Al abrir los ojos con gran dificultad, me encontraba en una habitación blanca decorada de una forma muy sencilla. Estoy un poco aturdida y me quedo mirando mí alrededor antes de que en mi mente aparecieran las imágenes de la noche anterior.
Mi novio me drogo y me vendió a un desconocido para poder estar con mi media hermana Ámbar, los odio.
Después de que esas imágenes pasaran por mi cabeza me fijé en toda la habitación para hallar mi ropa. Me quedo estupefacta al mirar lo que queda de mi vestido. Buscando una solución me envuelvo con una sábana y abro una de las cuatro puertas que tiene la habitación y encuentro un hermoso balcón lleno de flores y con un pequeño mueble, tiene una vista hermosa pero no la disfruto ya que estoy muy ansiosa y me apresure a abrir la segunda puerta, y ahí hay un armario súper grande. Todo es ropa de hombre, hay desde estilos clásico hasta trajes muy elegantes. Buscando algo que me quedé me doy cuenta de que todo es muy grande y lo único que puedo usar es una camisa blanca, le recojo las mangas, la abotono y cojo una corbata azul oscuro como cinturón, me pongo mis sandalias y voy directamente hacía la tercer puerta y en esta está el baño.
-Que lastima me hubiera gustado darme un baño, pero tengo prisa en salir de aquí.
Con esas palabras me dirigí a la última puerta la cuál es la salida. Al salir estoy en un pasillo, a la derecha hay unas escaleras que suben y a la izquierda unas que bajan. Bajo las escaleras y me encuentro con un señor mayor vestido con un traje negro y bien presentado que en su mano lleva lo que se puede ver cómo ropa de mujer.
-Oh, joven señorita ya despertó, el joven maestro está en su estudio y le envía esta ropa para que se ponga.
(¿Joven señorita?) Mientras trato de comprender lo que me acaba de decir el señor, pregunto de una manera torpe.
-¿Joven señorita?, ¿Me habla a mí?
-Si mi señorita, si gusta puede subir y cambiarse, le avisaré al joven maestro que ya despertó.
Al escuchar le entró en pánico, quiero irme de aquí.
-No yo ya me iba.
Respondo de una manera desesperada y un poco la saltada.
-¿Para dónde va mi señorita?
Me pregunta mientras yo sigo mi camino hacia donde se supone que es la salida.
-¡Señorita!
Dice cuando salgo y no le prestó atención. Sin fijarme muy bien en mí alrededor me voy caminando por el único camino que veo. A medida que me alejo cada vez se oye menos los gritos del señor que me llama.
Estoy caminando sin rumbo fijo y lo único que voy es un montón de árboles a mis dos lados, no ha pasado ni un solo carro y me empiezan a doler las rodillas de tanto caminar, llevo alrededor de una hora camino y no encuentro salida, es un camino derecho, ya tengo hambre y no he podido salir de este lugar.
Ya cansada me quedo sentada a un lado de la carretera con la esperanza de que pase un carro, y como si lo atrajera con mi mente, carro que venía de la misma dirección que yo, para al frente mío y del baja el señor con traje de antes y abre la puerta del pasajero y ahí puedo ver al hombre más sexy y guapo que he visto en mi vida.
Lo miro embobada y fascinada.
-Isabela.
Dice con una voz muy varonil y luego sonríe. Se me erizo la piel al escucharlo y siento una corriente recorrer todo mi cuerpo.
E..Eeh sí...soy yo.... -Tartamudeo sin darme cuenta de lo que estoy diciendo. Él sonríe; después de un momento mirándolo aturdida, reaccionó y con voz más clara pregunto.
¿Quién es usted?, ¿Cómo sabe mi nombre?
Jajaja - se ríe entre dientes - ¿Ya te olvidaste de tu esposo? - pregunta de una manera divertida e irónica.
¿Esposo? - pregunto asombra da por lo que dijo. Sonríe al ver mi expresión de asombro.
Nos casamos ayer, sube al auto - dice y al mismo tiempo me invita a subir a su coche tendiéndome una mano para que entre y me siente a su lado.
(¿Ayer?, ¿Cómo?, ¿Dónde?, ¿Quién es este hombre?, ¿Estará loco?, ¡Pero es muy sexy y lindo!, ¡Pero me secuestro!, ¿dónde estoy?) Un montón de preguntas y pensamientos me invadían la mente. Debió darse cuenta de que no entendía porque pregunto.
- ¿No te acuerdas de nada? - cómo si me estuviera llevando la mente
- No - respondí agachando la cabeza.
¡No agaches la cabeza nunca! - me regaña. Me asusto y lo miro, doy un paso atrás inconscientemente al ver su cara tan seria.
- ¡Mi esposa no puede agachar la cabeza ante nadie! - asiento rápido con la cabeza (me asusta su aura tan intimidante) pienso.
Suspira y se relaja al ver que estoy asustada.
Sube - me vuelve a invitar a subir al coche. Bacilo un poco pero después me subo. El señor que creo que es el chófer arranca el coche en rumbo a la mansión que no hace poco deje.
El trayecto fue silencioso, estaba un poco nerviosa pero no demoramos en llegar.