Mi patrona...

0.4

—Pues la termine hace como dos años, pero después de eso, no volví a estudiar. —su tono de vos cambio y se tornaba algo más quebradiza y débil— Mi mama tuvo un accidente de tráfico, después de eso, empecé a trabajar compraba las medicinas y a veces no tenía ni para comer, después de eso ella… —Elly soltó una lagrima— Ella murió por el cáncer que tenía. Sin ánimos de vivir tome malas decisiones, recurría a las drogas para cambiar el dolor que me estaba matando por dentro. Y salía a bares para despejar la mente, yo era una dama de compañía, —Él la miro fijamente con compasión— no era una prostituta pero hacia algo parecido: en teoría le sacaba dinero a la gente por estar con ellos acompañarlos a lugares y verles beber vino. En teoría como una esclava.

 

—Debió ser duro. Agrego con cariño el abogado, poniendo su mano en la espalda de la muchacha

 

—Pues sí, pero después de un tiempo, puedes volver a caminar, y tu haz sido de gran ayuda para mi reingreso a la sociedad, aunque esto—señalo el bar con sus ojos— Sea el principio.

 

—Tranquila, el principio siempre es algo duro, pero después puedes volver ser como antes. —Ella le sonrió— pero voy para afuera a fumar un cigarro. Nos vemos en un rato. Yo entrare a buscarte.

 

—Si como tú desees.

 

La chica queda pensando en que Carlos tal vez era el hombre más bueno que existía en la faz de la tierra, era un amor, con ella, no esperaba nada a cambio y encima la ayudaba en todo lo que pudiera. Con una sonrisa ella volvió al trabajo, evadiendo las burlas y bromas de sus amigas, al verla con un hombre apuesto y bien vestido como Carlos. Aunque Elly también dejo bien en claro eso con todas sus amigas. Y en ese camerino quedo estrictamente prohibido hacer alguna broma de ella con Carlos, más cuando el vendría todos los días a visitarla y llevarla a su casa, Carlos estaba esperando afuera, fumaba uno de sus cigarrillos, miraba al cielo distraído con dulzura en las nubes y en los cielos y altos edificios de la ciudad de Shangai, recapitulaba las cosas que habían pasado, Any, Elly y el. Que pasaría de allí para adelante, pues él no lo sabía.

Lo que más le comía la cabeza. Era el pensar que la última base de sus contrincantes era la más peligrosa, y los mejores armados de la ciudad, contra ellos un bate de nada iba a servir, ahora solo le quedaba esperar a que Lee llamara para hacer desastres en ese depósito. —Temo por ti amada, Any no quiero que me digas que volveré, quiero ser aquel que te acompañe por el resto de la vida. Pero no sé qué decirte, ahora a estas alturas, si te digo que estoy ayudando a tu hermano solo sería un problema. Quiero que sepas que te quiero, y aunque lo haya dicho miles de veces solo espero que me entiendas en esta última decisión es por el bien de los demás, de Elly de Vanessa y de ti. Lo hago todo por ti, asi que ten en cuenta que no voy a dejar que me maten, pero si algo me llega a pasar recuérdame— En la soledad de la noche el hombre abrió su corazón, tanto así que se podían escuchar gritos de su palpitar, no eran gritos de dolor, ni de miedo, eran gritos de pasión combinados con amor. La peor de las cosas en el mundo, el hombre estaba más que enamorado, y su compromiso con Lee le detenía de escapar con Any y Vanessa a otro lugar.

Varias veces paso sus manos pensando el cómo escapar, pero en todas moría. La única opción era escapar, y eso debía hacerlo antes de que cualquiera se diera cuenta de ello. Su pequeño reloj volvió a sonar. Y viendo la hora, se volvió a meter en el bar. A los minutos salió con Elly de un lado, quien ya había terminado su horario de trabajo. Ella se despidió hasta del portero quien parecía ser muy conocido de ella, hasta le dio un caluroso abrazo y un beso en la mejilla. Carlos quedo sorprendido pero poniendo rumbo al edificio se metieron al auto. —Era ya muy tarde y encima empezó a llover— Los dos se mojaron demasiado, cuando llegaron al edificio Elly como un relámpago se fue al cuarto a cambiar la ropa. El abogado hizo lo mismo, no sin antes despedirse de Elly. —Nos vemos mañana…— Dijo mientras entraba al cuarto de la fémina. Pero al entrar se encontró con la silueta del cuerpo desnudo de la joven. El sin inmutarse, lanzo una pequeña sonrisilla. Y la chica busco algo con que taparse. Poniéndose roja como un tomate con voz quebradiza entre la risa y la vergüenza ya tapada con un paño cubriendo su cuerpo. Se despido del abogado —Hasta mañana abogado—

La mañana siguiente llego como un rayo. Al despertarse Carlos se aseo de manera rápida, y se fue al bufete porque en su despertador ya marcaba las 8:30 su descapotable estaba al máximo de velocidad y esquivaba las facciones de los autos entrantes a la carretera, pasaba por un lado de ellos y lo rebasaba como si fuera una película de cine. Al llegar al bufete pasó por la oficina de su patrona. Allí estaba ella bella como siempre, con su perfecto maquillaje y un vestido bien ajustado que dejaba ver las curvas de la mujer. Eso a él lo ponía al cien, su mente divagaba en el cómo, se la comería de pies a cabeza con amor desbordante en sus labios, o como bombas de éxtasis encallados en cada giro que su lengua pasaba por encima de los pezones de la chica. Que a la vez se ponían duros, —Y eso no era todo Pues los pantalones del chico ya hacia efecto— todo esto en unas fracciones de segundos, mientras decía: —Hola que linda te ves hoy.




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