Las pesadillas que no me dejaban descansar a tal punto que no quería dormir por miedo a que volvieran a aparecer. Presentía que algo no andaba bien, hacía tiempo las pesadillas esos malos sueños no estaban pero al regresar a casa volvieron y siempre era lo mismo. El bosque, la serpiente y los ojos rojos.
Bebi mi café mientras esperaba que pasara la hora del almuerzo, Einar me había ignorado prácticamente toda la mañana, salí de la cafetería dirigiéndome hacia mi casillero. El pasillo casi desierto pero que con el sonido del timbre anunciando que empezaba otra clase.
Tome mis libros, quería meterme dentro de mi casillero y encerrarme ahí. Una mano fría se posó sobre la mía.
Eider gritando… Brais siendo torturado… Einar inconsciente… mis manos llenas de sangre…
— ¡No basta! ¡Detente! —grite agarrando mi cabeza con mis manos.
Gritos y más gritos que no se detenían y la misma visión no paraba de repetirse en mi cabeza.
— ¡Basta por favor! —exclame cayendo al suelo.
— ¡Dacie! ¡Dacia cálmate por favor! —la voz de Einar se escuchaba a lo lejos.
Los murmullos a lo lejos mezclado con los gritos que se oían.
— ¡Dacia! ¡Tranquila! —uno brazos me envolvieron.
Otra vez volvía a la realidad mis pulsaciones iban rápido al igual que mi respiración.
— ¡Oye déjala! —grito Einar empujando a Brais hacia un costado.
— ¿Cuál es tu problema? —grito Brais tomándolo del cuello.
— Basta —dije mirando hacia el suelo.
Todos se encontraban a mi alrededor mirándome. Entre ellos aparecieron los profesores.
— No la toques.
— ¿Puedes comportarte?
— Muchachos mi hija necesita descansar —la voz de mi madre se escuchaba próxima.
— Yo me quedare con ella tu estas demás —discutió Einar.
Me senté y miré a mi alrededor mi cuarto estaba todo ordenado. Levanté la mirada hacia la puerta y vi a Brais.
— ¡Oye! —Brais ignoro a Einar y entro a mi habitación.
— ¿Cómo te sientes? —dijo el tomándome de la mano.
Sentía como la energía invadía mi cuerpo sonreí débilmente, el calor que la mano de Brais emanaba era algo tan extraño como la sensación que producía en mi.
— Vi algo y me asusté —bajé la mirada hacia nuestras manos.
— Suficiente Brais tienes que irte —exclamo Einar entrando a mi cuarto.
— Cálmate él ya se iba —dije mirando sonriente y dando un pequeño apretón en sus manos.
Brais solo asintió, soltó mi mano y salió de mi habitación.
— ¿Ahora te sientes mejor? —pregunto Einar sentándose en mi cama.
— Si… —el me busco mi mirada.
— Perdón por haberte ignorado —mi amigo buscaba mi mirada.
Luego de pedirme en varias oportunidades disculpas Einar no quería separarse de mí. Se quedo allí llevándome la cena a mi cuarto, hasta que decidió volver a su casa. Sonreí al darme cuenta lo atento que estaba siendo a la vez no era extraño porque él siempre había actuado de la misma forma.
Después de que Einar se fuera, salí de mi cuarto y mis padres se encontraban hablando en la sala, me senté en el escalón tratando de escuchar lo que hablaban.
— Esos muchachos vienen a discutir aquí en mi casa —hablo mi padre.
— Dacia tiene diecisiete años está en edad —respondió mi madre— ambos muchachos son buenos…
— Pero Brais… —continuo su padre— ambos pueden cuidar a mi hija…
— Lo importante es que ella sea feliz…
Al escuchar lo último me hice hacia atrás y llevé la mano a mi pecho.
<< ¿Brais y Einar?>>
Era extraño por ambos sentía cariño y en ese momento el imaginarme algo distinto me hacía cosquillas en el estómago.
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Editado: 16.08.2022