—Pues sabes que no me interesa, eso.
—Que santurrón, ¿cuento contigo? —Estiro la mano— Amigos otra vez.
—Por eso me hice este tatuaje, —Señalo a un pequeño tatuaje con un dragón dentro de un circulo— Claro que te voy a ayudar. —Estrecho la mano de Lee— Pero apóyame con seguridad, cuando este con Any.
—Si estoy claro, en eso.
—Ahora dime que hay con eso, de las mafias del norte. —También encendió un cigarrillo— ¿Se han puesto más ariscas?
—Todo empezó por que un loco, quería más territorio y además estaba lleno de avaricia, encima te nos fuiste en ese momento y no pudimos contenerlo. Ahora es un jefe, y se hizo con una mafia grande, quiere quitarnos del camino y encima quedarse con lo que mi familia ha levantado por generaciones, tu me tienes que ayudar. No cabe duda que no es el mejor momento para mí, y si no lo hago bien mi cabeza rodara. —se pasó la mano por la cara— Ayúdame una última vez si.
Carlos afirmo con la cabeza ante el demonio sentado tras el escritorio. Manteniendo la mirada fija en la ventana, donde escasa luz solar atravesaba las amplias cortinas.
— ¿Cuánto son? —Pregunto el con valentía
—Son Quinientos. —Respondió lee.