Capítulo 30.
|Liam Jones|
Es hora.
Leo el mensaje de texto de mi hermana.
Hermana: Azul ya sabe la verdad, te va a buscar a como dé lugar.
Liam: te espero, hermanita.
Suspiro profundamente preparándome, me miro al espejo y mis ojos verdes me devuelven la mirada. Me pongo las lentillas negras y tomo aire por la boca.
No tardes Azul, tu familia y la mía quieren impedir este bonito encuentro, te espero mi niña.
***
|Azul Miller|
Me estoy comiendo la cabeza entera, no puedo, tengo los putos videos de las cámaras de seguridad luego de amenazar a Aidan, estoy con Lizzy que está tan nerviosa como yo, no deja de dar vueltas por la habitación intentando pensar en ideas. Apenas llegué aquí apagué mi teléfono y lo metí en un cajón, los idiotas de mis hermanos o Nathaniel son capaz de restear mi teléfono.
—Revisemos otra vez los videos —murmura Lizzy.
—Ya lo hicimos como 10 veces, incluso la basura de Aidan pudo haberme dado videos editados, ya ni sé —paso mis manos por mis ojos, me duelen de tanto llorar.
Lizzy estuvo abrazándome por lo que fueron unas 3 horas, la traición que sentía y el dolor me hizo llorar de una manera terrible, ahora siento que ya no tengo lágrimas, lloré tanto tiempo que es como si me hubiera drenado. Creí que mi reacción seria otra, no es que hubiera pensando en mi familia y novio traicionándome, pero pensé en camino para acá que apenas entrara a la casa de mi mejor amiga me pondría como loca a buscar a Liam, pero no, solo me derrumbé en los brazos de Lizzy.
Sentí como si volviera a ser esa niña de 12 años asustada y a la defensiva con todo el mundo, no podía creer que esto estuviera pasando, era demasiado, pensamientos rápidos venían, la sensación de ahogarme, la rabia que iba y venía, el dolor de la traición, recordar las veces en las que me dijeron que estaba viendo cosas y no había visto a Liam, cuando jugaron conmigo moviéndome como una jodida ficha de ajedrez. Ya había dejado en claro que yo no soy un peón, soy la jugadora principal. Está es mi partida de ajedrez.
—¿Azul? —me mira, extrañada. —¿Estas bien?
Niego si fuerzas.
—Estoy cansada, de verdad. Odio a mis hermanos, a Nathaniel y lo que más quiero es matar a Liam, pero en este instante solo deseo descansar, de verdad, estoy agotada.
Me mira fijamente y asiente.
—Encontrarlo tomará unos días —suspiro.
—Ojalá no sea tanto.
Hago una mueca.
—Duerme un poco que voy a seguir viendo estos videos.
Asiento y me acuesto en su cama, subo las cobijas hasta mi barbilla y como si esto era lo que mi cuerpo estuvo esperando todo este tiempo caigo rendida, lo último que veo es a Lizzy escribiendo un mensaje.
***
Viernes, 06-06-2014.
Me despierto desorientada hasta que siento el golpe de cansancio emocional que siento, suspirando me levanto de la cama, bajo al piso de abajo donde encuentro a Ivana, la mamá de Lizzy.
—Hola —saludo con una pequeña sonrisa.
—¡Mi niña! —chilla y se levanta de un brinco para venir a apretujarme.
—Hola Ivana —susurro apoyándome en ella.
—Oh cielo, Lizzy me dijo que habías discutido con tus padres —asiento levemente —bueno, seguro se arregla, ven a desayunar y luego a darte una ducha, tienes que ir a tu casa a por tus cosas, para la universidad.
Suspirando desayuno rápido, conversamos un poco, aunque es más que nada ella diciendo de todo y yo solo escuchándola, es idéntica a Lizzy en ello, les encanta la atención.
En un momento tocan el timbre, cuando abre me dice que es para mí, estoy preparada para mandar al carajo a cualquiera de mis hermanos o a Nathaniel, pero no es ninguno de ellos.
—¿André? —pregunto viendo al castaño entrar a la sala.
—¿Podemos hablar?
Asiento y subimos al cuarto de Lizzy.
***
Me despido de Ivana y me preparo para afrontar a los idiotas mentirosos, camino hasta mi casa muy cansada, me coloco los auriculares y dejo que suene la música.
Al llegar a la casa como siempre cruzo el jardín, solo que está vez le subo lo más que puedo a la música, al entrar, mis hermanos, padres y novio salen de donde sea que estaban al escuchar la puerta abrirse. Me miran alarmados, pensando lo peor de mí, como siempre.
—Tranquilos, podré odiarlos, pero no vengo a matarlos.
Los miro con expresión impasible, enfoco a mis padres.
—Voy a empacar mis cosas para la residencia —papá asiente.
No sabe cómo me siento por completo, no me ven echando humo así que saben que reaccioné de la otra forma, derrumbándome.
Me dirijo a la escalera y le subo más a la música cuando veo que todos van a decirme algo. Nathaniel me sujeta del brazo cuando paso por su lado, es casi dolorosa la forma en que extrañé su tacto, quiero besarlo, abrazarlo y pedirle que me diga que todo es mentira, pero serían más mentiras, entre él y yo ya se rompió algo y no sé si podre perdonar que me haya estado engañando. Me mira con temor intentando calmarme con su mirada, pero esta vez no funciona, no veo calma y amor, veo traición, decepción y odio, mi mirada es helada.
Abre la boca para intentar persuadirme, no le funciona, no esta vez. Miro su mano en mi brazo, quiero llorar, pero alzo la barbilla y lo enfrento.
—Ni lo intentes —siseo entre dientes y subo las escaleras zafándome de su agarre.
Sé que están hablando de mí y a pesar de eso no volteo.
Voy a mi habitación, entro y la cama está desecha, ayer la hice. ¿Se atrevió a dormir en mi cuarto aun cuando me traicionó? Gruño, tomo las sábanas de la cama y las arranco del colchón, las arrojo al piso con rabia.
Abro mi armario sacando ropa, toda, no pienso quedarme en Portland. Ya hablaré con Alexa, dudo que me diga que no si le pregunto si puedo vivir con ella.