Con todo eso, Él sabía que lo que sentía en el pecho era amor. No podía mentirse a el mismo, se había enamorado de su jefa, y el sospechaba que la jefa también sentía algo, pero era muy pronto para decirle lo que sentía. Así que solo se limitó a hacer fue comer el helado de ron que tenía enfrente con un poco de resignación. Porque tal vez no pudiera estar con ella de ahora para adelante. Un poco irritado que esos ojos no iban a ser para mirarlo a el, solamente.
—Carlos, prométeme algo—Dijo ella con gran confianza— Después de hoy me vas a traer a comer helados todos los días.
—Claro como usted desee jefa. —Carlos casi salto de la alegría— Pero creo que me voy a quedar sin dinero. ¡Ja!.
—No importa te pago más—dijo ella con una vos cariñosa— No hay excusa, lo dice tu jefa. Ella meneo sus hombros un poco, como coqueteando.
—Bueno. —Carlos se le acerco— Tiene algo aquí. Él se encimo a su patrona. Y con el dedo índice de la mano izquierda, le quito el pequeño escombro de galleta que tenía en la parte inferior de su labio. Ella agarro la mano de Carlos y metió el dedo en su boca, con su lengua lamio todo el dedo, dejando a Carlos sin habla.
—Mi labor es… —La joven lo interrumpió.
—No digas nada. Con una sonrisa ella lo dejo fuera de la conversación, y el gustoso se quedó callado.
Habían pasado ya algunas horas en las que hablaron de todo un poco, pero la conversa no se hizo eterna para Any quien disfruto la compañía de Carlos hasta el último momento. Pero ella tenía que ir a la oficina. A trabajar y él no se negó. Así que subiéndose a su carro dejaron atrás la heladería. Carlos llevo a su jefa a la oficina, ella subió primero, y más atrás venia el, tuvo que perder unos pocos minutos por que estaciono el carro en un lugar más alejado. Pero también subió casi al instante, cuando Any llego a la oficina, los empleados la recibieron con gran cariño ella en ocaciones le daban ganas de llorar, pero se contuvo porque Carlos estaba cerca.
Alexandra la saludo con un beso en la mejilla y le dio la llave de la oficina. Carlos en ese preciso instante entro y vio el bululú que había en el pasillo central, mientras preguntaba Alexandra por su patrona, esta con una cara seria apunto en dirección a su oficina. <<Perfecto>> pensó en su mente, corrió por el pasillo y fue directo a la oficina. La puerta estaba abierta, y la chica parada cruzada de brazos enfrente del escritorio. Carlos entro y con un tono algo sarcástico dijo: —Felicidades Jefa Ya está bien— la chica se volteó y lo miro a la cara, ella solo se sonrojo. —No debiste— dijo ella con lágrimas en su cara.