Mi patrona...

Vanessa

Capítulo 8: Vanessa

 

El día había pasado de maravillas, las muestras y fotos que requería el caso en la capital, estaban como tomadas por arte de magia, Any estaba cansada por tanto esfuerzo puesto en sus muestras, entonces decidió ir con Carlos a comer a algún restaurant que estuviera abierto en el pequeño pueblo. Carlos iba a un lado de la chica mirando al pequeño riachuelo. Su mirada se encontraba perdida sin remedio, su patrona se dio cuenta, pues de la larga conversación que le había puesto no había respondido ni una vocal.

            —¿Te pasa algo? —El siguió caminando—Hey Carlos te estoy hablando.                                   

—Perdón Jefa, es que… —Frunció el ceño. Carlos no obstante salió corriendo al arroyo a toda velocidad y salto la barandilla del puente que protegía a los peatones de caer al viejo rio.  Dejando sola a Any, el corrió —¿Que pasa Carlos?— Any estaba desconcertada y aterrada por la actitud del chico, ella espero gritándole, pero el siguió bajando por la pequeña barranca. Carlos bajo por una empinada inclinación de tierra, pasando por rocas, arbustos, moras, algunos árboles grandes y un pequeño arroyo.  El agua le llegaba  a las rodillas, pero seguía avanzando. Any se quedó viendo en la parte superior del puente, la actitud que tenía ahora, como la que tuvo en el tren, atacando a los ladrones, era completamente distinta al Carlos que conocía.

Carlos llego a donde tanto anhelaba y consiguió la silueta de una niña tirada en las rocas, a orillas del rio. La niña estaba magullada y con golpes en el rostro, su cuerpo estaba pálido, y húmedo. Estaba claro que había caído al agua, que las rocas le hubieran golpeado iba a ser el testimonio de Carlos ante la policía. La niña tenía varias lesiones, y por su tamaño tenía como diez años de edad. Carlos con cuidado la saco de las rocas, poniendo sumito cuidado en la cabeza del infante. Evitar un golpe que la dejara peor de lo que estaba sería un grave error.  Carlos logro sacar el cuerpo con total cuidado y dedos delicados, después puso a la niña boca arriba. Pudo ver su rostro, y estaba muy golpeada, las magulladuras eran profundas, requería un hospital urgentemente.

Carlos acto seguido, le dio unos primeros auxilios, puso sus grandes manos en su pecho, y empezó a empujar. La niña no respondía, entonces puso su oreja en el pecho de la niña, y pudo escuchar un pequeño latido, pero que era tan frágil como el aleteo de una mariposa. Carlos con esperanzas entre sus puños, puso sus dos manos en el pecho, y empujo más fuerte. La niña abrió los ojos y expulso algo de agua, seguido de tosidos fuertes, —Reacciono— Dijo Carlos emocionado. La niña al instante cerro los ojos y cayo desmayada, Carlos agarro su cabeza para que no se golpeara. Y la agarro entre sus brazos, cargándola paso el rio y subió la barranca. Saliendo a la carretera justamente donde estaba Any. Le hizo una sonrisa a su jefa.

—Te traje otro obsequio. —Mostro a la niña, y el giño el ojo. Any pensaba que aun con las rodillas empapadas de agua, el cuerpo lleno de sudor, y la ropa mugrienta. Seguía siendo lindo. Ella sonrió y se acercó a la niña, —Es linda— Dijo en un susurro constante mientras acariciaba la frente de la pequeña. Acto seguido Carlos llamo a un taxi y se montaron en él. La dirección estaba puesta en el hospital más cercano, Después de recorres algunos kilómetros de carretera pudieron llegar al hospital, un camillero los recibió y pusieron a la niña en una camilla. —Son los padres —Pregunto el Camillero Any negó con la cabeza.

Carlos se quedó afuera impaciente por que saliera el doctor con los resultados, miraba al reloj y en su cabeza repercutía el tic y el tac de las manecillas. Any estaba a un lado de el, sobándole la espalda y dándole consuelo. La cabeza recostada en su hombro y sus manos pasando por el cuerpo de Carlos. Un ambiente que desbordaba sentimientos. Carlos anonadado  busco la mano derecha de su patrona, y tomándola entre bambalinas le dio un besillo. —Gracias— Ella frunció el ceño. —¿Porque?— Respondió. —Por todo, jefa— él la miro fijamente a sus ojos. —Gracias a ti—refuto la patrona como siempre indómita.  Carlos vio que no había nadie en la sala, y se acercó un poco más a la patrona, lentamente ponía dirección a sus labios. Ella recibió el beso sin ningún problema.

Carlos por fin volvía a probar de los dulces y jugosos labios de la patrona. Esponjosos suaves húmedos, y apetecibles, el los presionaba contra los suyos. La patrona abrió más la boca, y le puso las  manos en la cabeza del abogado. El metió su lengua hasta donde más podía, bailaban al compás de la música, y como una danza tradicional en perfecta sincronía. Carlos no paraba seguía, y un calor dentro de él empezó, subía intensamente como un huracán, no paraba era adictiva, los jadeos de su respiración adornaban la sala como nota musical, y el vapor que destilaban de sus poros, hacían que las pequeñas ventanas se empeñaran. Pero la patrona empujo a Carlos para atrás, ella no estaba segura donde pararía esto si no acabara con el beso. Carlos entendió perfectamente lo que ella, sentía por que su entre pierna lo delataba.




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