Capítulo 25.
|Azul Miller|
Portland-Oregón EE.UU/ Viernes, 16-05-2014.
Pesadillas, tenía muchas pesadillas.
Me retorcía entre sueños y no lograba despertarme, ya no soñaba con recuerdos, soñaba con cosas que yo misma creaba, tenía terribles sueños en los que Nate me dejaba, soñaba con la muerte de mis hermanos, soñaba que me traicionaban, soñaba que Liam vivía y venia por mí, para terminar lo que empezó. Soñaba cosas tan aterradoras que dejé de ser yo, salía con Nate a citas, salía con Lizzy y Anabel que se habían vuelto muy cercanas a mí, les conté de Liam. Vivía mi vida con normalidad, solo que no era normal, era como ser una coraza, un fantasma en mi propia vida, vivía, pero no estaba ahí, el cansancio me vencía en ocasiones, el corrector de ojeras era mi mejor amigo y sonreía sin sentir esa felicidad plena, el miedo de que Liam este vivo me comía entera, sabía que estaba muerto, pero la idea estaba ahí y nada me convencía de que no era cierto lo que pensaba.
Las pesadillas eran terribles, aguantar el sueño por miedo a dormir y volver a soñar era agobiante y no poder tener paz me estresaba, nada me calmaba, no podía dormir bien a no ser que fuera con Nate, era ridícula la forma en que me causaba tanta calma, mi corazón dejaba de latir frenéticamente por el miedo cuando el me abrazaba, me susurraba cuando me quería al oído, acariciaba mi cabello y me aseguraba que al momento de despertar él seguiría ahí abrazándome y si soñaba el me despertaría. Cada que abría los ojos él estaba ahí mirándome con sus ojos calmados y su sonrisa amplia, veía su preocupación, pero la dejaba a un lado, era egoísta no querer pensar en cómo lo hacía sentir verme así, pero no podía, no podía pensar en los sentimientos de otra persona que no fuera yo, si con mis pensamientos y sentimientos me agobiaba, pensar en lo que le hago sentir a Nate. No podría con la culpa.
—Hermanitaaaa —el canturreo de Aracely me hace mirarla, está parada en la puerta de mi cuarto.
Está guapísima, lleva una falta negra de cuero sobre encima de las rodillas, unas botas altas con tacón, un top blanco y un abrigo rojo felpudo, su cabello rubio cae en ondas sobre su espalda y su sonrisa brilla en sus labios pintados de color rojo.
—¿A dónde vas? —pregunto, paso una mano por mi cabello, cansada.
—Por ahí, voy a salir con Dustin —arqueo una ceja — y Esmeralda —agrega, no le creo nada, sé que miente — nos vemos, Nate está viniendo con ellos para quedarse contigo.
Asiento y la veo irse felizmente.
Suspiro y dejando el libro de historia a un lado me dejo caer en mi cama, estaba estudiando para un examen, estamos a un mes de acabar el instituto y no sé cómo sentirme. Realmente no sé qué pensar sobre la universidad, la carta ha de estar por llegar en estos días, no sé si me aceptaron en San Diego, tengo una carta de aceptación para la universidad de Portland, pero aún no respondo, están esperando a que les responda y joder. A las justas he pensado en esto a tiempo completo.
Tocan la puerta de mi cuarto, no me molesto en mirarlo, me acomodo en la cama bajo las cobijas, viene hacia mí y se acuesta a mi lado, me abraza por los hombros y sujeta me cintura, apoyo mi cabeza en su pecho y lo miro.
—Novia —saluda y besa mi frente.
—Novio —susurro alzando el rostro, besa mi nariz y luego me besa en los labios, lento, pausado y corto.
Suspiro, abrazándolo con fuerza.
—¿Como nos sentimos? —pregunta con tacto, sabe lo sensible que soy.
—Agobiados, cansados, hartos, pero en este instante sentimos paz, calma y felicidad.
Me mira y sonríe ampliamente, entiende que me refiero a él.
Acaricia mi rostro con amor.
—Te amo—susurra, arrugo la nariz.
—Eres cursi—ríe y el tirón en mi estómago es presente, como siempre me siento plena en medio de tanto caos.
—¿Duermes?
Suspiro.
—Lo único que hacemos juntos es dormir, cuando estamos juntos solo me ayudas a dormir....
Sus ojos me miran con dulzura.
—Es porque sé que solo yo te relajo lo suficiente y amo verte dormir—miro sus ojos y sé que ve todas mis emociones— tus ojos son caos, más de lo normal.
—Es como me siento...
—Lo sé azulada—vuelve a besar mi frente y me cubre con las cobijas—descansa, cuando te despiertes podemos ir al cine o a comer.
Asiento a gusto con sus palabras creyendo de que no tendré pesadillas como las otras veces, desde que Nate me ayuda a dormir no tengo ni una sola pesadilla, echo que cambia cuando duermo sola cada noche. Creí que no tendría pesadillas, por ello me dormí con la seguridad de que podría recuperar algo de mis horas perdidas.
Error.
La pesadilla comienza conmigo corriendo, jugando al escondite con Liam, a veces se aburria al ser mayor creía que era muy grande para jugar, pero yo lo convencía, Nate no estaba, como siempre se iba a estudiar para poder ingresar al internado. Liam y yo corríamos entre risas, yo contaba y él se escondía, a veces era al revés, a él se le daba mejor el escondite. Pero cuando me tocó esconderme a mí, no contó, lo miré desconcertada y me dio una botella de agua, bebí sin dudar, debí dudar.
Los recuerdos son distorsionados, recuerdo escucharlo maldecir y decir ¨corre¨, pero al segundo era él quien me miró con esa sonrisa retorcida y maligna, mientras me correteaba, yo sabía que algo no andaba bien, sabía que todo se iba a arruinar en el momento en que el miedo surgió en mí, las risas se acabaron y no corría por diversión, corría para sobrevivir y alejarme de él.
Me atrapaba, me hacía retroceder, se reía de mis suplicas y preguntas, besaba mi cuello, no corría. En mi sueño no corría, la sensación de sentirme atrapada, el miedo, el pánico y el terror me hacen llorar, no sé si lloro en mi sueño o en la realidad, pero lloro y suplico que me suelte. En mi sueño no escapé, en mi sueño él me hace daño y nunca me salvo.