Mi padre, William Jacob

Introducción

Prueba de embarazo positiva...

Las dos rayitas del objeto me miran, enrojeciéndose al tiempo que suelto el aire, intentando no entrar en pánico aunque creo que en este justo momento es más que complicado. No es mentira que estoy embarazada. Conozco muy bien mi cuerpo desde el día en que me acosté con ese hombre y aunque sé que él no me reconoció, no quise volver al consultorio. 

Los tragos estuvieron de más. Nos emborrachamos hasta el cansancio, llegamos a un motel e hicimos el amor durante toda la noche, claro, yo le llamo amor, no sé cómo podrá él llamarle si acaso tiene pareja o sigue soltero como la última vez que supe de su existencia. 

La verdad es que fue más que nada un encuentro que yo llené, a pesar de saber que estaba un poco vacío. Alguien tan prestigioso como él, no encaja con una estudiante como yo, mucho más porque tiene más años, aparte de cargar experiencia en el ámbito de la vida. 

Tomé un reto que no creí pudiese llevarme a la cama con él y al final, solo me dejó una prueba de embarazo completamente positiva. 

¿Cómo voy a llevar esto adelante? Apenas sí puedo con mi estado de salud. No sé si lo soportaré durante nueve meses. 

—¿Elena?—La voz de mi hermana se escucha en la puerta, al tiempo que toca con dos de sus dedos allí. 

—Voy—emito, guardando el test en el cajón a un lado del lavamanos, remojando mi rostro en agua en lo que salgo para verla caminar de un lado a otro en la estancia que aún buscamos ocupar.

—Disculpa, sé que debes estar pensando en tus estudios y el cambio nuevo ahora que oficialmente nos mudamos a Washington D. C., pero...

—A una clínica—corrijo—. Nos acabamos de mudar a una clínica, Becca—indico.

—Lo bueno es que no estaremos mucho tiempo aquí—sonríe. Siempre es tan optimista. Tanto que me hace poner de mal humor—. Vamos, no pongas esa cara, Elena—pide, llegando a mí en lo que toma mi rostro en sus manos—. Saldrás de esta.

—No lo lograré embarazada—su sonrisa se borra de inmediato, dando un paso atrás—. Cumplí un reto con...

—Esas infelices—ni siquiera me deja terminar. Sabe de quiénes les hablo—. ¿Cómo Elena? Solo debías hacer una cosa bien. ¡Solo una!—Intenta no llorar, aunque es en vano. Está limpiándose las mejillas con rabia.

—La segunda vez que vinimos, para lo de la prueba...—suspiro—. Lo hice. Querían que creara un ambiente aquí, así que solo me dejé llevar—trago, viéndola dar vueltas en el lugar.

—¿Quién es el padre?

—Él me atendió hace un tiempo atrás—explico, contándole la historia a la vez que pasa las manos por su rostro—. Esa es la realidad.

—¿Y cómo pretendías que iba a conocerte? Has cambiado—enuncia—. Aparte, no creo que tenga tan buena memoria fotográfica. En tres meses no te ha buscado siquiera después de ese encuentro—suelto el aire—. ¿Qué tal si te haces una intervención?

—No—la miro, seria—. Este hijo voy a tenerlo, así me muera en el parto—avanzo hacia ella, tomando su mano—. Prométeme, Becca, que si me muero, vas a criarla—solloza—. Encontrarás el momento correcto para que ella llegue a sus brazos. No la abandones, nunca—emito.

—Voy a intentarlo, Elena—apenas me ve—. Si tú te mueres, yo...

—Viviré—digo, aunque yo no me creo siquiera mis palabras—. Aunque sea en mi criatura, lo haré—musito, quedándome prendada a ella, sin soltarla, con una promesa que espero cumpla, aunque no estoy segura que lo logre. 

Ya no.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.