Ya ha pasado una semana desde la desaparición de mis padres, el señor Alexander me ha acompañado a levantar una alerta Amber para que la policía los empiece a buscar.
Hace una semana que no he comido bien, no he dormido bien y el mal presentimiento de mi pecho no desaparece.
Damián ha intentado calmarme e intentando hacerme comer, pero lo único que siento es desesperación y preocupación.
En el colegio ya se han esparcido los rumores de la desaparición de mis padres. No he visto a Nathan, asiste a clases, pero no hablo con él y no paro de pensar que él tiene algo que ver con esto.
Mi hermano Mateo ya sabe de la desaparición de mis padres y no puede venir porque está en época de exámenes en la universidad, pero lo mantengo informado por cualquier cosa.
Voy a hacer un socavón de dar tantas vueltas en el suelo, el tío de Damián salió hace unas horas a la comisaría a ver si había información sobre mis padres y tengo la esperanza y que regrese con buenas noticias.
—Tranquila ojitos, todo va a estar bien —intenta tranquilizarme Damián.
—No puedo calmarme, mis padres no aparecen y tengo miedo de lo que les pueda pasar.
—Tranquila —me toma de los hombros y me obliga a que me siente en el sillón—. Todo va a estar bien —me pega a su pecho y frota mis hombros.
—Quiero que todo está bien, quiero volver a ser feliz, ya no sé qué es la felicidad.
—Todo se va a arreglar, ya lo verás, tus padres van a aparecer, van a recuperar su casa y tú y yo vamos a poder ser felices —me mira a los ojos.
—Te amo —me acerco y le doy un corto beso en los labios.
—Yo también te amo ojitos.
Hay una gran diferencia entre el "Yo también" de Nathan y el "Yo también te amo ojitos" de Damián, a él le brillan los ojos mientras que a Nathan no lucía ningún sentimiento en sus ojos. Eso demuestra que solo fui un juego para Nathan y que cuando se aburrió de mí, me boto, pero su obsesión por mí, no lo permite soltarme.
Damián me ama de verdad y quiero ser feliz con él, pero primero quiero sanar mis heridas que Nathan causo, dejar mis traumas en el pasado y ser feliz. No sé si es buena idea que Damián me acompañe en este proceso, espero que sí.
La puerta se abre y el señor Alexander entra, su cara luce sería, espero y traiga buenas noticias.
—¿Qué pasa? ¿Sabe algo de mis padres? —lo inundo con mis preguntas.
—Mía, necesito que te tranquilices.
—¿Qué pasa? —empiezo a despertarme.
El tío de Damián toma aire y cierra los ojos, Damián me agarra de un hombro para tratar de tranquilizarme.
—Encontraron a tus padres en una cabaña afueras de la ciudad... —hace una pausa—, muertos.
Esa última palabra, me destrozó por completo, las piernas me fallaron, Damián me toma por los hombros y me sienta en el sillón, las lágrimas aparecen y empiezan a salir. Estoy en shock.
No lo puedo creer, no lo quiero creer, ellos no pueden estar muertos, no puede ser así. Sollozo sacando todo mi dolor.
—Lo siento mucho —dice el tío.
Damián me abraza dándome consuelo, y empiezo a llorar, besa mi cabeza diciendo "lo siento mucho".
Esto no puede ser, ellos no....
«Nathan»
Es la única persona que se me viene a la mente, él les hizo esto, estoy segura.
—¿Dónde están? ¡Quiero verlos!
—No sé si sea lo correcto...
—Por favor —suplico.
—Mía... —intenta decir Damián.
—Por favor, quiero despedirme de ellos.
El tío asiente y nos subimos a su coche y conduce hasta donde está la cabaña afuera de la ciudad, ahí hay policías, ambulancias y los forenses esperando.
Salgo como una bala, salto las cintas de seguridad y veo como un paramédico lleva en una camilla con un saco para muertos a uno de mis padres.
Los policías me intentan detener, pero no me importa, llegó a dónde está la camioneta del forense, quiero verlos.
El señor Alexander les explica que soy su hija que me dejen verlos.
Un médico forense abre el saco y veo a mi madre, pálida con unos hematomas en el cuello y en el rostro.
Tenía la esperanza de que no fueran ellos y que se hayan equivocado, pero no, eran ellos.
Los abrazo por encima del saco y vuelvo a llorar.
—No, no, no, ¡No! —grito—. Ustedes no.
Quisiera que me escucharán, quisiera que abriera los ojos y me consolara, me dijera que todo va a estar bien pero no puede ser así, ya no.
—Tenemos que llevarnos los cuerpos al forense —dice el médico.
Damián llega y me toma de la cintura para separarme, pero no quiero.
—No, no, no quiero.
—Vámonos bonita.
—¡No! —logro alejarme, el me abraza y vuelvo a llorar en su pecho.
Ellos están muertos, por mi culpa.
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Llegamos a casa de Damián, tengo los ojos rojos de tanto llorar, acabamos de llegar del entierro de mis padres.
Me siento en el sillón y Damián se sienta a un lado mío.
—Dime que esto es mentira —no lo miro—. Dime que esto es una pesadilla y que ellos no están muertos.
—Se lo que sientes en este momento, no te voy a decir que dejes de llorar porque sé que es lo único que quieres hacer en este momento, te entiendo.
Volteo para verlo a los ojos
—¿Por qué? —es lo único que sale de mis labios—. ¿Por qué? Ellos eran buenas personas como para que les pasará esto.
Me abraza y no rechazo el abrazo.
—No sabemos porque suceden estás cosas, simplemente el destino te quiere fortalecer para lo que venga en un futuro, tómalo así. Yo también perdí a mis padres hace casi un año.
Ahora explica por qué no vive con ellos.
—Lo siento mucho.
—No pasa nada, esa herida ya está sanando, te digo la verdad cuando te digo que te entiendo —agarra mi rostro con sus manos y me obliga a verlo—. Llora todo lo que quieras, no te voy a decir que dejes de llorar, yo puedo ser el hombro con el que te puedes consolar y el bastón con el que te ayudes a levantar.
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protagonista villano, mafia obsesión, karma justicia y venganza
Editado: 23.09.2025