Capítulo 6: Elly Yoko Xhan
La mañana caía, y El abogado se dirigía en su auto a una zona baja de la ciudad, a los barrios más marginales de todo Shangai. Vestía un chaqueta negra de cuero, una gorra y lentes de sol, cubría bien su apariencia. Con determinación cruzo, el pequeño parque donde criminales aguardaban sentados en las bancas. —Uno de ellos lo miraba con fiereza— estaciono el auto en un parking cercano, el salió del auto, y abrió el maletero. Una pistola —La enfundo en su cinturón— Un bate, —Se lo amarro a la espalda— Y una katana —Se la amarro a la cintura. También saco de su billetera un billete de cien Yuanes.
Salió caminando por la entrada del estacionamiento, —Arrojo el billete al hombre que cuidaba el estacionamiento— y con destreza llego a la calle de arriba. Cruzo dos cuadras, pasando desapercibido, —Aunque la gente lo miraba con miedo— Llego a un edificio de ventanas altas, y con dos puertas abiertas en la entrada, no había ningún hombre fuera de la estructura. Con sigilo llego a la puerta asomándose por la rendija del marco, de la entrada. Miro el pasillo pero no había nadie. <<Empecemos>> musito en vos baja, —Metiendo el cargador de la pistola— Dos disparos asustaron a la guardia del edifico.
Tres hombres salieron por la puerta de una habitación, —Carlos empuño la katana— y el hombre que llevaba un cuchillo se lanzó a él. Carlos esquivo todas las puñaladas que lanzaba el sicario. —Carlos con un corte en la clavícula dejo al sicario fuera de combate— Los otros dos hombre dudaron en atacarlo, —Iban desarmados— con asombro Carlos saco su pistola, y disparo a los otros dos. —Disparo en la pierna y rodillas— El abogado sin piedad siguió con la exterminación, subió al piso uno del edificio. Dos hombres bajaban por la escalera, adyacentes al ruido producido por los cañones.
Estos si llevaban pistolas, y las tenían empuñadas, ellos al ver la silueta de Carlos empuñando la katana, dispararon. Carlos en un reflejo rápido, se tiro al suelo, y se cubrió con el barandal de la escalera. Ellos se acuartelaron en los escalones, mientras que Carlos en el primer instante, de calma, se levantó rápidamente y apunto al hombro de los sanguinarios. Y este acertó con total precisión. Los dos cayeron en picada al suelo, y Carlos aprovecho para acercarse, de una patada alejo el arma de los mafiosos, pero El siguió avanzando dejando a los hombres tendidos en el piso manchado de sangre.
En el piso de arriba le esperaban dos hombres con una metralleta, —Parecían recién levantados de la cama— los hombres al ver a la silueta negra, dispararon una ráfaga. —No la lograron acertar— Carlos se echó al piso, y se apoyó en la esquina de la pared. Cubriendo su cuerpo, no dejaba que nadie le disparara. Con gran precisión se lanzó al suelo y con un salto disparo a su objetivo. —Logro acertar a un hombre— El otro sicario siguió disparando sus ráfagas. El volvió a la pared y espero a que el terminara de disparar. Los disparos eran constantes, pero después de un largo minuto, las balas se le acabaron. Momento que Carlos aprovecho para disparar. Siguió avanzando por el pasillo. —Vio un cuarto abierto— Con rapidez él se lanzó dentro del cuarto. —No vio nada— Del piso agarro una pistola que estaba tirada.
Dos hombres llegaron Gritando algunas palabras en chino. Carlos al tacto, volteo y con ambas pistolas disparo. Ninguno de los hombres quedo con vida, y cayeron al suelo. El salió del cuarto, y siguió al piso de arriba. En el piso dos había siete hombres desarmados. El guardo sus pistolas pero saco el bate. Los hombres gritaban palabras en chino. El no las entendía pero estaba seguro de que no era un saludo de bienvenida. Tres hombres atacaron a la par, con el bate golpeo la barriga de uno de ellos, dejándolo inconsciente. El otro intento golpearle la cara. Pero Carlos con sigilo le pego en la mandíbula. —Cayo desmallado— el último hombre venía dando patadas. Pero el las paro con el bate.
El hombre se alejó un poco del bate. Y cuando Carlos avanzaba el retrocedía. El abogado con una sonrisa siniestra se acercaba lentamente. El chino lanzo otras patadas. Carlos las esquivo y agarrando una de sus piernas, lo hizo caer al piso, acto seguido con su rodilla, la pego al cuello del sicario y lo dejo sin aire. Haciéndolo desmayar. Los cuatro hombres restantes, corrieron fuera del edificio al ver como estaba le habían dado una paliza a sus compañeros. Carlos paso por el medio de los miedosos mafiosos. Subió con tranquilidad a la tercera y última planta de la estructura. Había una mujer afuera de la estructura. —Era bella— Esa mujer china, no dejo pasar a Carlos por la oficina.
Pero el solo la aparto con un suave golpe en la cintura. Ella callo casi desmayada al suelo. Pero seguía dando guerra. Aunque la mujer estaba jadeante. Ella no dejaba abrir la puerta de esa habitación. Se pegó a Carlos en la espalda y empezó a golpearlo en los hombros. El agarro el trasero de la chica, —Ella grito— y después sus brazos y la pego contra la pared sosteniéndola del cuello. La chica intentaba zafarse. Pero Carlos la dejo sin aire antes de que ella pudiera escaparse. Ella quedo inconsciente en el acto. Carlos con delicadeza la recostó a la pared. Finalmente entro a la oficina. —Estaba llena de libros— y en un escritorio estaba un hombre. El giro la silla.