Mi patrona...

Con que eras Tú

Capítulo 19: Con que eras Tú…

 

Patrick se proponía buscar información de quien había matado a su amigo Tao, el jefe de una mafia, muy cercana a él, los rumores corrían rápido, y algunos de sus informantes le había dicho, que un hombre de aspecto tenebroso, con un bate y unas pistolas había irrumpido en su casa, para hacer estragos.

Patrick Conocía a Tao desde la infancia y habían crecido en el mismo barrio con las condiciones de pobreza más infrahumanas que pueden existir. Los mafiosos se había separado de sus vidas por un tiempo pero siempre se veían una vez por mes, para ver como seguían eran hermanos que criaba la calle.

Una de las computadoras de Tao también había sido robada junto a un chica que estaba haciendo un trabajo para ellos, A Patrick le pareció muy extraño esto, nadie tenía problemas con su amigo, y si los hubiera tenido se lo habría contado inmediatamente. Estaba en su auto, decidió bajar de él, por un momento a buscar pista de esta famosa silueta. Este hombre que se había ganado la muerte.

Abrió la puerta balaceada, y vio los restos de los muebles rotos, entre cintas de seguridad que la policía había puesto solo para echarle tierra al asunto. Las paredes estaban repletas de agujeros creados por las balas de las armas. El vio atentamente cada cosa, empezando por los muebles, viendo sus partituras, viendo cómo se habían roto, viendo como estaban de dañados, pero no encontraba nada que les pudiera ser útil. Subió al segundo piso, el barandal de la escalera estaba muy malgastado. Le daba lastima, en realidad estaba encolerizado.

Lo primero que le dio la bienvenida al segundo piso, fue una mancha gigantesca de sangre en el pasillo. Y las balas que aún estaban en las esquinas de las paredes. Donde la silueta había se había cubierto. Utilizándolo como muro de Troya. Asumió el con inteligencia, que los suyos estaban disparando desde el pasillo. Siguió el corredor y llego a los cuartos, también estaban manchados de sangre, así que presumió que estaban levantándose cuando el asesino llego.  Dio la vuelta y por el mismo corredor, vio algunas sillas rotas.

Se agacho en el piso y recogió un bate de metal. Miro el bate con detenimiento, y lo llevo en sus manos hasta el piso tres. Estaba donde el resto de los hombres habían escapado, por la paliza que la silueta les había dado. Vio varias cajas de madera —Donde guardaban cosas—con magulladuras, las magulladuras eran hasta el nivel de sus hombros, así que el hombre era un poco más bajito que Patrick. El resto de las armas habían sido saqueadas por él. 

Finalmente subió al piso tres, con la seriedad que era algo distinguible en su actitud, algo que nunca le iba a fallar. El bate estaba en su mano izquierda, pero llegando a las escaleras del piso tres lo tiro a un lado,  vio la puerta sin un rasguño. La silla donde estaba la guardiana estaba boca abajo. Y la mesa tirada hacia un lado. La perilla de la puerta estaba también en perfecto estado, nadie había forzado la entrada para pasar.

Entro a la pequeña biblioteca, la silla giratoria de su amigo le dio la bienvenida, el siguió con tranquilidad hasta la mesa. Reviso los cajones del escritorio, donde encontró los relojes de oro, que tanto le gustaban, pero que su amigo Tao nunca le quiso vender. El los tomo entre sus manos, y los elevo al cielo —Te voy a vengar hermano— tomo el otro reloj y lo puso en su bolsillo derecho, reviso los demás cajones pero no encontró gran cosa, las estanterías llenas de libros, estaban bien cuidadas, y ni un sucio en el suelo ni rastro de forcejeo, simplemente el bandido le había puesto una bala entre cejas, o el corazón.

El con cansancio en sus hombros se recostó en la estantería un momento, y encendió un cigarrillo para liberar el estrés. Desde la estantería pudo ver un reflejo que se incrementaba con la salida del sol, algo que le daba de lleno en el ojo, y que estaba tirado en el piso. El hombre frunció el ceño con interrogo. Y después de un momento fue hacia el objeto en el piso, se agacho y tomo el objeto. Y en el vaivén de la vida, una pulsera de color dorado con plateado, hacia la lápida de la silueta extraña, de la cual ya había sido desvelada su identidad y que se iba escribir con el Nombre de: “Carlos” en cursivas y con un sinfín de siluetas hechas a mano…

 

 

 

 

 

 

 

 




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