Milagro de Navidad
Al salir de mi trabajo, caminaba por el parque de mi ciudad, observaba como está llena de luces navideñas, era 23 de diciembre y todos estaban locos con la navidad, en mi casa mi madre tenía ya todo listo, los familiares que llegarían a cenar en mi casa, el pavo, los regalos todo.
No soy amante de la navidad porque creo que todo esto es negocio más que compartir con la familia, ya que debería ser una época de reflexión y de amor, donde todos recuerden el nacimiento del niño Jesús no fijarse en regalos caros y esas cosas, tan concentrada estaba en mis pensamientos que un niño me golpeó con su pelota.
—Discúlpate. —Escucho decir a la madre.
—Perdón. —Dice el niño y yo solo sonrió.
Pude ver que su pelota era vieja y su ropa igual, vi como camino hacia el gigante árbol qué estaba en el centro del parque, el niño miraba con felicidad las luces parpadear, su madre estaba emocionada de ver a su pequeño niño de no más de 5 años.
—Mami, está muy bonito en árbol.
—Si mi amor.
—Mi sueño es tener uno así en casa.
—Lo se mi vida.
Pude notar que los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas, no quise seguir ahí así que caminé a casa.
Al llegar estaba mamá toda alborotada porque mi hermano se había olvidado del regalo de la prima Sonia, que quería el último iPhone de regalo el más caro que había.
—Alexander, como fuiste capaz de olvidar ese regalo, era el más caro e importante, además pensando que teníamos todo gaste en otras cosas, tu prima va a estar muy triste.
—Mamá, cómprale otra cosa. –Decía mi hermano.
—No, no mi sobrina se va a sentir mal.
—Cómprale otra cosa, no vamos a perder la cabeza por un celular. –Dije quitándome el abrigo y dejándolo colgado, llamando la atención de mi mamá y mi hermano que no dejaban de discutir.
—Alexandra, no, este año nos tocó a nosotros dar los regalos.
—Sin mamá, pero no podemos darnos el gusto de gastar lo que no tenemos. –Mi mamá siempre ha sido perfeccionista, hasta cuando nacimos se le ocurrió ponernos el mismo nombre solo que dependiendo del género, mi hermano se llama Alexander y yo Alexandra, es un poco loco, pero siempre ha sido así, y más porque somos gemelos.
—Hija, no, ustedes ya son grandes y saben como se celebra la navidad en nuestra familia, no vamos a dejar que tu tía nos gane, Sonia tendrá su iPhone.
Discutir con ella era imposible, mi hermano solo me miró y se fue a su cuarto, no quiso cenar para que no le siga reclamando lo mismo toda la noche.
Al día siguiente era 24 y mi hermano salió muy temprano para ir a ver si conseguía el celular qué mi prima Sonia quería.
Yo baje a desayunar y mi mamá estaba peor tenía tanto que hacer para que salga todo perfecto, cómo no trabajaba me quedé ayudarla.
—Cariño puedes ir por los ingredientes para el pavo están en el refrigerador.
—Si mami, ya voy.
Camine hacia el refrigerador y por la ventana vi al niño de la noche anterior con su mamá, que caminaban por la calle, observando los adornos, tenían la misma ropa de la noche anterior, el sonreía mientras que su madre lloraba, pero cada qué su hijo la miraba limpiaba su cara y trataba de sonreír, se me hizo un nudo en la garganta, justo mi madre grito que necesitaba los ingredientes así que decidí correr a dejarlos antes que me regañe.
Minutos después escuché un gran estruendo, como de vidrios en el piso, y mi madre empezó a gritar, salí lo más rápido y pude ver que mi madre estaba regañando al niño que vi hace un momento, el niño lloraba, pero mi madre indolente no le importaba porque lo único que ella se fijo fue en la ventana.
—Mamá tranquilízate. —Dije, aunque era prácticamente imposible calmarla.
—Pero como quieres que me tranquilice si este mocoso hijo del demonio…….
—Disculpe no fue la intención de mi niño romper su ventana es solo estaba jugando. –Dijo la madre del pequeño entre lágrimas, pude ver el dolor en su mirada.
—Mamá, yo voy a pagar la ventana.
—Claro que no hija, esta mujer trabajará gratis para pagarme.
—No mamá, deja a la señora en paz.
—Pero hija.
—Que no, entra a la casa.
Mi mamá entró de mala gana, pero ese niño se quedó llorando y como la pelota quedó adentro de la casa mamá la rompía delante del niño. Pude ver la carita del niño lleno de tristeza, la señora cargo al niño y se fue, la ira me inundó, pero por ser navidad me aguanté.
Ya por la tarde hice cambiar los vidrios de la ventana y todo estaba bien, mi hermano llegó, pero por su cara pude ver que algo no andaba bien.
—Alexander, ¿Qué pasó?
—No pude conseguir el dinero para comprar el iPhone de Sonia.
—Pero lo importante es que estamos bien no te preocupes.
—Explícale eso a mamá y a Sonia.