Ante la fortaleza de su voz y su porte, no pude negarme o siquiera intentar darle algo de apoyo, por inercia simplemente asentí con la cabeza y la seguí hacia no sé dónde. Tras varios minutos caminando llegamos a un edificio pintado de un tono bastante oscuro, parecía haber sido tallado con carbón por la parte de la roca pues estaba completamente pintado de negro. El edificio estaba muy grande midiendo quizás 3 metros de alto o un poco más, apenas con un par de ventanas y una puerta de madera gruesa reforzada con acero, Karla se acercó a dicha puerta y la golpeo únicamente una sola, su fuerza no pareció haber sido demasiada y aun así el sonido se pudo escuchar por toda el área, inmediatamente todo alrededor se tornó silencio, ya no se escuchaban los sonidos de gente gritando o caballos a la distancia cercana corriendo. Pasaron unos segundos y unas luces causadas por antorchas comenzaron a rodearnos; los pueblerinos se acercaron a nosotros dejando un espacio de quizás 10 metros de diámetro y todos comenzaron a golpear el piso con sus pies en una frecuencia de un golpe cada 3 segundos y entre ese tiempo decían a la vez: “¡Oh!”
La puerta se abrió y por el interior se vio solamente un enorme salón completamente carente de cualquier tipo de adorno, era únicamente roca y una escasa luz que no reflejaba demasiado. Karla avanzo para entrar y al intentar seguirla se detuvo en seco y volteo a mirarme colocando su mano por delante negando con la cabeza, acto seguido siguió avanzando y la puerta se cerró. El silencio regresó al sitio y absolutamente todos los habitantes del pueblo que estaban haciendo un extraño cantico se quedaron quietos apagando sus antorchas, esto era evidentemente nuevo para mí pero era como si ellos estuvieran acostumbrados a lo que quiera que sea que estuviera ocurriendo allí dentro. Las horas pasaron y las puertas comenzaron a rechinar por estarse abriendo, del interior cayo sin chance de meter las manos Karla, y tanto sus ropajes como su cuerpo estaban realmente maltratados… Me impulse para tomarla en mis brazos y verificar que estuviera viva y cuando la tome, pude sentir mucho frio, una sombra salió del edificio y avanzo entre todos los habitantes caminando entre ellos, los habitantes lejos de parecer asustados por la sombra parecían venerarla, se pusieron de rodillas hasta que ella se fue y posteriormente todos se acercaron a Karla, dejaron una moneda en su mano y se alejaron dejándonos ahí sin hacernos daño. Karla comenzó a abrir los ojos lentamente y después dijo con una voz débil.
A estas alturas de la vida, ya no sabía qué hacer, irnos seria sencillo ahora pues básicamente cualquier cosa que necesitemos podemos tomarla sin dificultad alguna, pero quedarnos resulta aún más simple. Tras un tiempo pensando y llegando a la decisión que pensé era la más coherente le dije a Karla que quizás deberíamos quedarnos, el mar es difícil para dos jóvenes y si lo único que temíamos en esta isla era que nos asesinaran, ya no es una opción entonces la decisión es parcialmente obvia. Karla solo sonrió y comenzó a caminar hacia el interior del pueblo, a diferencia de otros días todo estaba realmente calmado, las personas convivían entre sí con amabilidad y nadie intentaba herir a otra persona por razones estúpidas como un simple tropiezo o choque de hombros.
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Editado: 22.11.2020