Mi Otra Mitad

Capítulo 4

No pude dormir aunque sea unos minutos, lo sucedido me dejó aturdida. 
Yo rogaba que no hiciera nada, de igual forma iba a ser obvio que apretaría el gatillo y la bala saldría impactando en mi cabeza... pero no sucedió, solo me empujó, no podía ver su rostro por la oscuridad pero en la penumbra sobresalía su brazo y su mano me indicaba que me fuera, no lo pensé dos veces, corrí como si mi vida dependiera de eso, volví a mi habitación por el mismo camino y aquí sigo sin poder creer lo sucedido.

Ni un poco de paz, maldita sea.

Espero a que pase el tiempo y por fin llega por lo que voy a cambiarme.

Salgo de la limusina cruzada de brazos. El viento azota mi cabello despeinandolo un poco y no soy la única que le pasa lo mismo, a Dante igual.
Falta unos minutos para que se vea el alba y todos ya estamos en una parte de la pista privada del aeropuerto del reino.
La cuarta limusina salen algunos empleados para meter nuestras cosas al Jets privado.

—¿Mucho frío? —pregunta mi hermano a lo que yo niego.

Tiemblo de nervios y miedo.

Miedo. Miedo por un nuevo inicio o por irme. No lo sé.

—Es hora —me saca de mis pensamientos al ver a nuestros padres salir de la primera limusina.

Es hora.

—Tengan cuidado —a mi madre se le llenan de lágrimas los ojos.

—Lo tendremos —responde tranquilo mi hermano.

—Vayan —hacemos una reverencia y nos vamos de ahí.

Pensé que mi padre diría algo pero no. Volví a hacerme ilusiones, él seguirá igual con sus acciones.

—Nos volveremos a ver, arpía —sonríe amable pero lo dice entre dientes y con el mismo odio de siempre.

No contesto, sigo hacia los escalones pero Alessandro me detiene.

—Un momento, Ava —Dante frunce el ceño y yo le hago una ceña de que suba—. Quería despedirme bien de vos.

—¿Despedirme?

¿Tiene doble sentido esa palabra o me parece?

Sonríe amable y sé que lo hace porque mis padres están cerca y ven la escena de los dos, aunque no creo que escuchen. —Espero te hayas despedido de todo, Ava, y más de ellos.

—Habla bien que no entiendo.

—Cuando vuelvas yo ya habré sido coronado como rey. Estate atenta por si la ceremonia se adelanta —comenta con malicia.

—No creo que pase —frunzo el ceño pensando en lo que dijo.

Se inclina y me abraza de manera fría y seca. —Puede llegar a pasar si algo sucede con los actuales reyes. Vete tranquila que no pasará... nada poco.

No... no es capaz... no...

—Ni te atrevas maldito —un cosquilleo me recorre el pecho y creo que es el sentimiento de angustia.

—Cuida tu boquita, cuida tus acciones porque voy a estar considerando todo. Aquí quién reinará será uno, el resto son solo sobras que pueden eliminarse.

Me separo de él con brusquedad para subir un poco rápido los escalones, pero antes de entrar doy vuelta para observar a mis padres que saludan con la mano por última vez y se suben a la limusina que vinieron, Lionetta ni se molesta en saludar se sube a la segunda limusina, y Alessandro me guiña un ojo divertido... Detrás suyo Nicolai con su misma mirada y un asentimiento de cabeza me despide.

Quiero creer que lo que dijo es mentira... pero no tengo un buen presentimiento sobre esto.

Respiro hondo. Extrañaré los aires de mi nación. El lugar que me ha visto crecer ahora me ve marchar. Creo que estoy siendo algo exagerada.
Puedo ver el castillo a lo lejos y un poco el pueblo, las luces se van apagando ya que a mi costado se eleva el alba de la mañana.

Vamos.

Entro y me siento en uno de los lugares de la segunda parte donde solo hay cuatro asientos, dos enfrentados a cada lado con una mesita redonda de vidrio entre los asientos. Los tres se quedan en la primera parte.
Observo como avanzamos y acelera más hasta que estamos en el aire. Por la ventanilla veo el reino.

Hasta pronto Sitanova.

Cierro los ojos recostándome en el asiento. Será un largo viaje, dormir no me vendrá mal.

—Ava.

Mmm... no podré dormir aún.

—Xuban —lo miro y le doy el permiso de que se siente señalando frente mío.

—No gracias. Venía para decirle que estaré hablando con su hermano, Neel se quedará con usted.

Mejor.

—No hay problema.

Frota mi brazo con su mano en forma de consolación, no digo nada pero lo agradezco internamente. Por la puerta aparece Neel y sale mi escolta cerrando con seguro.

Típico de él.

—¿Cómo está? —se sienta en frente mío, yo no lo miro—. ¿Ava?

—Nunca me alejé tanto de mis padres —hablo apoyada en mi mano sobre la ventanilla.

—En dos años vuelve, no exagere.

—Tienes razón.

—Te...

Interrumpo lo que iba a decir. —Volveré a penas termine el año escolar.

—¿Qué?

Hace mucho pasó por mi cabeza una idea que la creí loca, porque en ese tiempo no sabía que sucedería... es hora de aplicar la idea y quién me ayudará será él, Neel.

—Como escuchaste —respiro hondo antes de continuar, me inclino hacia adelante ahora cruzada de brazos—. Tengo que contarte algo o capaz ya lo sepas.

—Dime todo —mira detrás mío por las dudas y fija su mirada en mí.

—Lionetta quiere verme muerta y lo ha demostrado muchas veces, más ayer en el baño.

—Lo sé.

—Alessandro... quiere eliminar a sus rivales para obtener el trono.

—Eso es normal.

—Sus rivales son mis padres, me lo aclaró antes de subir. Neel, algo trama y estoy asustada.

—Hay que decirle a su hermano y al mío —se levanta de golpe y también lo hago frenandolo—. Ava...

—No pueden saber nada. Te estoy diciendo todo porque a lo largo de este tiempo me ayudarás a idear mejor el plan.

—¿Y cuál es su plan? ¿Esperar? ¡Ava, son sus padres! —ya está preocupado, sus ojos no pueden quedarse quietos.

—Lo sé pero necesito que te calmes y escuches —lo veo apretar la mandíbula algo dubitativo hasta que sede—. Bien.

—Hable.

—Cuando termine el año escolar, Dante y vos son los que se devolverán al reino. ¿Verdad?




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