Capítulo 26.
|Nathaniel Hall|
Portland-Oregón EE.UU/ Martes, 20-05-2014.
Todo sucede muy rápido.
Camino de un lado a otro mirando a mi cuñado que parece aburrido, aún no le dije lo que Azul dijo frente a todos, me extrañó que dijera lo que estaba sucediendo, en una situación así esperaría a que se guarde todo, supongo que necesitaba que le dijéramos que era imposible que Jones viviera, aunque sea cierto.
—Nate estoy perdiendo la paciencia —advierte —habla de una puta vez que tengo que llevarle helado de menta a Aracely —bufa —desde que dijo que está embarazada nos chantajea por nuestras reacciones y nos hace comprarle todo.
—Fueron idiotas —me mira mal —bueno, ejem....no reacciones mal que ya estoy lo suficientemente nervioso.
—Nate...
—Embaracé a Azul —suelto, alza la mirada, tiene los ojos muy abiertos y una mirada loca. Toma su arma —¡es broma! —chillo alzando las manos.
Su mirada se tiñe de desconfianza.
—Quería relajarme —suspiro, y gruñe malhumorado. —Azul vio a Liam.
Deja el arma y se pasa una mano por el rostro, tranquilo, cuando reacciona alza la mirada, tiene los ojos muy abiertos y esta incrédulo.
—¡¿Qué?!
—Lo que oíste —paso una mano por mi cuello, intentando tranquilizarme.
—¿Cómo sucedió? —pregunta cabreado.
—Él la vigila —maldice por lo bajo, su mandíbula está tensa —sabe dónde está, en cualquier momento puede hacerle daño, Anthony —el miedo y enojo en mi voz es evidente —no parece ser reciente, se acercó a la casa y si lo hizo es porque de donde estaba no podía verla bien. Lleva tiempo en esto.
Gruñe y toma el jarrón con flores de su oficina y lo estrella arroja contra la pared.
Maldice y comienza a arrojar todo contra la pared, gruñendo y diciendo por lo bajo todo lo que le va a hacer a Liam Jones en el momento en que lo atrape, es tenebroso, nunca lo había visto así de cabreado, lo dejo descargar su ira contra los adornos de su oficina y cuando no tiene nada más que tirar voltea a verme, tiene los ojos oscuros, la respiración errática, los músculos tensos y las manos con sangre.
—¿Listo? —pregunto.
Gruñe en respuesta.
—Anthony yo también quiero matarlo con mis propias manos, pero sé racional —niega sin verme, se va al baño de su oficina a lavar la sangre de sus manos —yo soy el impulsivo, si no te calmas tú habrá dos impulsivos y eso si no será bueno, Anthony.
Sale del baño y me mira fijamente mientras analiza todo lo que dije, en eso se parece a Azul, son analíticos, pero no hay nadie como Azul que guarda todo en su cabeza en segundos, Anthony se toma su tiempo intentando recordar todo y armar un buen plan.
—Esto es lo que vamos hacer....
Asiento a cada cosa que dice y aunque no me gusta el plan, todo es por salvar a Azul.
Suspirando y pensando en que debo ir a ver a mi novia me dirijo a la puerta.
—Otra cosa —lo miro — que Matteo vuelva a Italia —ordena.
Abro la boca para protestar, pero me detiene.
—Él nunca debió venir, lo sabes —se venda la mano y pasa su otra mano por su cabello, peinándolo hacia atrás —vino para ayudarte con el tema de los Herrera, pero te dije que lo solucionaras tú, en su lugar te largaste a España, trajiste a Matteo, involucraste a García y aun así no solucionaste nada.
Me tenso.
—No me dejaste matarlo —ríe con burla.
—¿Por qué aun no te entra en la cabeza? Si matabas a Mike Herrera esto sería una guerra, vendrían por ti y Azul enloquecería, sería mi familia la que te defendería y no pienso tener una guerra con traficantes. —niega —Azul ya tiene suficiente como para enloquecer aún más porque su noviecito no puedo solucionar las cosas sin matar.
Lo miro con burla.
—Eres una hipócrita —suelto, alza una ceja —mandas a matar a cada persona que los jode.
Ladea su cabeza.
—Yo no mato a nadie cuñadito, la única vez que he matado ha sido cuando creí haber matado a Liam Jones, torturamos, pero no matamos —me da un guiño — Azul mata y casi siempre intento salvar a las personas, pero las cosas no se dan a veces, no pienso dejar que mi hermana tenga sangre en sus manos que la puedan hundir.
—¿Ella...?
Ríe.
—No, si lo sabe me deja de hablar —sacude su cabeza y me señala con su mano buena — Ya te dije Nate, que Matteo vuelva a España por voluntad antes de que los Herrera se enteren que está aquí o lo envío yo de una forma que nos les gustará.
Aunque quiero mandarlo a la mierda asiento, sé que tiene razón por mucho que no quiera admitirlo.
***
Entro a la casa Miller con una caja en manos, subo al cuarto de Azul y la encuentro escuchando música con los ojos cerrados, murmura la letra de la canción, dejo la caja con cuidado afuera del cuarto y me acerco a ella, me acerco con precaución por si la asusto, no deseo que me vuelva a apuntar con un arma en la cara, me inclino sobre ella y poso mis labios sobre los suyos, se queda estática de la impresión, poso mi mano en su mejilla y se relaja al reconocer mi tacto, abre la boca permitiéndome besarla a profundidad como me gusta.
Pone su mano en mi nuca y me hace acercarme más, sin despegar nuestros labios subo una pierna, me apoyo en mis antebrazos y subo la otra, pasa sus manos por mi cabello, suspiro.
—Hola —susurra entre besos.
—Novia —saludo y le doy otro beso.
—¿No quedamos en que nos veíamos más tarde? —beso la punta de su nariz, sonríe.
Es increíble la manera en la que se relaja al estar conmigo, es como si bajara sus muros y me permitiera ver esa persona que es, pero que esconder de todos, ella solo se permite ser ella misma conmigo y eso me hace sentir la persona más afortunada del mundo.
—Te extrañaba —susurro.
Arruga su nariz.
—Te tengo una sorpresa —me mira con desconfianza.