Charles me trajo a casa para luego seguir su camino. Inmediatamente entre, como era de esperarse mi madre no había llegado aún, me preparé un sándwich y me tomé un baño, luego me sumergí en mi habitación y me acurruqué en mi cama mientras escuchaba música.
A mi mente llegaron los recuerdos de la tarde, la playa, la arena, el atardecer, ....el beso. Todo era tan irreal, no me lo podía creer. Me sentía tan bien con aquello, que había olvidado todo el asunto del chico y la escuela, estaría en casa toda una semana sin nada que hacer, excepto porque tendría tiempo para leer un libro que había comenzado hace poco.
La música llego lentamente a mis oídos y sin darme cuenta termine dormida.
( .... )
El resto de la semana todo fue normal, sin salir de casa, me pase todo el tiempo leyendo uno que otro libro y viendo algunas películas que no había podido ver.
Ya era sábado y no había visto a nadie conocido. Me preguntaba si Charles todavía se acordaba de aquel beso, o ya andaba con otra chica y ni siquiera se acordaba de mi. Yo debería hacer lo mismo.
Y como por arte del destino mi móvil empezó a vibrar y en la pantalla estaba su nombre.
¿Porque me llama?
Lo tome entre mis manos y contesté. Para luego oír su voz. Oh, no sabía que necesitaba esto hasta ahora mismo.
–¿Ott?– su voz era ronca, como siempre.
–¿Si?
–Emm, este... Ava me pidió que te invitara a una fiesta, es hoy a las siete, ella no pudo avisarte...así que me lo pidió a mí.– me explicó
–¿Una fiesta?
–Si, pero si no quieres ir .... esta bien.
–No, si iré– me correjí –¿Dónde es?
–Tranquila, yo paso a buscarte, espérame a las siete, ahí estaré, Rosita.
Se despidió y colgó. Mire la hora, eran las cinco, solo tenía dos horas para alistarme, así que decidí ir a ducharme.
( .... )
Una hora y media más tarde estaba justo frente a mi espejo decidiendo que ponerme. Al final me decidí por una vestido negro, que daba por encima de la rodilla, ajustado que dejaba ver justo lo necesario.
Me puse un maquillaje sencillo, en el cual tarde más tiempo que para vestirme, y me deje el pelo suelto que me caía por los hombros.
Baje las escaleras hasta la sala y preparé algo de comer, no para mí, para mí madre; justo en el momento que hiba a tomar asiento sentí que tocaban el timbre.
Cuando abrí la puerta me encontré con un Charles muy casual, el también iba de negro, me sonrío.
–Te estuve llamando, y como no contestabas...– intentaba explicar.
–Oh, lo siento, dejé mi móvil arriba.
–Esta bien. ¿Nos vamos?– me señaló su moto que descansaba fuera.
–Espera un segundo– le dije y fui en busca de mi móvil.
Cuando baje el estaba sentado en un sillón mientras miraba algo en su teléfono.
–Veo que te pusiste cómodo– dije burlona.
–¿Vives sola?– me pregunto confundido.
–No, madre trabaja mucho, nunca está.
–Oh, entiendo.
Le hice un ademán en señal de que podíamos irnos, el se levantó y salió, yo lo seguí cerrando la puerta a mis espaldas.
Subimos a su moto y fuimos rumbo a la fiesta. Al llegar allí me di cuenta que esta vez era en la terraza de un edificio muy alto en el que parecía no haber mucha gente.
Charles me llevo donde estaba Ava y ella me recibió con un fuerte abrazo.
–No sabes cuanto te extrañe– me dijo mientras me soltaba.
–Y yo a ti.
Después de saludar a todos me fijé que Gus no estaba, era algo extraño porque siempre iba a las mismas fiestas que su primo.
Nos sentamos un rato mientras bebíamos algo, estábamos hablando acerca de la escuela y cosas así, nada importante, cuando pusieron una canción que me gustaba mucho y decidí ir a bailar. Ava me acompañó y empezamos a mover las caderas un rato.
Muevo mis pies, mis manos, mis caderas y mi cabeza; hasta el punto en que no me importa quien me mira. La iluminación es baja así que no creo que me vea nadie.
Paso al rededor de media hora cuando ya me sentía cansada de moverme y decidí tomar aire afuera. Baje algunos escalones y termine en el piso anterior, donde había mucha gente. Divise un balconcillo al otro lado. Me moví entre la gente, sin lastimar a nadie. Cuando encontré un lugar tranquilo me dispuse a acercarme, sin embargo no estaba sola, había un chico, y por su silueta pude deducir de quién se trataba.
Me acerco a el, y me pocisiono a su lado. Lacónicos segundos después se percata de mi presencia. Me sonríe y posa un beso en mi mejilla.
–Hola, Ott– me saluda Gus –Llevaba varios días sin verte.
–Asi es– asentí– no salgo mucho de mi casa, además no conozco muy bien la ciudad todavía.
El pareció pensar algo, segundos después volvió a posar sus verdes orbes en mi. Me sonrió ampliamente y me tendió la mano.
–Ven, te mostraré algo– lo mire confundida pero acepte.
Sus manos son cálidas, transmite seguridad con tan solo un toque, a su lado siempre me sentía feliz. Él me jaló entre la multitud, haciendo que chocara con algunas personas. Sin darme cuenta, más tarde estaba fuera del gran edificio.
–¿A donde me llevas?– la curiosidad me carcomía.
–A conocer la ciudad– puso una sonrisa, la más linda que pudo haber puesto.
Sin mirarme siguió caminando, aún con nuestras manos unidas. Un rato después estábamos frente a otro edificio, aún más grande, pero menos habitado. Subimos por el ascensor hasta llegar a la terraza, desde allí se podía ver toda la ciudad.
La vista era hermosa, casi tanto como en la playa. En ese momento a mí mente llegaron los recuerdos de la playa, llego a mi mente Charles, el beso que nos dimos.
–¿Y bien?– la voz de Gus me hizo volver a la realidad.
–Oh, Gus, es hermoso– le sonreí– gracias por traerme.
–Quería que lo vieras.
Pose mis labios en su mejilla, dándole un rápido beso. Pude ver que se sonrojaba. Diriji mi mirada hacia la hermosa vista que tenía desde allí. Podía ver las calles, las luces, los autos, las personas y todo lo que estuviera cerca.