Mi Nombre Es D.

Capitulo Tres

Una vez terminada la entrevista la señora Servamp decide mostrarme la casa personalmente, pasamos por la cocina, los cuartos, el cuarto de lavado, y otras tantas habitaciones que tan solo pude dar un largo suspiro ya que sin duda alguna sé que me perderé en esta casa si me dejan solo. Por último, pasamos por el patio trasero el cual solo estaba habitado por una vieja parilla y unas cuantas sillas junto con unas mesas.

—Bien señor D, ahora le presentare a mi hija.

—Claro —Respondo sin emoción alguna.

—María, María, María —Después de volver a cruzar esta casa mientras ella llamaba el nombre de María por toda la casa aun no la encontrábamos. «No me sorprende que no la encuentre, este lugar es enorme ¿Quién necesita una casa tan grande?—Pienso».

—María.

Por fin la encontramos.

—Quiero presentarte al señor D, el será tu guarda espalda personal —Me paro junto a la señora Servamp para poder conocer a quien tanto buscábamos, pero por lo visto no le agrada mi presencia ya que solo frunció el ceño al apenas verme, pude notar el cómo mantenía su mano en su cabeza a lo cual solo me pude preguntar ¿le dolerá la cabeza? No se veía muy bien se veía muy pálida.

—Mamá yo... 

Me muevo por reflejo logrando agarrarla de su muñeca antes de que toque el suelo. Muchas chicas me habían dicho que morían por mí, pero esto ya es ridículo.

—¡¡María!! —Grita la señora Emilia.

La cargo entre mis brazos minetras ella sostiene su rostro con sus manos.

—¿Dónde la dejo? —Pregunto.

—Arriba en su cuarto —Exclama con tono de angustia en su voz.

Sin decir más sigo a su madre hasta el segundo piso. Abre una puerta blanca. Al entrar puedo divisar varios libros en una estantería junto a unos trofeos.

—Aquí —Ordena mientras hace a un lado las sabanas de la cama.

Haciendo caso a la indicación la deje en su cama, su madre la arropa mientras mira su estado ignorando por completo mi presencia. Después de cinco largos minutos de silencio tras ser ignorado decido hablar.

—¿Cuándo empiezo?

—¿Eh? oh claro —Después de limpiar una lagrima que se le escapo y acomodar su garganta responde—¿Cuándo cree poder traer lo necesario para su estancia aquí?

—¿Estancia? —Pregunto incrédulo.

—Claro, necesitare un servicio de veinticuatro horas para el cuidado de mi hija —¿Me estará tomando el pelo? ¿24 horas? Sin embargo, me será útil para no buscar un lugar donde tener que vivir.

—Ya traigo todo lo que necesito —Respondo a lo cual solo respondió ella con una cara de sorpresa seguramente al notar que lo único que traía conmigo era mi mochila.

—Bien, sígame.

Asiento y la sigo. Salimos de la habitación y damos solo unos cuantos pasos antes de que se detuviera en seco.

—Esta será su habitación —Dice mientras abre una puerta blanca.

La miro esperando que me diga que es una mala broma. Mi habitación queda al lado de la de ella. Miro dentro de la habitación la cual es algo sencilla pero grande, consta de una cama a un lado de la habitación y junto a ella una mesita de noche, un escritorio al otro lado de la habitación el cual sin duda será lo primero que usare, un armario ¿Quién necesita un armario tan grande? Sin duda alguna no lo usare. No puedo evitar notar otra puerta blanca dentro de la habitación ¿otro armario talvez? Sin pensarlo dos veces me dirijo a la puerta y abro la puerta ¿Qué es esto? Un baño. Pero no solo un simple baño, era enorme tan grande como la habitación. Me quedo observando el enorme baño que se halla en lo que sería mi habitación.

—¿Algún problema?

Me voltee para poder mirarla de frente.

—No, ninguno.

—Bien, lo dejare para que pueda acomodarse —Dice mientras abandona la habitación cerrando aquella puerta blanca. Sin pensarlo dos veces puse mi mochila en el escritorio, pero antes de poder sacar mis pertenencias pude notar el cómo se levantaba una pequeña cortina de polvo por el movimiento de la mochila. De hecho, toda la habitación estaba cubierta de polvo. “genial-pienso.” Tomo de nuevo mi mochila para evitar que se ensucie. Salgo de la habitación para buscar algunos elementos de limpieza, pero tras el buscar la cocina donde esperaba encontrar accesorios de limpieza termine en el jardín trasero. Estoy perdido.

—Oh, hola.

Me volteo para poder ver a la persona que me saluda y para mi sorpresa era la mujer que me abrió la puerta.

—Hola— digo intentando sonar amable.

—¿Buscabas algo?

—Sí, buscaba algo para limpiar la habitación —Digo mirando a mi alrededor como si acaso guardaran elementos de limpieza en un jardín.

—Sígueme —Ordena. La sigo hasta la cocina y veo como abre un gabinete de la parte inferior del mesón el cual se halla en el medio de la cocina y me entrega algunos accesorios de limpieza.

—Aquí tienes —Dice mientras me los entrega en mano.

—Gracias —Digo tomándolos.

—Perdona por el polvo —Dice, pero sus palabras suenan vacías.

—No importa —Digo mientras salgo de aquella cocina para así dirigirme a la habitación, pero ella me detiene.

—¿Por qué aceptaste este trabajo?

—¿Acaso importa? —Respondo sin interés alguno en hacer conversación.

—¿De dónde vienes?

—Texas —Respondo ¿Qué era esto? ¿Una segunda entrevista?

Su ceño se frunce dedicándome una mirada asesina a lo que respondo de igual manera.

—Más te vale que no le pase nada a María o si no.

—O si no ¿Qué? —La interrumpo. Su voz suena insegura, aunque quiera ocultarlo tomando postura dominante.

—Ya verás.

Me le quedo viendo fijamente mientras levanto una ceja ¿Realmente era esa amenaza?

—Cómo sea —Digo saliendo de la cocina. Después de quince minutos adentrándome en esta mansión logre encontrar las escaleras. «Por fin—Pienso». Subo aquellas escaleras, pero para mi sorpresa había más pasillos.




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