—¿Te pasa algo Carlos? —Pregunto la patrona extrañada por la actitud del caballero.
—No nada, jefa solo pensaba. —Miro al platillo— Mi amigo está en un problema grande, por eso tuve que dejar el bufete, —se aflojo un poco la corbata— Solo eso, no te preocupes. —Carlos le sonrío.
—Es tan grave ese problema, Yo lo puedo ayudar. —Dijo sin inmutarse— El dinero no es problema, no le cobraría nada.
—Tranquila, tranquila. Yo me hare cargo de él, además no es un problema legal, sino más bien personal.
—Con la familia —Interrumpió al ras la licenciada.
—Algo así. Pero no vamos a hablar de él, toda la noche. Pero cuéntame, ¿cuantos hermanos tienes? Y cuanto son —Movió la cabeza— Ya sabes… “Mafiosos”
—Somos tres hermanos, y uno que es adoptado, ellos conforman la familia Jun. El mayor se llama, Daniel, El segundo Lee y yo soy la tercera. Pero la que es la más peligrosa, —Miro para ambos lados antes de hablar— Es la chica que adoptaron la hermana menor. —Rebecca Jun Wolgan. Ella nos podría vaciar una carga de pistola aquí misma sin temor a la policía. Y me han llegado rumores que se ha balaceado con la policía en varias ocasiones, —se llevó la mano a la cabeza— y encima su esposo también es da la mafia. Ambos son un dúo muy peligroso.
De repente a la izquierda de la jefa, y por la parte lateral de mesa, apareció una mujer china, con un vestido amarillo, de proporciones sutiles, un escote muy revelador a los ojos de Carlos, y una bufanda de color blanco, el pelo de la mujer era también castaño claro, y en su rostro, había facciones a las cuales se le parecían a las de Any. La patrona al ver el gesto de Carlos, en su rostro y volteo a la izquierda en el acto.
—Hermana
Dejo escapar de su boca Any, con un tono de miedo y vos quebradiza. Carlos fue víctima de un respingo. Al lado de la bella dama, un hombre fornido de un metro noventa tomaba de su brazo, iba vestido con un traje de gala, en el traje una flor blanca estampada que contrastaba en el color blanco del ropaje siendo esta amarilla, un pañuelo en su bolsillo del saco, unos cañones en la barba, y lentes de sol, de los más caros, dejaba ver su pecho, teniéndolo al descubierto donde llevaba una cadena con un dije, este dije con la forma de un dragón y dejando ver su piel bronceada.