Mi partida de Ajedrez (#01 Saga Miller)

10| Código rosado

Capítulo 10. 

Portland-Oregón EE. UU/ martes, 17-09-2013. 

Estar a la defensiva es un gran defecto mío que sale a relucir cuando siento que estoy siendo atacada, soy grosera, malhumorada e irracional. Eso fue lo que sucedió en la fiesta de hace 2 sábados cuando Nate me preguntó sobre mi pesadilla, no fui capaz de decirle que había vuelto a soñar con aquello que tanto atormenta mi cabeza, pero bloqueo tanto. Fue lindo bailar con él como cada que lo hacemos, pero apenas mencionó aquello vi rojo y mis muros se levantaron. 

Me siento estúpida cuando me dejo llevar por los impulsos, pero es algo involuntario que hago, al igual que Aarón ve rojo cuando se cabrea y no mide sus palabras, yo me pongo a la defensiva, Aracely es irracional, Andrew dice lo que piensa sin procesarlo, Anthony es más de quedarse callado y escuchar todo, América llora de la impotencia y Alessandra es odiosa. 

Todos tenemos formas distintas de reaccionar ante la sensación de ser atacados, es algo de lo que nadie se libra y lamentablemente las consecuencias de los impulsos son malas en su mayoría. Nathaniel me conoce de toda la vida y estoy segura de que si no me conociera como la palma de su mano me hubiera mandado a la mierda por gritarle así, pero solo vi rojo. Él siempre ha estado para mí, es quien me entendía con una mirada y ahora parece que solo nos alejamos más y más. 

Odio la sola idea de alejarme de él, es mi alma gemela, mi hermano, mejor amigo y una de las personas más importantes en mi vida, alejarme de él es como alejarme de uno de mis hermanos y mis hermanos son mi vida. 

Miro a Alex que sonríe ampliamente cuando nota que lo observo, estamos en su casa viendo una película o eso hace él, yo solo estoy metida en mi cabeza pensando, como siempre. 

—¿Quieres más? —pregunta refiriéndose a mi vaso de soda vacío, niego. 

—No cariño, estoy bien —sonrío y sé que no fingí bien mi sonrisa porqué arruga las cejas. 

—¿Sucede algo, preciosa? —vuelvo a negar mirándolo a los ojos. 

—No, todo bien —me hago hacia delante capturando sus labios. 

Lo beso me manera lenta y pausada, su sabor tan familiar y su calidez me hacen relajarme, sujeto su cabello profundizando el beso, sus manos van a mi cintura, me acerca a su cuerpo, suelto un suspiro cuando delinea mi labio inferior con su lengua, abro más la boca permitiéndole entrar, tiro de su cabello cuando sus manos bajan a mi culo dándole un apretón firme. Jadeo sobre sus labios cuando toma mis piernas y me alza para ponerme encima de él, pongo las rodillas a los lados y me pego tanto como puedo a su cuerpo, alza su cadera haciéndome gemir bajito al sentir su erección. 

Mordisqueo su labio e inconscientemente comienzo a mecerme contra su dureza en busca de alivio. Deja besos en la comisura de mi boca hasta mi mandíbula donde muerde haciéndome suspirar, hecho mi cabeza para atrás para darle más acceso, sigo meciéndome, tomo el borde de su camiseta alzándola, se separa de mi permitiéndome quitarle la camiseta, acaricio su abdomen, me toma de la nuca y me vuelve a besar metiendo sus manos dentro de mi camisa, sube hasta posar sus manos sobre mis pechos, les da un apretón haciéndome suspirar.  

 

*** 

Suspiro acomodando mi cabeza en su pecho, acaricia mi cabello con suavidad. 

—Te amo —murmura. 

—Te amo cariño —susurro cerrando los ojos dispuesta a dormir un rato antes de volver a casa. Mi celular suena, suspiro —pásamelo por favor —lo toma de la mesita de al lado y lee lo que dice en la pantalla, se tensa y yo igual, no tiene porqué revisar mis mensajes —Axel, dámelo —ordeno, me hace caso y veo el mensaje. 

Sonrío. 

Nate: así que ¿vienes a mi casa? mamá no está y podemos hacer desastres. 

Nate: Azullllll vennn, hace días que no te veo, te extraño. 

Mi sonrisa se amplía por su exageración, estuvimos juntos hace 4 horas cuando me dejó en casa luego del instituto. 

Azul: en camino. 

 

—¿Enserio vas a ir? —pregunta Axel que estaba viendo lo que escribí, arrugo las cejas, disgustada con sus comentarios. 

Me levanto y comienzo a vestirme. 

—Sí —murmuro, cortante — ha estado un poco decaído con el tema de su mamá y quiero ver a Natalia también. 

—Pero ahí dice que no está —se levanta hasta estar con la espalda apoyada en la cabecera de la cama — ¿No se supone que esta con descanso medico? —pregunta, desconfiado. 

Asiento. 

—Se fue a su chequeo —miro la hora en la pantalla de mi celular — recién ha de haber salido, son a las 5—murmuro subiendo mis bragas, me pongo el jean seguido del sujetador y la camisa — su hermana la lleva, llegan como a las 7—me detengo cuando me doy cuenta que no debo porqué comentarle la vida de Natalia. 

—Creo que pasas mucho tiempo ahí —me pongo mis medias y lo miro sobre el hombro. 

—¿Mucho tiempo en casa de Nate? —asiente, su mirada me hace entender lo que sucede, ruedo los ojos — Axel, Nate es mi hermano, mi mejor amigo desde que tengo 5 años, eso no va a cambiar así que deja tus celos, los Hall son mi familia —me calzo las botas y tomo mi abrigo, me acerco a él y le doy un beso en la mejilla —adiós. 

Bajo las escaleras y me pongo mi gorro intentando que acomode mi cabello que se encuentra enredado por las veces que Axel puso sus manos en él. Tomo el autobús, no puedo evitar pensar en una palabra que describe a mi novio. 

Ridículo. 

Los celos me parecen ridículos y enfermizos, realmente los detesto, arruina todo y ciegan a las personas, incluso hay un trastorno llamado colopatía, las personas enfermas de celos es otro motivo por el cual odio los celos, nunca he sentido esa emoción y lo agradezco porque me daría repulsión creer que una persona me pertenece como si fuera una camisa o algo así. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.