Mi Otra Realidad ~vida vacía~

Cap 7

Me encontraba en un lugar tan cálido… un espeso líquido que me envolvía y una dulce voz escuchándose a lo lejos… era mi madre… de repente me encontraba en otro sitio… una vela numero 4 sobre un pastel… todo decorado con globos… me mire en el espejo ya no era una niña… y Einar me observaba…

El sonido de un pitido que cada vez se hacía más fuerte, abrí mis ojos encontrando con una luz blanca sobre mi rostro.

Mi vista al principio borrosa que en segundos se acostumbró. Empecé a observar cada cosa hasta que me percaté que mi cuerpo estaba atado a una camilla.

Mi corazón empezó a latir con rapidez.

¿Dónde estaba? ¿y por qué estaba atada a una camilla?

Varios cables estaban conectados a mi cuerpo, que sobresalían y se dirigían a una máquina.

—Itaro ella es demasiado poderosa no podemos dejarla sola… —la voz de mujer se escuchaba no tan lejos de donde me encontraba.

—Lo sé solo deberemos enseñarle al igual que los demás… —la otra voz era la de un hombre— no podemos dejar que pase lo mismo que hace años…

—Ella nos puede ayudar —dijo otra voz.

Empecé a buscar con mi mirada el lugar donde provenían esas voces, hasta que una ventanilla separaba esa habitación de otra. La sombra de unas personas se veía del otro lado.

—Tranquilízate Dacia… pronto terminaremos y podremos ayudarte —la mujer de cabellos blanco hablo por un parlante.

Divise a Tavia del otro lado del cristal que hablaba mirando hacia mi.

¿Por qué me tenían sujeta? Una maquina y los cables que estaban conectados a mi seguían mostrando extrañas figuras en las pantallas.

Pasaron unos segundos y ellos cruzaron la puerta, Tavia tenía una libreta en sus manos y Itaro me miraba con una sonrisa poco convencida.

—¿Hay otra cosa que quieras decirnos?... ¿que puedes hacer aparte del manejo de elementos? —pregunto Tavia mientras otra persona quitaba los cables.

Parpadee entendiendo que ellos no sabían que podía ver el futuro.

Una extraña sensación de desconfianza empecé a sentir en mi pecho.

<< No debo decirles >>

Negue con mi cabeza fingiendo seguridad en lo que estaba negando.

—Muy bien entonces tu llegaste aquí porque cometiste una falta —dijo Itaro hablando con más seriedad.

—En el otro mundo pocas personas saben de la existencia de personas como tu y como todos aquí —continuo Tavia.

A mi mente vino el día de la competencia que había utilizado mi control sobre el agua.

—Así que deberás cumplir horas extras luego de clases —finalizo con una sonrisa Tavia.

¿Horas extras?

Asentí sin decir ni dar más explicaciones, sentí mi mente confundida y a la vez con ese presentimiento extraño que no desaparecía.

Miré a los dos y me puse de pie para luego salir de esa habitación.

Recordaba cada parte del lugar así que no me perdería, me asome a uno de los ventanales y la fría noche estaba sobre el lugar, las estrellas y el oscuro bosque.

Mas allá se veía la playa y la luna reflejándose en el agua del mar.

Me volví hacia la puerta del cuarto y entre recorriendo con mi mirada la habitación.

Eider se encontraba en su cama ya estaba dormida, busque con mi mirada algún reloj o algo que me indicara que hora era pero nada.

Tomé aire y solté para luego recostarme en mi cama.

Con la mirada en el techo, sentía el cansancio y a la vez tenía miedo de dormir.

Una mujer corriendo por un bosque… un precipicio… una caída libre… y mortal…

Abrí mis ojos encontrándome con el techo y mi pecho subiendo y bajando, la respiración agitada y la lagrima que corría por el pliegue de mi ojo.

Ese malestar estaba ahí, la repentina tristeza y la impotencia. Me reincorpore en la cama limpiando las lágrimas derramadas por el mal sueño.

Quería tomar aire y no había alguna ventana, solo la ventilación del lugar. Me puse de pie mis pies desnudos y el frio suelo, no me tome el tiempo de vestirme solo quería relajarme.

Sali de la habitación abrazándome a mi misma, esas ganas de huir volvían a aparecer y otra vez las ganas de llorar.

Recorrí los largos pasillos hasta llegar al patio interno que tenía la salida al exterior. No habían personas que vigilaran o fueran de seguridad, algo que también me pareció extraño.

¿Tan seguro era el sitio?

El verde pasto rozaba las plantas de mis pies, la fría brisa y la luz de la luna. Caminé no alejándome tanto de la casa y me senté sobre el césped.

—Eres tan extraña que nadie quiere estar contigo… —murmure abrazando mis piernas.

Una pesadilla, una de tantas, que no me dejaba descansar y solo perturbaban mis sueños.

—Yo diría que te pareces más a un fantasma —me sobresalte en mi lugar y dirigí mi mirada hacia la persona que estaba de pie a mi lado.

Fruncí mi ceño y volví a abrazar mis piernas.

—¿Vienes a decirme cosas horribles y recordarme lo extraña que soy? —dije mirando hacia el frente— entonces vete si no tienes que aportarme algo bueno.

No respondió y solo se sentó a mi lado, apoyándose sobre sus brazos hacia atrás.

—Tranquila esta vez vine a lo mismo que tu —hablo Brais— ser fuerte y veloz, manejar el fuego no me hace tan como tu…

Levanté una ceja y volví a mirarlo, parecía ser una broma o quería jugar conmigo.

¿Me dice que soy un fantasma y luego me decía que era poderosa? ¿Quién entendía a Brais?

De todas formas, tanto como para el y para los demás, a nadie parecía agradarle que fuese asi. A mi mente volvieron las miradas por parte de la mayoría de los estudiantes luego de la prueba.

Esas miradas que se parecían tanto a las personas de mi otra realidad. De desprecio y mirándome como si fuese un monstruo.

—No soy nadie ni aquí ni en el otro mundo —dije con la voz entrecortada.

—Somos algo… no sé a qué valor pero algo somos… —continuo el mirando hacia el mar.




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