Mi Obsesión... Mi Salvación

Capítulo 34

Capítulo 34

Sabine

Pasaron algunos días desde todo lo ocurrido con Leo. Poco a poco, el caos en mi mente comenzó a ceder y la rutina volvió a tomar su forma. En el refugio, la presencia de Clara ayudó a estabilizar las cosas. Sin embargo, aunque sabía que ya no estaba sola, la sombra de lo ocurrido con Leo aún rondaba mi mente. Su recuerdo era como un fantasma que se aferraba a los rincones de mi calma, aunque no lo haya vuelto a ver desde ese día.

Dorian había dejado muy bien los términos de mi seguridad a mis guardaespaldas, amenazándolos aun más. Y por fortuna Camilo había vuelto a su puesto y está totalmente bien, mientras que Alex y Víctor, estaban más atentos que nunca.

Los primeros días después del intento de secuestro no podía moverme sin que uno de ellos estuviera cerca de mi, y eso implicaba que estuvieran dentro del refugio, lo que me incomodaba al igual que a clara, por lo que tuve que hablar y convencer a Dorian de que ellos volvieran a vigilar desde afuera, como al inicio. Al principio se negó, pero llego a entender que era lo mejor. En el pasado a veces me resultaba molestaba tener a alguien tras de mi todo el tiempo, pero ahora agradecía la protección. Sobre todo ahora, que algo no andaba bien.

Últimamente me sentía cansada. Un tipo de agotamiento que iba más allá del físico. Era como si mi cuerpo estuviera trabajando en mi contra. Los mareos eran cada vez más frecuentes y las náuseas comenzaban a presentarse a deshoras. Al principio lo atribuí al estrés acumulado por todo lo que pasó, pero al ver que no mejoraba a pesar de ya sentirme relajada, empecé a inquietarme.

Aprovechando que eran mis días libres en el refugio, decidí ir al médico. No se lo dije a Dorian, porque si lo hacía, lo más seguro es que se volviera un total paranoico y no me dejara mover un dedo hasta saber que tenía. Él tenía una habilidad natural para exagerar todo lo que se relacionaba conmigo.

Aunque no tuviera que ir al trabajo, me desperté temprano, ya era algo que se había vuelto parte de mi rutina, aunque mi querido esposo me seguía ganado a levantarse mas pronto en ocasiones, como hoy, me di una dicha rápida y me aliste para bajar a desayunar.

Cuando llegue al comedor Dorian ya estaba sentado, con una taza de café en la mano y su celular en la otra. Se veía tan concentrado y guapo mientras fruncía el ceño a lo que sea que estuviera viendo. Al escucharme legar levantó la vista apenas me escuchó bajar.

—Buenos días, Solecito. —dijo con esa voz ronca que me hacía cosquillas en el estómago.

—Buenos días. —respondí dándole una sonrisa y tomando asiento a su lado.

Martha apareció con una bandeja de desayuno. Huevos revueltos con pan tostado, fruta picada con yogurt y jugo de naranja y un café para mi. Me obligué a sonreír, aunque solo mirar la comida se me revolvió el estómago. Y con el café, ni hablar, solo su aroma me pareció insoportable, así que lo aparte con cuidado de no derramar nada.

—¿No vas a tomar café? —preguntó Dorian frunciendo el ceño viendo la taza de café que aparte.

—Hoy no... No se me antoja, solo tomare jugo. — dije sirviéndome un poco de jugo y tomando un gran trago.

—¿Estás bien? — su voz tenía una pisca de preocupación y no quería que creciera más.

Primero quería ver que tenía, puede que la anemia haya regresado o algo relacionado con eso.

—Sí, solo un poco cansada. Hoy es mi día libre, pero me quedaré en casa hoy a descansar. —dije tomando un pedazo de pan con huevo enzima para distraerlo.

Terminé el desayuno lo mejor que pude y fingiendo que me gustaba y que todo estaba bien.

Cuando Dorian se marchó a la oficina, lo despedí con un beso rápido. Esperé unos minutos antes de subir por mi bolso y también salir de casa.

Al salir por la puerta me encontré a los chicos de pie junto a la misma puerta.

—Señora Hayes, ¿Va a salir? — pregunto camilo, acercándose a mí.

—Sí, pueden preparar el auto.

—Claro. — se volteo a ver a Víctor. —Trae la camioneta.

—En seguida. — dijo mientras se fue corriendo a el garaje.

—El señor dijo que hoy no saldría. ¿Todo bien? — pregunto camilo, mirándome fijamente, casi me sentía como si estuviera haciendo algo que no debería.

—eh… Si, solo tengo que ir a un lado… será súper rápido.

El solo me miro y después de unos segundos asintió con la cabeza.

Cuando ya estaba en la camioneta, estaba muy nerviosa y todo era porque no le había dicho nada a Dorian.

—¿A dónde señora? — pregunto Alex.

—Al hospital, voy al consultorio del doctor Keller, está en el centro a unas cuadras de la avenida, puedo poner la dirección en el GPS. — estire la mano para que me pasaran la Tablet, pero solo recibí la mirada de los tres.

—¿Por qué va a el hospital? — dijo Camilo.

—Ya se los dije a ver al doctor Keller.

—No me refería a eso. ¿El señor Hayes sabe de esta visita?

—Nop… y espero que no le digan nada, solo voy a un chequeo.

No parecía tan convencido, pero ya no dijo nada mas.




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