Mi Otra Realidad ~corazón vacío~

Cap 21

Me dirigí hacia el comedor y Ezio se encontraba comiendo solo en una mesa.

— ¿Buscabas esto? —dije extendiéndole el libro.

El abrió sus ojos sorprendidos y me arranco el libro de mis manos.

— Se donde se encuentran —hable lo más rápido y en volumen bajo— ¿tu para que quieres saber dónde están?

El me miro dudoso por lo que le acababa de preguntar.

— Estoy haciendo una investigación —el bajo su mirada.

<< ¿Le dará vergüenza ser un nerd? >>

Parecía ser sincero con lo que decía tome su mano y el se puso de pie.

Ezio aparecía en frente de una mujer… la mujer estaba llorando…

Lo mire por unos segundos pero gire en dirección a la salida.

Brais cruzaba la puerta al verme se vino en mi dirección parándose en frente mío.

— ¿Qué haces? —pregunto seriamente mirando mi mano y la de Ezio.

Ezio bajo la cabeza y aparto su mano.

Mire hacia sus espaldas y Tavia e Itaro cruzaban por el pasillo. Pase por su lado pero su mano tomo la mía fuertemente.

— No hagas esto —mire al ver como apretaba su agarre.

— ¡Suéltame! —dije soltando su agarre.

— Dacia… —murmuro en voz baja Ezio.

Mire a Ezio y movía el libro que tenia en una de sus manos.

— ¡No dejare que te vayas con este idiota! —exclamo Brais enojado.

Extendí mis manos hacia el y por fuerza el cayo deslizándose por el suelo hacia atrás.

Mi corazón dio una puntada al ver la mirada fulminante de Brais.

Ezio salió corriendo de allí y yo por detrás de él. Nos escondimos detrás del muro al ver que Itaro y Tavia salían con las piedras del salón del elemento tierra.

— ¡Lo sabía! —exclamo Ezio sacando una libreta de su bolsillo.

Entramos a la sala y el gran armario antiguo con repisas estaba algo corrido.

— ¡Ahí las esconden! —dije señalando el lugar— podremos verlas al terminar la practica ellos la vuelven a traer aquí.

— Entonces cuando caiga el sol nos reuniremos aquí —dijo Ezio con una tímida sonrisa.

Asentí y salimos de allí, me dirigí hacia el salón donde practicábamos junto con Brais.

Pero la emoción que sentía al saber que pronto sería el fin del asesino, aunque lo difícil era explicar lo que había ocurrido con las piedras, ese pensamiento que trataba de dejar a un lado.

Entre al salón y los profesores y directores se encontraban allí.

— Es cuestión de que sus mentes imaginen muchachos —dijo la profesora Merila acercándose a nosotros.

Brais ni siquiera me había dirigido la palabra, nos tomamos de las manos ya con las piedras en nuestras manos.

La energía salía de los cuerpos pero mi mente no podía concentrarse.

— ¡Chicos!... tienen que confiar el uno con el otro —mire a Brais que seguía serio.

— Creo que Dacia es la que tiene problemas con la confianza —mis ojos se abrieron sorprendida por lo que había dicho.

Salimos de la practica sin dirigirnos la palabra.




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