Mi Omega Es Solo Mía .

Capitulo VIII ✓

El sol ilumino en los más alto, una omega envuelta en sabanas despertaba de una maravillosa e inolvidable noche en la que hizo algo que nunca olvidara.

Aunque cuando abrió sus ojos no vio la celda en la que había estado la noche anterior, sino una rustica habitación cómoda pero no tanto como su lugar seguro.

En donde podría cuidar de los cachorros de su alfa muy bien, en donde podría sentirse a salvo, los pensamientos de la omega se detuvieron cuando olieron ese delicioso aroma que al parecer venia de la parte de abajo.

Se bajo suavemente mientras quitaba las sabanas que abrigaban su cuerpo, bajo su vista a este para verlo cubierto con solo una camisa de su alfa.

Sus pies descalzos tocaron el frio piso y un escalofrió le recorrió por completo, comenzó a caminar hacia la puerta de la habitación y la abrió. Camino por el pasillo y bajo las rusticas escaleras y se encontró con una pequeña sala de estar, siguió caminado por el pasillo por donde venia ese olor tan inigualable.

Al llegar al lugar, diviso la fuerte y musculosa espalda de la persona a la que le pertenecía ese aroma tan embriagador, su alfa.

Imágenes de la noche anterior llegaron a su mente y sus mejillas se tornaron rojas, alzo la vista, pero cuando reaccionó, un hombre fuerte la tenía entre sus brazos, mientras su retaguardia yacía en la mesa de aquel lugar que olía a panqueques.

 

 Los besos en su cuello la hicieron gemir, mientras el hombre frente ella la acariciaba sin pudor alguno, bajo sus manos a las piernas de la omega, quien sonrió ante tal acto.

El alfa sangre pura introdujo sus manos por el interior de la tela y toco el vientre de la omega mientras gruñía posesivamente.

Simplemente le encantaba esto, tenerla junto a el y tocar el lugar donde muy pronto se aseguraría de que hubiera cachorros.

Era un alfa muy propuesto cuando él quería algo, lo conseguía no le importaba nada, si la quería la tendría solo para él y nadie más.

Alzó la camisa dejando a la vista su paraíso, introdujo sus dedos dentro de este, sus grandes dedos masajeaban aquel lugar que, para él, era la gloria, su máximo extremo.

Una omega derretida en los brazos de un alfa sangre pura deliraba, la hacía sentir estar alto, estar saliendo y entrando en el paraíso y que solo quería una cosa tocar cada pulgada de su piel como si fuera un santo grial que debía encontrar, como si estuviera tocando el cielo con las manos.

-El desayuno puede esperar omega, estas logrando lo que querías, me estas matando – sus palabras sonaron como un grito de auxilio, ella era su debilidad en todos los malditos sentidos.

La llevo en su hombro hacia la habitación de donde había salido hace tan solo unos minutos, cuando acabara iba a estar cansada.

La habitación se abrió rápidamente y en solo segundos tenía un alfa devorándola en todos los sentidos posibles.

 

Ambos se dieron cuenta de algo, no podrían estar separados por 2 segundos porque se sentiría una eternidad, estar juntos eran tenerlo todo, si estaban juntos era su paraíso en el cielo.

Las embestidas del alfa hacían que una omega tocara las nubes, su cara roja de tanto placer que atravesaba su cuerpo, él era todo lo que ella necesita para tocar el cielo.

No solo tocar el cielo sino también llevarla más allá de los satélites y otras galaxias.

La llevo a otro mundo, otro mundo que la enamoro y donde solo eran sus caricias, sus besos y sus monstruosas embestidas.

Su cuerpo era el paraíso en las nubes y ni hablar de sus gemidos, eran cantos de golondrina a los oídos de aquel alfa.

 

Alfa que disfrutaba aquel paraíso, que lo estaba haciendo su paraíso en el mundo de caos en el que vivía.

Un mundo de caos que seria transformado en un mundo de prosperidad y paz, solo si ella estaba a su lado.

Introdujo su falo en el interior de aquella omega que tenia su vista perdida en otro mundo, cuando dio unas embestidas más.

Las paredes de la omega apretaron tan fuerte y él se hundió más encargándose de que ese mangar tan preciado estuviera en lo profundo de el interior de aquel paraíso que solo el podría amar y llenar.

El objetivo era que muy pronto hubiera cachorro allí dentro.

Era suya y de nadie más, la marca en su cuello lo decía.

Cuando una omega era anudada lo que menos podría demorar en estar en cinta eran 2 semanas.

Estaba seguro de que esos cachorros serian perfectos y solo suyos…

 

Así como lo era su madre, ella no era perfecta, pero era lo que el necesitaba, era su calma en la tormenta.

Estaba seguro de que si alguien le tocaba si quiera un mechón de su cabello castillo, no pasarían ni 3 segundos antes de que su cabeza estuviera fuera de su lugar.

El nació para adorarla y ella nació para ser algo mas que su mate, para ser su vida y su regalo en esta tierra.

-Te amo pequeña omega, eres mi amor y mi vida – hablo su alfa mientras quitaba un mechón de su cabello - eres mi calma y mi mundo – termino mientras besaba su coronilla.

Podría acostumbrarse a esto, solo necesitaba estar así más seguido, con ella…

-Soy tuya, lo sabes, seré la madre de tus cachorros si es lo que quieres, seré tu mujer por siempre, Drako – esas palabras lo enamoraron aún más…

Su nombre en su voz sonaba como el canto de las aves al amanecer.

-Sabes, si te tengo no me falta nada, si necesito que amanezcas a mi lado todos los días, necesito acariciarte todos los días, necesito escucharte, necesito amarte, porque me siento seguro a tu lado, siento que solo te necesito a ti, me asusta perderte – solo esas palabras la terminaron de convencer para decidir que lo único que necesitaba era a él, su alfa.

 

 

Julieth

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.