Mi pasado... me obligo a cambiar

Adáptate

Nadé hasta que me canse y por más que lo hice era evidente que no podría encontrar dicho objeto, salí a la superficie y grite con fuerza: “¡Es imposible encontrarlo, idiotas!” Al terminar de hablar solo se escucharon las risas de todos, pero solamente eso. Intenté trepar hacia la cubierta pero basto simplemente tocar la madera del barco para que balas comenzaran a pasar rozándome el cuerpo.

  • ¡Trae ese maldito palo! – Dijo el oficial con una voz fuerte y agregó. - ¡Fuego!

Nuevamente las balas pasaron por cerca de mí, algunas impactándome el cuerpo y haciéndome caer al agua completamente adolorido; es en estos momentos cuando aborrezco que aquel sujeto “Güilé” me haya hecho inmortal, el dolor sigue muy presente. Mi único consuelo es que como mi cuerpo no sangraba, eso aunado a los disparos ayudaría a que los tiburones no se acercaran a mí.

La marea estaba considerablemente calmada y el cielo se encontraba despejado con solo unas cuantas nubes por encima, el clima era demasiado agradable y gracias a ello podía ver con “facilidad” mi alrededor para buscar ese estúpido palo que me mandaron a buscar; a lo lejos pude ver algo flotando y cada vez se alejaba más, enfocando la vista pude percibir que era el mismo palo que me mandaron a buscar y nadando tan rápido como pude para no perderlo de vista fui por él. Esta vez al regresar si pude abordar el barco y a diferencia de antes todos estaban realmente serios, ninguno hizo burla de mí, ni siquiera me voltearon a ver, en la parte de la popa donde se encuentra el timón vi al capitán sosteniéndolo mirando con detenimiento como me sacudía el agua del cuerpo y lanzaba con molestia el palo al suelo, con su mano me llamo a acercarme y fui hacia el mirando a los lados para ver si encontraba al sujeto que me hizo esto, algunos metros más hacia la derecha del barco (yo estando a la izquierda) lo vi amarrando unas sogas, me acerque a él sin que me viera por estar concentrado en su trabajo y aprovechando que estaba de espaldas le di una patada con toda la fuerza de la que mis piernas eran capaces en la entrepierna, al estar en el suelo el sujeto comenzó a retorcerse del dolor, pero no se quejaba con voz... En cambio se reía.

  • “Seguiré siendo yo.” – Comenzó a decir con dificultad. – Pero poco a poco, te convertirás en uno de nosotros, la agresión está dentro de ti al igual que dentro de todos los humanos, simplemente te estamos ayudando a sacarla.

No le respondí, simplemente me quede mirándolo y dándome cuenta de que sus palabras tenían más razón que ironía… Recordé que el capitán me había llamado y volví a caminar hacia él; al estar a unos pasos me miro con seriedad, saco de su saco un mapa algo descuidado y con un horrible olor a alcohol y me lo mostro señalando una isla cerca de un cumulo gigantesco de tierra, creo que se les llama “continentes”

  • Iremos a este sitio. – Dijo sin dejar de señalar. – esta isla es conocida como: “La isla del crimen perpetuo” – Al decir el nombre guardo el mapa en su saco y continuó. – No iremos de paseo, puedes suponer que parte de tu transformación está allí, en ese sitio invadido por el mal.

Concluyo de hablar e hizo señales a uno de los otros hombres para que me llevara con él, justo como el anterior, me puso a limpiar salvo que en esta ocasión si me dio herramientas para hacerlo, y ahora me toco limpiar parte de la cocina; en ella se encontraba el sujeto sin parpados cocinando algo que no podría mencionar que es, pero que si he de ser sincero olía bastante bien.

  • ¿Qué es eso? – Pregunté asomándome un poco al caldero.
  • ¿Pues qué más va a ser? – Respondió el en tono de burla. – Pescado obviamente.

Con sus manos removía el caldero y era como si el calor del mismo no le hiciera daño, lamia de su dedo el caldo y apenas hacerlo volteaba hacia una mesa donde tenía algunos polvos de diversos colores, tomaba con sus dedos y los lanzaba hacia la sopa con mucho tiento.

  • A pesar de tu apariencia, no pareces ser uno de ellos. – Dije a lo lejos por estar limpiando donde me habían dicho.
  • ¿Y quién dijo que lo era? – Agregó el sin dejar de probar esa cosa. – Que este en este sitio no significa que sea uno de ellos, podría decirse que mi caso es como el tuyo.

Parecía haber terminado de echar los polvos a la mezcla, quito algunos troncos de madera del horno para bajar el fuego (supongo yo) los echo en agua para apagarlos y continúo diciendo:

  • Mira esto” - señalando sus ojos. - “Hace 20 años el capitán me hizo una pregunta: “Te corto los parpados y serás libre, o los mantienes y vienes con nosotros”
  • ¿Y por qué aunque te los cortaron estas aquí…? – No tenía sentido, pero había olvidado algo crucial que justo él dijo.
  • Son piratas… - Suspiro con fuerza y volvió a remover algunos troncos más haciendo exactamente lo mismo. – Nunca confíes en un pirata, y jamás pelees honestamente contra uno, si quieres ganar tendrás que ser como ellos, la honestidad rara vez sabe que hacer contra la mentira, y los engaños son parte de la vida de un pirata, si es verdad que quieres salir de este sitio, tendrás que pensar como ellos, y no hay forma más fácil de pensar como algo que no eres, que transformándote en ello.

Posteriormente a ello, la charla se hizo relativamente tranquila, ese sujeto a comparación de los demás no era malo… “A donde fueres haz lo que vieres”, fueron de las últimas palabras que dijo y aunque tenían sentido no quiero hacerlo… Aquel oficial de cubierta me dijo que terminaría convirtiéndome en uno de ellos, pero creo que todo depende de mí, más de que de ellos; si no quiero cambiar, seguramente no lo haré.

Termine de limpiar y en la mesa dentro de la cocina el cocinero me dejo un plato servido con mucho caldo y fue llevando los demás hacia las demás personas dentro del barco dejándome ahí solo, me senté a comer y aprovechando que no había alguien más ahí comí con toda tranquilidad. Los días pasaron y uno de ellos, yo estando aun dormido me despertó un potente grito que decía una cosa: “¡Tierra!” Esto era imposible que significara algo diferente a lo que estoy pensando, rápidamente invadido por la curiosidad me levante de la hamaca, en la puerta aquel sujeto gigantesco esperaba paciente a que me levantara y apenas verme dijo:

  • El capitán dijo que tú no podías salir aun. – Con sus dedos acariciaba un cuchillo que en sus manos parecía no más que un simple pica dientes. – Regresa a tu hamaca y quédate ahí.



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En el texto hay: batallas, barcos, batalla interna

Editado: 22.11.2020

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