Mi partida de Ajedrez (#01 Saga Miller)

29| Mentiras

Capítulo 29.

|Nathaniel Hall|

Portland-Oregón EE.UU/ Lunes, 02-06-2014.

Hoy es el día, se van a llevar a mamá, intento conversar con ella, pero me lo hace imposible, no puedo seguir haciendo esto, dejo que tía Mónica se encargue de calmarla y convencerla de que es lo mejor, accede, pero cuando se la llevan comienza a gritarme que nunca me va a perdonar.

—¡En tu vida te voy a perdonar esto! ¡Ya no eres mi hijo! ¡Te odio! —grita pataleando.

Trago y aparto la mirada.

Azul sostiene mi mano con fuerza acariciándome el brazo.

Se la llevan y tía Mónica los sigue viendo como la camioneta se va, tener que llevarla yo hubiera sido peor así que pedí que la buscaran, trago el nudo de mi garganta.

—Fue lo mejor —me repite Azul en voz baja, asiento intentando convencerme de que tiene razón, fue lo mejor para ella y para mí.

Tía Mónica entra, Azul me suelta y recibo el abrazo de mi tía, acaricia mi cabello.

—Ella no te odia, cielo —la aprieto con fuerza —eres lo más preciado para ella, la depresión que tiene es gigantesca, Nate. Esto era necesario, se intentó suicidar dos veces, si no la ayudábamos iba a haber una tercera vez y tal vez esa vez no la íbamos a salvar.

Me aparto de ella, un poco fastidiado, no me gusta esa posibilidad.

—Nate, es cierto —la miro y ver lo parecida que es a mamá me revuelve el estómago, aunque acabara de verla hace unos pocos minutos.

Me duele ver a tía Mónica, es idéntica a mi mamá.

—Vale —susurro sin poder verla.

—Voy a casa, cualquier cosa me llamas, cielo —asiento y beso su mejilla.

Espero a que se vaya para abrazar a Azul con fuerza.

—¿Realmente hice lo correcto? —no puedo evitar preguntar, esa duda me carcome la cabeza, el dolor que había en los ojos de mamá sigue en mi mente, nunca la había visto así.

—Sí, tu tía tenía razón, podía haber una tercera vez, Nate.

Asiento suspirando.

Hice lo correcto para ella y para mí.

***

Entro a casa de Diego con una mueca, la graduación es mañana, Azul está en su cita con el psiquiatra y yo no quiero estar en casa, se siente vacía sin mamá, debo hacer las maletas para la universidad, empacar y muchas cosas más.

Suspiro.

—Hola —me anuncio entrando al living.

Me quedo estático al ver a Leonardo Anderson en medio de la habitación, mis amigos me miran alerta, están tan tensos mirando a Leonardo, André está a la defensiva parado frente a él de espaldas como si lo intentara proteger.

—¿Qué carajos hace acá?

—Vine a ver a mi novio —miro al castaño.

—André aléjate de él —advierto.

—No.

—André, no lo voy a repetir. Es peligroso.

Leonardo ríe con burla.

—¿Peligroso? ¿Yo? ¿Eso es lo que tu noviecita les hizo creer? —ríe con ganas —la peligrosa es ella, yo no.

—La seguiste —lo acusa Fabio, con rencor —es nuestra amiga, tu solo eres un extraño para nosotros ¿A quién crees que le creemos?

—Seré un extraño, pero al menos no soy un asesino a sangre fría.

Gruño.

—Aléjate de André —advierto, estoy harto de este tipo —vete.

—Vine a ver a mi novio —lo miro fijamente —es curiosa la forma en que una chica los tiene embobados, no la conocen, no saben con que saldrá, no saben lo trastornada y traumada que está....

—¿Tú sí? —ladeo la cabeza y él aprieta los labios.

—Ustedes son los que deberían alejarse de ella, no de mí. Ella no es la santa que creen.

Aprieto la mandíbula, ya estoy harto de escuchar tantas estupideces.

—André que se largue si no quieres que lo vote yo mismo a patadas.

—Si se va, me voy con él —advierte.

Arrugo el entrecejo, confuso.

—Sí lo echan a mí tampoco me vuelven a ver.

Miro rápidamente a Israel, Fabio y a Diego, el ultimo me mira significativamente, no entiendo, trago. Pienso que demonios hacer, André está demasiado enamorado, detesta a Azul, no es una buena mezcla, no entiende esta situación, se está arriesgando por alguien a quien no conoce. Joder.

—André —inicia Israel —por favor no hagas estupideces.

—No son estupideces Isra, lo amo y si se va, voy con él.

Aparto la mirada, pensando a toda velocidad que carajos hacer.

André y Leonardo se miran entre sí, mi amigo lo toma de la mano y están por irse cuando los detengo.

—¡André! ¡¿Acaso no vez que esto es lo que quiere?! —se detiene y voltea a verme, dolido. No quiere irse —Azul te quiere demasiado, si te vas con él, ella te va a buscar y este quiere eso.

Leonardo bufa con burla.

—¿Para que yo querría que una asesina nos buscara?

—Para matarme.

Miro hacia la puerta donde Azul apareció, tiene un arma en la mano y apunta a Leonardo. Mierda Diego, por eso me miraba así.

—¡¿Q-Qué demonios te pasa?! —le grita André —¡Deja de apuntarlo!

—Quiere matarme —remarca mi novia con furia — y no pienso permitir eso.

—¡¿De dónde demonios sacas eso?!

Azul mira a André a los ojos, intentando que la entienda, pero, aunque intento evitarlo corriendo en su dirección es tarde y Leonardo ya le quito el arma a Azul, ahora es él quien la apunta.

—André vamos —ordena el castaño.

—André... —susurra Azul con voz suplicante —por una vez créeme cuando te digo que él no es bueno, créeme por favor.

André da un paso.

—C-Cuando se conocieron, una de las primeras cosas fue preguntarte pro tus amigos ¿no? —André la mira — y cuando le hablaste de Nate, te siguió preguntando de él, le contaste de mí y siempre te preguntaba por mi o por mi familia ¿Cierto?

André entre abre la boca, mirándola, pasmado.

—¿C-Como sabes eso?

—André no la escuches —pide Leonardo, intento dar un paso, pero me mira y la advertencia es clara.

Das un paso más y la mato.




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