Mi patrona...

0.2

Carlos apunto sobre el hombre y sin pensarlo le disparo en medio de las dos cejas. Sin piedad alguna Carlos abatió con toda una base de la mafia. En el escritorio estaba un laptop, encendida. —Se acercó al escritorio—  la luz estaba encendida, y en la pantalla la silueta de Patrick. Preguntando que le había pasado a su compañero. El cual Carlos había acabado de matar.  Apago la computadora al instante y se la llevo de bajo del hombre. —Reviso al mafioso También cogió un collar del susodicho como muestra para Lee— después llamo a la policía avisando que había encontrado una base de la mafia. Pero la llamada no duro ni diez segundos. Salió rápidamente, y vio a la chica tirada en el suelo. —Tú te vas conmigo— Dijo mientras cargaba a la chica como un saco de papas.

            Regreso al parqueadero, no tuvo tiempo para distinguir los hombres que estaban observándole con atención desde hacía rato. Uno de ellos salió de entre las sombrar. Y en perfecto español dijo:—Vaya que chica tan bonita llevas ahí. Nos las prestas un rato amigo. Carlos saco la pistola rápidamente apuntando a los mafiosos. —Ellos se alarmaron— El líder de ese grupo estaba en el medio. Cuatro hombres conformaban la banda de criminales. Ellos se les vinieron a Carlos encima como si nada. El abogado sin más remedio disparo a las piernas de cada uno de ellos. Estos cayeron adoloridos casi al instante. Jadeantes de dolor maldecían a Carlos en chino cosa que a él no le importó mucho. Puso a la chica con cuidado en el asiento de atrás acostándola de cúbito dorsal. Él se metió al carro y lo encendió saliendo del lugar haciendo una brecha de polvo.

La chica estaba despertando del sueño intenso donde se encontraba divagando. Ella miro al cielo, ¿dónde se encontraba? Preguntaba absorta con el dolor de cuello que le ardía. Miro desconfiada al conductor del auto, ella recordó que había sido el mismo que le hizo perder el conocimiento. Echándose para atrás, recogió sus brazos y los cruzo a cada hombro. También cruzo las piernas.  —Suélteme bastardo— dijo la chica. Carlos al percatar que se sentía bien. La miro por el espejillo del auto.            —Estas Suelta.— Dijo Carlos con parsimonia. Pero él se fijaba en la carretera, atento para no chocar. —A donde me llevas —La aptitud de la chica era cortante y frívola— Carlos solo dijo dos palabras en la ancho del camino: — ¡A Casa! Con toda humanidad puesta en cero.  La verdad es que faltaban cosas por resolver en el caso, de las mafias.

Pero Carlos hoy había hecho mucho por su amigo Lee. Además consiguió una chica y una computadora con potencial información para su amigo. Esto era un buen botín  así que el resto del camino solo hizo una mueca burlona. Que decía sin emitir palabras <<Victoria>> la chica estaba en estado de trance y no podía decir nada, solo esperar a que el extraño y desconocido la llevara a su lecho.

El carro finalmente llego al edificio donde se quedaba Carlos. Él se metió al estacionamiento con rapidez, mientras se quitaba la ropa ensangrentada. —La chica lo miraba con atento— Carlos se quitó la camisa, y dejo ver su abdomen marcado. —La chica se sorprendió—  El abogado ser cambio de camisa, y se puso una con adornos, y figuras de dragones. Se volvió a meter al auto, para ver a la chica.                             

— ¿De dónde eres? ¿Cuál es tu nombre? Pregunto Carlos interesando por la procedencia de la extraña chica, no le extrañaba que fuera una prostituta, los mafiosos tienden a llevar mujeres a sus bases para satisfacerse. —Miro con compasión a la chica— Ella se negaba a contestar. Por más que lo intentara preguntaba una y otra vez su nombre pero ella no cedió en ningún momento y mantuvo el orgullo.

Carlos intento sacarla del carro tomándola por los brazos, pero ella con sus uñas rasguño toda su cara. Dejando una cicatriz en el ojo izquierdo, de un lado al otro. —argh— Exclamo Carlos al dolor. El abogado se echó para atrás quejándose del dolor. La muchacha salto del coche y salió corriendo del estacionamiento, y Carlos sin pensarlo, se echó a correr, para atraparla. Sabía que si salía a la calle, lo iban a acusar de secuestrador.  La chica corrió tan rápido como pudieron sus piernas. Ella hizo un corto vistazo para atrás, y no vio al abogado detrás de ella. Entonces bajo el paso. Mientras que fundió una pequeña sonrisa.  —De que te ríes Mocosa. La chica vio la silueta intimidante del Hombre parado adelante suyo. — Carlos la agarro de los brazos— Ella grito con todo lo que pudo. La gente se estaba empezando a alarmar. Carlos en un reflejo rápido volvió a dejarla inconsciente asfixiándola.

Carlos la subió al departamento antes que la gente viera ese espectáculo. La chica abrió los ojos al rato. Pero no se podía mover, estaba atada de pies y manos, con una mordaza. Carlos apareció en el cuarto. —Ella se asustó mucho— La chica se retorcía en la cama como un puerco, al que iban a matar. —Calmada— Dijo Carlos con una voz ronca y cortante.  La chica al instante se quedó quieta como una piedra. <<Muy sumisa>>pensó Carlos. —Te voy a quitar la mordaza, pero promete no gritar. No te voy a hacer daño. Explico mientras se acercaba con una tasa en la mano. Ella afirmo con la cabeza. Acto seguido el saco la mordaza. La chica cumplió al pie de la letra la promesa y no hizo ni un solo jadeo mucho menos un portentoso grito de desconsolación.




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