—¿De verdad me dejarás sola?
—Tienes a los de seguridad, no te sacan un ojo de encima —guarda una última prenda en su bolso para cerrar este.
—Sí, lo sé.
—¿A caso tienes miedo de quedarte sola? —me dedica una breve mirada divertida.
—No —niego en el momento—, pero es extraño.
—Recuerda que estás lejos de ese lugar y aquí nadie te ha reconocido, asique sé libre de hacer lo que quieras pero no te expongas demasiado.
—Eso es contradictorio —voy hacia la tostadora cuando avisa que ya está listo el pan tostado.
—Tienes mucho que aprender —le ofrezco una y la sostiene sin dudar—. Enfócate ahora en esto de los juegos patéticos que hicieron, cuando vuelva haremos otras cosas más importantes.
—¿Como qué? —doy una mordida a mi tostada, viéndolo pasearse de un lado a otro buscando sus cosas.
—Ya lo sabrás en su momento —se queda un momento en silencio pensativo hasta que asiente—. Listo, nos vemos.
—Suerte —murmuro sonriendo levemente.
—Cierto —antes de cerrar la puerta, habla—, cuidado a quien dejas entrar, es mejor sola que mal acompañada.
Frunzo el ceño pensando en sus palabras. ¿A quién dejaría entrar? No es que me molesten las visitas, pero es verdad que me traje todo "eso" del reino y lo que menos quiero es que toquen mis cosas. Termino mi desayuno para ir a cambiarme, debo reunirme con Laurent en una de las pistas de patinaje, aseguró que tendremos medio día para nosotras.
—¿Y no te dijo hacia dónde se dirigía?
—No, sólo que no vendría en días —termino de atar los cordones de mis zapatillas para ponerme de pie y caminar con ellas.
—Habrá que esperar —Lucy parece desanimada por la información, al parecer Chad no confía en nadie.
—Olvidemos eso, deberíamos concentrarnos en nosotras y lo que vamos llevando —intento distraer a mi amiga aunque ella sigue perdida en sus pensamientos.
—Para ser el primer día, hemos hecho la mitad de lo pensado —Laurent entiende mi mirada de auxilio—, tal vez mañana estará casi listo todo, sólo un par de veces más practicar y ya.
Salimos de la pista, ubicada cerca de todo el ajetreado lugar que es Seattle, al principio parecía una ciudad tranquila pero no, hay tanto movimiento como una gala de beneficencia de las que asisto regularmente. A penas parpadeas pasa miles de cosas en tan sólo un segundo. Con la diferencia que nadie te presta atención, cada quién en su vida.
O eso creía.
—¡Oh mierda! —me detengo junto con Lucy cuando vemos detenerse de repente a nuestra amiga en común—. Hay que ir a la escuela, ¡rápido!
—¿Por qué? —tira de nuestros brazos haciéndonos correr.
Mi pobre cuerpo ya arde por tanto esfuerzo que hice al entrenar, ahora esto. Casi ni siquiera vemos al cruzar las calles, sólo corremos como si nuestras vidas estuvieran en peligro.
—¡¿Qué pasa?!
—¡La maldita otra escuela!
Al llegar nos encontramos una gran cantidad de alumnos salir apurados, nosotras vamos en contra de la marea tratando de entrar. Buscamos de dónde proviene el caos y nos llevamos la sorpresa que está en el pasillo de los lokers. Hay un gran grupo que está dividido en dos, del lado derecho la otra escuela y del izquierdo nosotros. Intento abrirme paso pero me resulta imposible.
—¡Sí es real, lo sabemos!
—No tienen pruebas y no pueden juzgar a nuestras compañeras.
—De igual manera esto irá a rangos más altos, tendrán que hacer la investigación.
Escucho voces femeninas discutir, observo al resto que murmura haciendo enfurecer más la discusión.
—¡Sólo tienen envidia!
—¿Envidia? ¿De qué? Nosotras no nos acostamos con profesores para recibir puntos extras... Un mal de las escuelas comunes.
¿Qué? ¿De qué...? Merda.
—¿Te escuchas de la locura que dices?
—Coincido en que tienen envidia —¡Laurent!—. Están esperando tener más popularidad haciendo estos tipos de conflictos falsos para tener "poder", admitanlo.
—Habló la perra principal.
No soporto más, empujo sin mucha delicadeza al resto, son unos nueve alumnos que debo pasar hasta llegar al centro, donde un grupo de la escuela privada está haciéndole frente al grupo nuestro. Mi amiga está delante, encarando a una rubia que sólo sonríe con superioridad.
—Como tu mamá —ambas dan un paso más pero son detenidas.
—¡Cierra tu asquerosa boca!
—¡Y tú cierra las piernas! Pierdes el tiempo —tiro de la pelirroja, alejandola del resto.
—¡Basta! No sigas con sus juegos, no vale la pena, recuerda que quieren desequilibrarnos —sujeto sus brazos firmemente impidiendo que vuelva—. Ya lo dijeron, no tienen pruebas.
—Pero si...
—Hablan, sin saber de qué hablan —veo como su cuerpo deja de estar un poco en tensión, ella me da una mirada preocupada, sabe que yo lo sé.
—Sí, hazle caso a esa, cálmate rojita, después de todo no eres importante —la rubia con nariz de plástico y sonrisita petulante me mira fijamente.
Algo en mí se activa, un recuerdo, una parte que dormí, y ahora vuelve...
—Después de todo no eres importante —su mirada despectiva me intimida—. Te recuerdo que eres un adorno, no un elemento útil.
Mi tía me da la espalda, dejándome tirada en la habitación de la torre más alta. Y no, sé que ningún príncipe me rescatará, no le importo a nadie... ni siquiera a mis padres.
—¿Qué haré aquí? Déjame —inútilmente quise escapar, su asquerosa sombra me detuvo, bajando más las manos de mi cintura.
—Aprenderás a no desobedecer a tu hermano mayor, la última palabra la tiene él —de la nada me empuja haciéndome caer con brusquedad al suelo, mi cabeza golpea fuerte el suelo de madera que huele mal—. Solo eres un estorbo, nadie te quiere, no te necesitamos.
Ese día iba a realizar un evento donde habrían charlas con íconos importantes de otras naciones, estaba emocionada porque tenía la edad para participar. Pero como siempre nada funcionaba a mi favor. Por mucho tiempo acumulé y escondí esa ira en mi interior, supe controlarla como también supe que algún día iba a salir por sí solo, ése día sería capaz de hacer de lo que en mis más oscuros pensamientos y deseos retorcidos se mantenían a la espera de por fin vengase en búsqueda de paz para mi pobre alma torturada.
#8584 en Thriller
#4688 en Misterio
#31699 en Novela romántica
#5300 en Chick lit
Editado: 26.07.2025