Mi Otra Realidad ~vida vacía~

Cap 29

En frente nuestro Itaro y Tavia, junto con la profesora Merila se encontraban de pie mirándonos con sus rostros inexpresivos.

—Dacia… —dijo seriamente Merila.

Trague saliva y sonreí tratando de sentirme más confiada.

—No me dejaron salir y tomé otra alternativa —dije sin dejar de sonreír.

Ella negó con su cabeza y mire a los de cabellos blancos. Tavia me miro y dando pasos hacia mi junto sus manos.

—Hemos dialogado bastante y llegamos a la conclusión que tu puedes ayudarnos a encontrar a los estudiantes desaparecidos —dijo ella pero no parecía convencida.

Mire a Itaro que solo estaba serio y a Merila que lucía resignada. Y luego mire a Brais que estaba frunciendo el ceño.

— Aun no puedo hacer eso… —dije mirando a la profesora Merila.

— Puedes hacerlo solo necesitamos de tu parte —respondió ella moviendo sus manos con nerviosismo— y quizás si Brais te acompaña sientas más seguridad.

<< ¿Brais mi acompañante? Pff >>

Pero de alguna forma quizás si necesitaría su ayuda, mire a Brais y el me miro a mi.

—Puedes hacerlo —dijo el a lo que solo asentí.

Me pegue mas a el y el estaba en la misma posición que yo con las manos hacia atrás y fue así como le entregue el libro.

Trague saliva y seguí a los directores, me acerque a Merila esperando que me dijese algo pero no hubo palabras de su parte.

Caminamos por los pasillos y Brais que venia a paso firme a centímetros de mí.

Entramos a un salón que nunca había estado y que solo había una silla de color blanco. Bastante cómoda a mi parecer por el respaldo y los apoya brazos.

—Siéntate —indico Tavia.

Mire con desconfianza a Tavia ya que era de una de las personas que aun no podía entregarle toda mi confianza.

No iba a oponerme ya que mi objetivo era ayudar.

Y si lo hacía quizás ya nadie más tendría excusas para acusarme sobre nada.

De las sombras apareció una mujer algo anciana que tomo asiento al lado de la silla cómoda.

Tome asiento y tome aire tratando de tranquilizarme.

— Relájate Dacia… y escucha mi voz —la mujer a mi lado empezó a hablar.

—No puedo —dije juntando mis manos sobre mi regazo.

El nerviosismo en mi era evidente no estaba confiada en lo que me harían hacer y la cara de temor de la profesora Merila tampoco ayudaba.

—Tráelos aquí —ordeno Itaro mirando a uno de los hombres que siempre los acompañaban.

El sitio estaba tan oscuro que apenas podía ver a las personas que había a mi alrededor. Solo la luz sobre mi cabeza era la que alumbraba el sitio.

La puerta de la habitación se abrió y por ella cruzaron tres personas. Eider, Brais y Cloe. Los tres me mostraron una sonrisa generando que me sintiese más calmada.

—Nosotros estaremos vigilando —dijo Brais cruzándose de brazos y acercándose a mi— no tengas miedo…

Los dos cruzamos miradas y solo solté la respiración.

—¿Estamos listos? —pregunto la anciana a lo que yo asentí— solo escucha mi voz.

Todo se puso en silencio cerré mis ojos y a la vez controlando mi respiración.

—Dacia… eres tú… estas en el bosque… la noche y la luna… la luz de la luna alumbra tu camino…

De repente la voz de la mujer se hacia mas lejana y estaba de pie.

Estaba en medio del bosque oscuro… hojas y ramas… la luz de la luna… un aullido… algo deslizándose… un pozo… oscuridad… miro hacia los arbustos… los ojos rojos… corre… ¡Corre!

Sentía que la respiración comenzaba a faltarme sentía miedo.

<< ¡Quiero salir! >>

—¡No! ¡NO! —empecé a gritar con desesperación.

No podía abrir mis ojos, mi garganta se cerraba y sentía la opresión en el pecho. El hormigueo intenso en mis manos y el zumbido en mi oído.

—¡Cálmate Dacia! ¡No estás sola! —unos brazos me envolvieron.

Eider… bajando las escaleras… alguien detrás de ella… una sombra… los ojos rojizos.

<< ¡Los ojos rojos! >>

—¡No puedo! —dije tratando de calmarme.

—¡Sigue viendo el futuro suéltala Eider! —grito otra persona.

Seguía en ese trance no veía nada y solo mi cuerpo no respondía.

—Dacia no tengas miedo —alguien me sostenía entre sus brazos— abre tus ojos… estas a salvo.

Sentí esa seguridad la energía positiva y mi lugar seguro. No había miedo era confianza.

Abrí mis ojos y el rostro de Brais estaba en frente mío, observé sus ojos celestes y sus labios.

<< No pude hacerlo >>

Las ganas de llorar aparecieron.

—No puedo hacerlo —dije entre sollozos mirando a Brais.

El apretó sus labios y tenía sus manos tomando las mías, Eider estaba a mi lado con su rostro lleno de preocupación y sus ojos llorosos.

— ¡Dacia no puede hacer esto no la obliguen por favor! —grito Eider dirigiéndose a todos los que estaban allí.

La profesora Merila se acercó hacia nosotros.

—Tranquila querida tu no tienes la culpa de nada de lo que ocurre aquí… —dijo ella también su rostro confuso y lleno de temor.

—Es mejor que descanses Dacia —dijo Tavia con su rostro que parecía desilusionado.

Intente pararme, pero mis energías parecían haber disminuido.

Mire a Brais que estaba a mi lado y el paso un brazo por mi cintura para ayudarme a caminar.

Los tres me acompañaron a la habitación. Me sentía débil y a la vez un extraño miedo que me acompañaba constantemente.

Al entrar me recosté en la cama y me acomodé, no quería dormir, pero el cansancio estaba presente.

—Debes descansar —Cloe se acercó hacia mí y estrecho su mano hacia mí.

—No quiero que veas mi futuro solo te ayudare a recuperarte —cerro sus ojos y apretó mi mano con fuerza.

Sentía como la energía que ella me proporcionaba recorría todo mi cuerpo.

No había podido ayudar a encontrar a los alumnos desaparecidos. Eso era lo único en lo que mi mente pensaba.




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