funcionen con otros, pero no conmigo. He estado en peores situaciones que esta y con gente mucho peor.
—Señor D ¿Está totalmente consiente de que estará trabajando con una persona que sufre de una enfermedad totalmente desconocida? Muchos han abandonado este trabajo por el temor de que sea, contagioso.
No entiendo porque esta mujer da tantos rodeos, pero respondo.
—Claro, estoy totalmente dispuesto —Digo fingiendo una sonrisa.
La mujer se me queda viendo fijamente mientras aprieta su mandíbula.
—Bien señor D, espero que no me decepcione —Dice levantándose y extendiendo su mano mientras hacía una seña a la mujer que me abrió la puerta, me levanto igualmente y respondo estrechando su mano para sellar el trato.
—No será así señora… —Me detengo dándome cuenta de que no se su nombre.
—Emilia, Emilia Servamp.
—Bien señora Servamp será un gusto escoltarla a usted —Digo forzando una sonrisa. Sinceramente me sorprende que estuviera enferma, pues a pesar de ser mayor, parecía estar en buena forma.
—Oh no, no cuidara de mi —Explica mientras pone una mano en su pecho.
—¿Qué? —Pronuncio ante la confusión ¿Si no es a ella a quien cuidare?
—Cuidara de mi hija, María.
Entonces, ¿seré la niñera de una niña?
—Por cierto, señor D ¿Qué edad tiene usted?
¿Edad? No creí que eso importara realmente, pero supongo que no tengo otra opción.
—Diecisiete años— mentí esperando un “lo sentimos, eres muy joven para este trabajo.” No es que necesitara desesperadamente un empleo, o dinero, pero un empleo parece una buena fachada.
—Oh, bueno, espero que no tener ningún inconveniente con eso —Dice cortante.