Habíamos llegado a suelo sanos y salvos, Brais me tomo de la mano y sonrió. Entramos por el patio interno.
— ¡Ustedes dos! —exclamo la profesora Merila al vernos— ¿Qué hacían afuera de noche?
Los dos negamos con nuestras cabezas pero la mirada de la profesora Merila estaba sobre nuestras manos unidas.
Mis mejillas se enrojecieron y soltamos nuestro agarre.
— ¡Ah! —los gritos estremecedores se escuchaban por todo el sitio.
Rápidamente corrimos hacia donde provenían los gritos, en el pasillo Uxia se encontraba de pie con sus ojos llorosos y a metros de ella alguien estaba recostado en el piso inmóvil.
Todos salieron del comedor preocupados por los gritos, profesores y estudiantes miraban la escena intrigados por lo que había ocurrido.
— ¿Qué ocurrió? —la profesora Merila se acerco hacia el estudiante que seguía en el suelo— ¡No respira!
— ¡Todos vuelvan a sus habitaciones! —exclamo Tavia mirando hacia todos lados.
El profesor Seth se acerco hacia donde Brais y yo nos encontrábamos.
— ¿Dónde estabas tu Dacia? —pregunto a lo que yo fruncí mi ceño.
Sentí que Brais tomo mi mano y lo miro de la misma manera. El profesor asintió y se hizo hacia atrás.
Brais y yo nos dirigimos hacia mi habitación al igual que los demás.
— No salgas de aquí ten cuidado —dijo en mi oído.
A nuestro lado apareció mi amiga junto con los otros chicos.
— ¡Ay lo sabía! —exclamo Eider moviendo a Tigor de un lado a otro.
— Muchachos no deben estar aquí… vayan a sus habitaciones —dijo el profesor Gaslor que pasaba por el pasillo.
Le di una ultima mirada a Brais y el sonrió, aunque su mirada expresaba preocupación al igual que todos.
Entre y me senté en la cama, Eider se sentó a mi lado y tomo mi mano sonriente. Sabía lo que quería que le mostrara, recordé el momento con Brais en aquella habitación misteriosa y sonreí.
— ¿Sabes que puedes mostrar lo que ves en tu mente? —dijo Cloe con su dulce y a la vez baja voz.
— ¡Muéstrame! —exclamo Eider sonriente.
Aun no sabia como hacerlo pero sedi ella llevo mi mano a su mejilla.
— ¿Por qué me muestras esas piedras? ¡Quiero ver el beso! —exclamo Eider.
— ¡Eider no grites! —dije haciendo que se callara.
Las piedras preciosas…
— Necesito tu ayuda —ella me miro extrañada— es sobre las piedras preciosas.
Antes de poder decirle la puerta automática se abrió y Uxia entro a la habitación.
— Uxia —dije acercándome a ella.
— Definitivamente tu traes desgracia a este lugar —dijo ella con enojo encerrándose en el baño.
Baje mi cabeza y trague saliva, el rostro de Uxia demostraba cansancio y a la vez tristeza. ¿Por qué yo era la culpable?
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Editado: 16.08.2022