Mi partida de Ajedrez (#01 Saga Miller)

20| España

Capítulo 20.

|Nathaniel Hall|

La cena de navidad es curiosa.

Mamá estaba fascinada con la idea de venir, los locos no se opusieron y mis tíos tampoco, es por ello que somos 20 personas cenando en navidad, la mesa de los Miller es realmente grande, tiene 10 sillas en cada extremo y una en cada cabecera.

Pregunto donde consiguieron una mesa tan grande y Andrew me responde.

—La mandamos a hacer con un exclusivo carpintero —dice con altanería —no entenderías.

Arqueo una ceja, ríe.

—Cabrón —me da un guiño que me tiene rodando los ojos.

—¿Cómo has estado, cariño? —me pregunta la abuela Norma.

Los abuelos Blue y Normal Grey son los padres de Daniella y abuelos de todos los rubios y Azul. Vienen cada año en navidad, viven en la ciudad vecina a 2 horas de aquí.

—Bien, me hace feliz estar en casa —sonríe ampliamente y seguimos conversando.

No tengo abuelos, los 4 están muertos y los abuelos Grey son lo más cercano a unos abuelos que he tenido, les tengo un especial cariño, más al abuelo Blue que es todo un cascarrabias y es divertido hacerlo rabiar.

Cenamos y todo sale bien, aunque me parece curioso que Aracely y Dustin sean tan amigos, ni tenía ni idea. Esmeralda se la pasa con Ro y Anthony. Azul conmigo y eso es lo único que me importa. Que Azul este siempre conmigo.

***

Miércoles, 25-12-2013.

—¡Cierra los ojos! —pide, divertida.

Otra vez nos pasamos de copas, solo que esta vez estamos solos, son las 5:50 am y en cualquier momento va a amanecer. Estamos esperando el amanecer.

—Joder Azul, estamos en un balcón, si me empujas no me entero por tener los ojos cerrados.

—Es que tú eres idiota—asiento de acuerdo con su comentario—claro que te darías cuenta si te empujoooo—arrastra las palabras de forma divertida.

Frunzo el rostro.

—¿Para qué quieres que cierre los ojos?

—¡Para darte tu regalo! —chilla.

—Shhh todos duermen

—Shhhhh tú—tuerce los labios.

—Venga dame mi regalo—asiente con entusiasmo.

Se olvida de querer hacerme cerrar los ojos y me entrega una caja, entrecierro los ojos, desconfiado.

—¡Ábrelo ábrelo ábrelo! —canturrea.

—Ya va—río.

Desató el pequeño moño con delicadeza, quito la tapa y lo que veo me acelera el corazón, mis ojos se humedecen y no me creo que eso este sucediendo.

—¿Co-cómo...?

—Tengo contactos.

Saco la cámara del interior. No es cualquier cámara, es la que usaba mi papá.

—¿Es la de él? —pregunto con el corazón en la boca.

—Sí, un coleccionista la tenía, Nate—alzo la mirada y su sonrisa es tan grande, sus ojos brillan más que nunca y me mira a mí. Yo soy la razón de su felicidad en este momento y me siento tan jodidamente afortunado de que a quién dirige esa mirada es a mí.

—De pequeños me decías que era tu sueño recuperar la cámara de tu padre—continua— sé que la seguías buscando por todo el país, pero era imposible rastrear una cámara que se vendió hace más de 13 años, pero aquí está. En tus manos. —entreabro los labios, sin sabes que decir. — es tuya, feliz navidad.

Parpadeo para ocultar mis lágrimas, no soy un tipo de llorar, pero joder ¡Es la cámara de papá! Dejo la cámara en su caja, lejos del borde del balcón.

Río y me abalanzo sobre ella, envolviéndola en mis brazos, sintiéndome dichoso de tenerla en mi vida, agradeciendo a todo por compartir existencia y vivir en el mismo instante.

—Gracias Azul—susurro sintiendo de todo.

—Solo quiero que seas feliz, Nate—asiento y beso la coronilla de su cabeza.

Me separo de ella y limpio la única lágrima que si escapó.

—Mi turno—le entrego una pequeña caja que contiene algo que ella también amará.

La abre con ilusión y sé que acerté cuando su sonrisa se amplía y como si fuera posible sus ojos brillan más.

—Mierda Nathaniel—susurra.

Le regalé un estetoscopio azul, irónicamente.

Me mira y vuelvo a tener esa sensación de ser la puta persona con más suerte en el mundo.

—Feliz navidad.

Se lo pone y posa, no combina y más con su vestido con estampado ridículo, pero a ella le queda espectacular.

—Te queda increíble, doctora Miller—traga nerviosa.

—¿Crees que lo logre?

—Vas a entrar a esa universidad.

—No soy tan genial.

Azul ya postulado a la universidad de Stanford para estudiar derecho, pero la rechazaron y fue en el momento justo en que se dio cuenta que su suelo infantil de ser cirujana había vuelto y era lo que deseaba, postulo de último momento a la universidad de San Diego, California. Si es admitida se irá por mucho tiempo, pero eso no impide que no estemos juntos, yo postule a Stanford, aún no me responden y más con mi expediente académico, va a ser tan difícil. Pero le juré a Azul use nada nos separaría y planeo cumplirlo.

—Eres increíble. Si no te aceptan, te ayudo a matar al decano—ríe y me vuelve a abrazar.

***

Viernes, 27-12-2013.

Necesito saber exactamente el plan de Azul, no puedo permitir que por alguna razón investigue a los Herrera o estaré jodido. Intenté preguntarle cuál era su plan exactamente, pero solo río y me dijo que en su momento me lo contaría. ¿En su momento? En su momento estaré jodido como decida investigar más a profundo a los Herrera. Buscan Herrera y sale mi nombre.

JODER.

Pasa una mano por mi cabeza, frustrado. No sé cómo hacer esto, no puedo perder a Azul. No puedo.

Pienso rápidamente, intentando encontrar una solución accesible, pero solo puedo hablar con Anthony.

Eso.

—Vamos, esto debe salir bien —le marco al rubio mayor.

Mordisqueo la uña de mi pulgar intentando calmar mi ansiedad.

—Dime —ladra furioso.

—¿Todo en orden? —pregunto ante su agresividad.




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