Capítulo 13: Dan
La mañana llego y Carlos despertó de primero, aún estaba impresionado por el hecho abundante de hacerle el amor a Any un día atrás. Estaba casi que por pararse a brincar en una pierna. —La única pierna que tenía buena— La otra pierna estaba casi en su punto total, parecía que iba a estallar por la hinchazón, pero sabía que no podía hacer nada porque Xia An, no llegaría hasta después de las una de la tarde, —aunque si por el fuera que se tardara más de un mes en llegar a buscarlos— el rostro de Any estaba rojo y ella un dormía a un lado del pecho del abogado.
Carlos estaba sintiendo un sinfín de emociones barbáricas al ser uno de los más machos de la cuidad, pero al estar con Any se reducía a un gatito asustado. Que le pasaba solo una cosa: Enamoramiento. La peor enfermedad del mundo, como lo dijo alguna autora de libros de fantasía. Carlos jalo las mejillas de Any un par de veces.
—Despierta dormilona… Dijo con un tono de voz dulce y piadosa.
La chica abrió los ojos pero sin ganas de hacerlo y con algunos bostezos y estiramiento de brazos se levantó del pecho de Carlos. El radio de comunicaciones que le había dado Xia An sonaba como loco.
—Estas ahí, Carlos responde… ¿Me escuchas?... Aquí Xia An… quien allá.
El canal estaba por explotar por los llamados del guía, entonces Carlos en movimientos rápidos se paró de la cama y busco el radio en los pantalones. Como loco hurgaba entre la ropa tirada en los, cuando encontró el radio, respondió al ras el llamado de su guía de expedición. —Aquí Carlos ¿Me escuchas?—
—Te escucho amigo… Donde estas voy en camino. Había varios ruidos en la comunicación.
—Estamos atrapados en una casa a un lado de la muralla en un amplio valle ven hasta acá, estoy herido en la pierna. Carlos con amplios gritos se comunicaba con Xia An pero el solo podía escuchar palabras mínimas. Poco a poco se volvió a perder la comunicación con el guía dejando a la pareja en la completa soledad de aquel valle. —Vístete jefa, te voy a sacar de aquí— Any estaba tan entretenida que se había olvidado en cuidarse la noche anterior. Carlos como pudo se vistió pero un fuerte dolor le invadía en la pierna.
—Mueve tu trasero jefa o Xia An nos va a dejar acá botados. La chica atendiendo el llamado de Carlos, se vistió en un efecto fugaz y como una quinceañera escapando de casa guardo todo en extremo cuidado en su mochila. —Lista jefa— Pregunto Carlos, ansioso por poner rumbo a la muralla. —Si vámonos— Respondió feliz, y en sus ojos el abogado noto un brillo que nunca antes había notado.
Salieron corriendo de la casa, apresurados por la llamada del guía, seguro que estaba cerca de la muralla y ellos al otro lado. Imposible que los viera desde tierra, entonces debían llegar a la parte superior de la torre del vigía. Carlos con su poca movilidad apenas movía una pierna, no emitió ni un quejido en todo el camino, pero después por el cansancio y agotamiento Cayo en el piso como una bala de plomo. Any que estaba dos pasos detrás de él entro en pánico. Ella corrió hacia él.
—¿Que pasa Carlos? ¿Estás bien?
—No la pierna está cobrando factura, no me voy a poder mover. Ella toco con suavidad la pierna, pero con un grito de dolor Carlos aparto las manos de la chica.
—Creo que está rota debes irte sin mí.
—Que no voy a hacer eso… ¿estás loco? Además párate de ahí es una orden.
—No jefa… entiende si alguien no va a avisar que estamos aquí, simplemente el guía pasara por alto, la opción de que estemos cerca. Debes llegar a la torre del vigía— Señalo la torre con sus labios— y encender una bengala para que haga llamar la atención del equipo de búsqueda.
—Carlos no te quiero dejar solo —Dijo ella con los ojos llorosos— No te voy a abandonar.
—Calmate Any, que tus ataques de pánico no estropeen la misión. Escúchame clara mente, busca en la mochila que llevo atrás una bengala de humo, son de color negro y parecen un tubo utilizados en las cañerías de agua dulce, y tiene una mecha. La chica casi al instante reacciono del trance y busco en la mochila, habían muchas cosas ella revolvió todo para buscar la bendita bengala.
—hazlo con más cuidado que me duele un poco la pierna.
—Lo siento espera un poco.
Después de una búsqueda rápida en la mochila del hombre la chica encontró la bengala, eran dos. Un tubo negro y otro blanco.