—¡Buenos días! —dice el espécimen en cuanto entra al piso, de forma general.
Echa un vistazo a todo el lugar, hasta quedarse en Linda. Una mujer de 32 años muy profesional y que es una experta en su trabajo, además de recientemente divorciada.
Él se le acerca y con una sonrisa encantadora, le pregunta algo.
Linda ensimismada lo ve. Hasta que parece volver a tierra, cuando él vuelve a hablarle.
Ella colocando una de sus mejores sonrisas, asintió y le señaló el final del piso, donde se encuentra la oficina de nuestro jefe.
Todas observábamos todo con atención.
La verdad es que la prudencia no era nuestro mejor rasgo en ese momento.
Y es que como no, sí cualquier raciocinio y comportamiento civilizado se nos fue en cuanto ese papito comenzó a caminar.
Con Linda detrás y al igual que todas mirándole ese buen par de nachas.
¡Y vaya par! .
Al apreciarlas, dos pensamientos vienen a mi cabeza .
Uno, las tiene mejor que yo.
Dos, provocaba morderlas a ver si era cierto lo que había debajo y si era así pues que buen lugar para aferrarse de esas, mientras está arriba, de lado del otro y hasta abajo .
Me sorprende lo calmado y seguro que se ve al caminar, hasta llegar a la puerta de la oficina del jefe.
Es admirable cómo puede caminar con tanta normalidad, teniendo a unas veinte mujeres comiéndoselo a él y sus apetecibles nachas, sin descaro.
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Editado: 16.12.2023