Capítulo 14: Un día con el tío Dan
Dan después de hacer sus declaraciones en el hospital, y abriéndose en ayuda de Any con la situación de Carlos —De salud más que todo— Decidió como cuidar a su sobrina adoptiva Vanessa que la consideraba como a una hija, mientras que Any descansaba un poco más antes de la alta. Muy temprano era en la mañana. Cuando en su sedan nuevo de color negro cruzaba las calles de la ciudad causando alboroto y robando la morada de las personas. Acompañado de dos buenos amigos unos llamado Will. Y el otro llamado Xhian pusieron rumbo a la casa de la canguro que cuidaba a la chica.
Dejo su carro estacionado en un parking y de los negocios dejo encargado a Will. El se llevó en la parte interior de su traje una pistola por si alguna emergencia tocaba la puerta. Llego a la casa de la canguro, toco tres veces con los nudillos, tras dos segundos de tardanza y un —Voy—entre bambalinas la chica salió. Un chica joven, con la cara recién lavada, parecía levantad de la cama. Muy blanca de cabello rubio con puntas teñidas de platino. Dejaban ver una figura esbelta y bonita a la chica, con un mini short y una franelilla super fina con escote revelador —aunque dan llevaba unos lentes no pudo resistir ver la brecha de sus pechos— por primera vez en mucho tiempo el chico que había matado y degollado gente estaba sintiendo un mariposeo en el estómago.
<<No es lo que estoy pensando>> se dijo para si muchas veces en la mente mientras trataba de quitar la mirada de la linda chica. Dan absorto en la situación escruto a la chica de pies a cabeza, sin dejar ni un lado sin analizar y contemplar, llegando a la conclusión de que tal vez… era la chica más bella de toda china. Aunque venia de Shangai había visto un centenar de mujeres, más bonitas, más desarrolladas, más mujeres. Pero ella daba un aire fresco, algo nuevo. Algo que no sentía desde la secundaria. <<¿qué será eso?>> se preguntaba anonadado.
—¿En qué le puedo ayudar? Le dijo ella sacándolo del trance y fantasías en la que estaba volando Dan giro la cabeza bruscamente para Salir del trance.
—Buenas… Soy Dan Jun. Vengo aquí por mi sobrina Vanessa, aquí está la autorización —Dan dio el papel firmado un día antes por Any a la chica—Es la firma de mi hermana… su madre adoptiva. Con eso creo que basta. Ella afirmo con la cabeza.
—Pasa esta es mi casa, siéntete cómodo. Dijo la canguro. El chico dudo varias veces el entrar a la casa, cruzaron miradas cómplices, algo como diciendo que entrara en los ojos de la chica, y se armó de valentía y paso a tomar asiento.
—¿Quieres algo? ¿Un café? ¿Pan? ¿Desayuno? La canguro ponía cada vez un tono mas sarcástico en plan jugueteo mesclado con ansias de coquetear. Entro y lo primero que vio fue una mesilla de sala llena de revistas de moda, algo desordenado. También habían telarañas y unas que otras cosas regadas por el piso, sin mencionar los juguetes de la niña. El tomo asiento en un mueble que estaba al lado de una ventana, ya que el interior de la casa estaba muy oscuro —algo que no le gradaba—
—No tranquila. Ahora la pregunta que percutía en la cabeza del mafioso eran los años de edad que tenía la joven. Porque el treintañero no podía darse el lujo de tener a una chica tan joven, como le llamarían sus colegas un abusador. O simplemente un enfermo mental.
La chica dio un giro en sus talones, dando una sensual vuelta —Lo hizo como apropósito— Dan la miraba con mucha atención mientras fingía ver el sol que entraba por la ventana. Fue a buscar a Vanessa que dormía en una habitación. Ella regreso casi al instante, cargando a la pesada niña con su bolso a un lado de ella.
—Ven para ayudarte. Dijo el hombre saliendo como un rayo a coger la niña entre sus fornidos brazos. Acto seguido tomo a la niña sin problemas quedando a centímetros de los labios de la canguro. Las respiraciones se cruzaban y ellos se veían a los ojos directamente. Y en sus corazones retumbaba una clara sinfonía como si fuera un tambor de guerra.
—¿Cómo está la madre de la niña? Pregunto la chica preocupada por Any.
—Está mejor… gracias por preguntar. Ahora soy yo quien me haga cargo de ella.
—Qué pena se me va Vanessa, es una chica muy inteligente y bella hay que cuidarla muy bien. —El afirmo con la cabeza— Sabes mi meta en la vida después de sacar la carrera que estoy estudiando, es tener hijos —quito un mechón de pelo que le estorbaba a la dormida Vanessa—pero nunca he podido. Dijo ella con una voz tierna.
—Ya llegara su tiempo chica, no te apures, del apuro solo llega el cansancio.
Dan no podía reaccionar estaba sumido en aquella paredes, y en esa vista espectacular que estaba viendo. Una chica recién levantada de la cama, que agritos pedían que la pegaran contra la pared. Sus mechones de pelo lacio cayendo por la cuerva de su cintura, entre lazados en los hombros y sobrantes en el pecho.