Luna que estaba procesando toda la información que le decía María, se terminó tropezando con alguien. Luna, nerviosa, se levantó y pidió disculpas. Cuando Luna levantó la cara, vio a un chico con los ojos tan azules que no pudo dejar de mirarlo, ya que ver los ojos de él era como ver arte. Así, el chico le dijo: "¿Qué mierdas te pasa?" Luna reaccionó y le dijo que por qué le estaba hablando así si ella se había disculpado. Él le respondió que era una idiota por no fijarse al caminar. Luna le dijo que el idiota aquí era él.
Así, los demás estudiantes se acercaron a ver quién era el que estaba insultando al chico. Luna se acercó a María y le preguntó: "¿Y este quién es?" María le dijo: "Este es Sebastián." Él dijo que era el hijo del director. Luna se quedó pasmada; acababa de insultar al hijo del director de la universidad. Luna entró en pánico, ya que no imaginaba que su primer día fuera así. María le dijo que si quería seguir en la universidad, lo mejor era que se disculpara con Sebastián.
Luna, un poco enojada, suspiró y, tragándose el orgullo, se acercó a Sebastián y le pidió disculpas por no fijarse donde caminaba y por llamarlo idiota. Sebastián, con una mirada fría, le dijo que no aceptaba sus disculpas, ya que desde ese momento haría que su vida fuera miserable. Luna, con rabia por dentro, quería gritarle, pero no podía, ya que eso podía costarle su beca. Luna se volvió a disculpar, pero Sebastián, arrogante, le dijo que desde ahora sería su sirvienta y le preguntó cómo se llamaba. Luna, mordiéndose la lengua de rabia, le dijo que a un idiota como él no se merecía saber su nombre. Sebastián, con rabia, le dijo que si no lo decía, él mismo lo averiguaría y que la iba a hacer pagar por atreverse a decirle idiota.